Trabajadores de Upan camino de la asamblea celebrada el miércoles en la nave de la empresa. Jorge Rey
Opinión

Bofetada de realidad

Análisis ·

Mientras Cáceres sigue a la espera de grandes industrias que a saber si llegan, el cierre de Upan golpea aquí y ahora

Claudio Mateos

Cáceres

Domingo, 20 de octubre 2024, 09:20

Estamos tan embobados en Cáceres mirando al futuro que a veces la realidad del presente nos da una bofetada que nos deja medio noqueados y preguntándonos qué ha pasado. Hacemos cuentas golosas con los puestos de trabajo que van a crear la mina de litio ... , CC Green o el complejo budista y se nos olvida que hay que dedicar tanto o más esfuerzo a cuidar el empleo que ya existe y nos da de comer aquí y ahora. Ha vuelto a pasar con el cierre esta semana de la panificadora Upan tras casi 50 años de actividad. 90 personas se han quedado de repente en la calle en una provincia donde el trabajo no sobra, ni siquiera en estos tiempos de prosperidad económica.

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A diferencia del oscurantismo que ha rodeado otras quiebras recientes de empresas tradicionales, como Sánchez Cortés o Frutas Derecho, en el caso de Upan sí ha habido algo más de transparencia y hemos podido conocer con cierto detalle la mala situación financiera que venía arrastrando desde hace cinco años, que la ha llevado a una situación insostenible con una deuda superior a los cuatro millones de euros. La drástica caída del consumo de pan, sobre todo del tipo industrial que elaboraban en la nave de Capellanías, y la subida del precio de la energía y las materias primas, parecen estar detrás de la bancarrota de esta firma, que no ha podido soportar tantas tensiones pese a contar todavía con un notable volumen de ventas por toda la provincia de Cáceres, donde distribuía unos 2.500 kilos diarios de pan.

Quienes estaban dentro lo veían venir y es cierto que a veces no se puede luchar contra la realidad del mercado, sobre todo en sectores en decadencia, pero eso no quita que el cierre de Upan sea una pésima noticia para Cáceres. Se pierden de golpe 90 sueldos de 90 familias, una barbaridad para una provincia pequeña a la cola de la clasificación en nivel de renta. Nos consolamos con los empleos cualificados que se están creando, por ejemplo, en el Centro Ibérico de Investigación en Almacenamiento Energético (CIIAE), o con los que genera el sector turístico en nuevas aperturas como el hotel de lujo de Godoy, pero el desarrollo no puede ser un juego de suma cero, porque si lo que ganamos por un lado lo seguimos perdiendo por otro al final nos quedaremos igual y no avanzaremos.

Y así estamos, esperando con paciencia bíblica que se hagan realidad esas grandes industrias y proyectos que prometen sacarnos del pozo de la historia y meternos de una vez en el carril de aceleración que nos lleve a la autopista del progreso. Y si es en coche eléctrico, mejor.

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