De las primeras cosas que han hecho los nuevos alumnos que han llegado este lunes al Cefot para iniciar sus 20 semanas de formación una vez atravesado el arco donde reza la inscripción 'Todo por la patria' ha sido recibir una gorra de camuflaje ... para sobrellevar el calor. Eso, el calor fiero les va acompañar durante este tiempo de aprendizaje a estos aspirantes a militares que vivirán en Cáceres hasta el principio del otoño. Para el sargento primero Rafael Medinabeitia Domínguez, el departamento de instrucción y adiestramiento la procedencia de los alumnos condiciona mucho la adaptación al medio. Los del norte «lo sufren más» que los de latitudes calurosas y secas, pura lógica. El cambio climático supone un reto también para este recinto. En las olas de calor se modifica el horario para que toda la formación física se concentre a principios de la mañana. Según explica el sargento primero «están en estudio» la instalación de aire acondicionado para afrontar el intenso calor.
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Un total de 1.173 han vuelto a seguir paso por paso el ritual iniciático que les transporta a la vida militar. Se trata del reemplazo del curso 2023, que va con retraso por la pandemia. Las dos primeras semanas se dan de margen para una adaptación que empieza desde el minuto cero, porque todos llegan solos y se van formando los grupos casi por azar, en función del momento en el que se ha llegado.
Marta Rodríguez Acosta
Alumna
Mateus Oliveira
Alumno
Se instruirán dos armas, Infantería y Caballería. «Van a pasar aquí las dos primeras semanas de adaptación a la vida militar, luego ocho semanas de la formación de la fase general militar y luego 10 semanas de formación específica de cada arma». Este es el segundo ciclo en el que se incluye la Formación Profesional en sus estudios, ya que en este periodo inician ciclos de grado medio. Nos encontramos ante la generación de futuros militares mejor formada de la historia, muchos de ellos cuentan con el Bachillerato y no es raro encontrar grados universitarios entre estos aspirantes que este lunes aguardaban con cara de sueño y nervios a que se les indicara cuál es su cama y se les entregaran sábanas y cubierto
Estos primeros 15 días son los que más cuestan. «Es una forma de vida diferente a lo que ellos conocen, hay que levantarse temprano, todos los días afeitarse, ducharse, formar, hay un tiempo establecido, al principio cuesta pero luego como todo en la vida te habituas».
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Solo hay 86 mujeres en este grupo, lo que supone un 7,33% del total del alumnado. Nada nuevo, son los márgenes normales que suelen darse. «Las armas que se instruyen aquí son exigentes, pero estamos en los mismos números que el año pasado». Para Medinabeitia no hay distingos en el cuartel. «Son uno más, nunca les hemos tratado de forma diferente». Marta Rodríguez Acosta le pone cara a ese exiguo 7,33% de mujeres. Llega de las Palmas de Gran Canaria. «Quería ser militar porque siempre había sido mi sueño y era mi última oportunidad de entrar, voy a cumplir 29, estoy muy feliz, va ser duro porque es Infantería ligera pero nada es fácil en la vida», dice a medio camino entre la resignación y la alegría.
Del norte llega Mateus Oliveira, de Bilbao. «Siempre he querido ejercer como militar, desde los 10 años, ha sido por vocación, más que otra cosa, cuenta en una larga fila, rodeado de maletas e ilusión.
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