La crisis económica que ha desencadenado la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha tocado a la que es la principal industria de Cáceres, Catelsa, la compañía del Grupo Hutchinson que fabrica piezas y componentes para el sector del automóvil, que arrastra además las ... consecuencias de otra crisis global, la de los suministros de microchips.
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La empresa planteó en octubre un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) a 230 trabajadores que finalizaba el pasado 31 de marzo, sin embargo, el desplome de los pedidos y la inestabilidad de los mercados han obligado a la dirección de la firma alemana a prorrogar esta medida transitoria hasta final de año.
La decisión se ha tomado de acuerdo con el comité de empresa tras una estrepitosa caída de los encargos de un 40%, según confirma su director general, Jean Luc Wisniewski. «Los pedidos han bajado drásticamente en marzo pese a que enero y febrero fueron meses muy buenos para nosotros. Y el mes de mayo se avecina igual de mal», afirma.
El ERTE afecta a la práctica totalidad de la plantilla y en un principio la fábrica está deteniendo completamente su actividad un par de días a la semana. Ésta en concreto parará su línea de producción mañana jueves y el viernes, mientras que la pasada cerraron un único día. Para mayo la dirección está estudiando una nueva fórmula de trabajo que les permita producir unas piezas de las que sí tienen demanda. La idea, señala Wisniewski, es abrir los cinco días de la semana pero operando con las máquinas necesarias para esos pedidos concretos.
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Además de al conflicto bélico en Ucrania, el directivo achaca las dificultades por las que está atravesando la compañía a la escasez de los microchips en el mercado, el incremento de los precios en los materiales y a la situación sanitaria de la covid en China que, según indica, está paralizando las transacciones comerciales.
Los principales clientes de la factoría cacereña son marcas fabricantes de automóviles como Renault, Peugeout, Citroën o Toyota «que son los que más han bajado y, como consecuencia de ello, sus propios proveedores, para los que también trabajamos, como es el caso de los cableadores», precisa Wisniewski.
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La firma de Hutchinson comunicó a sus empleados a primeros de octubre de 2021 la necesidad de recurrir a un ERTE al verse perjudicada por la crisis mundial de los microchips. Tras varias reuniones con los trabajadores se selló un acuerdo entre las partes que salvó la principal diferencia en las negociaciones, el porcentaje que cubriría la empresa para complementar el sueldo que no garantizaba la prestación social.
El comité de empresa reclamaba a la sociedad que asumiera la parte proporcional del salario que deja de abonar el servicio público de empleo. No se alcanzó el 30% que la plantilla solicitaba, es decir la totalidad, pero sí se logró más de un 20%, según confirmaron el director de la compañía y el comité de empresa, que en todo momento hablaron de un clima de entendimiento durante las conversaciones.
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Ahora Catelsa prolonga esta figura laboral para afrontar un nuevo revés provocado por otro contexto de crisis que le lleva a pedir un sobreesfuerzo a sus empleados, que mantendrán las mismas condiciones pactadas en octubre, cuando se fijó el 31 de marzo como fecha tope de la medida. No es la primera vez que la firma de Hutchinson acude a ella, la pandemia le llevó a presentar uno por el parón de la industria del automóvil.
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