«Se piensan que el autobús es una atracción de feria. Faltan al respeto a los conductores y a los usuarios. Yo me he visto ... obligado a bajar a varios usuarios». El testimonio es de Rafael, conductor de la línea 2 del bus urbano, que une el barrio de Mejostilla con el del Espíritu Santo.
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«Sucede a partir de los viernes y suelen ser chavales de menos de 16 años, que entran gratis al bus», apostilla el conductor en referencia a los causantes de los comportamientos incívicos crecientes que han llevado al Ayuntamiento de Cáceres a tomar medidas, aunque por ahora se trata solo de una campaña de sensibilización puesta en marcha desde la semana pasada junto a la empresa concesionaria del servicio, Vectalia.
«Los chavales te vacilan. Te faltan al respeto. Lo hacen cuando van en grupo. Y te llaman de todo», narra otro conductor, en este caso de la línea 8, que comunica la urbanización Sierra de San Pedro, cerca de Aldea Moret, con la avenida de los Cuatro Lugares, en Cáceres el Viejo. Es la línea con más usuarios de la capital y la más masificada. En 2023 registró 1.209.453 viajeros.
«Como no os tranquilicéis, llamo a la Policía», llegó a decir Carlos, conductor de la línea 3 (comunica Nuevo Cáceres con el Hospital Universitario), a un abultado grupo de jóvenes – «eran 70, precisa»– que un sábado, en torno a las nueve de la noche, cogió el bus urbano después de celebrar durante todo el día un cumpleaños en El Cuartillo. «Tocaban el timbre continuamente, aunque no se quisieran bajar en las paradas. El resto de viajeros era gente del hospital, que venía de visita o de pasar el día allí junto a sus familiares. Se enfadaron con ellos», relata. En este caso, cuenta Carlos, los jóvenes tenían más de 16 años. «Sobre 18», calcula.
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«No es algo habitual. Sucede los viernes y los sábados. Suelen ser cinco o seis muchachos que se suben al autobús dando voces y molestando al resto de pasajeros», relata Domingo, conductor de la línea 7, que une el R-66 con el residencial Casa Plata.
Lidia Escobero es usuaria habitual de esta línea desde hace tiempo. Su testimonio va en sintonía con el de los conductores de autobuses. «Es algo que pasa más últimamente. Son jóvenes de unos 15 años. Cogen el autobús para ir a Eroski. Se juntan en la parte de atrás y cantan y dan voces. La gente les llama la atención», relata esta viajera.
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La campaña lanzada desde el Consistorio recuerda, entre otros aspectos, que los conductores tienen autoridad para expulsar del bus a las personas que incumplan las normas de uso del transporte público. «El respeto te lleva lejos. El comportamiento incívico será penalizado con la inmediata bajada del bus», rezan los carteles.
Hay que recordar que este servicio público ha registrado un importante incremento de usuarios motivado por la rebaja de los abonos y, sobre todo, por la gratuidad para los menores de 16 años.
Los derechos y obligaciones de los viajeros del autobús aparecen recogidos en el Reglamento de transporte colectivo urbano de Cáceres publicado en el Boletín Oficial de la Provincia el 11 de julio de 2011. El texto también plasma las facultades y los deberes de los conductores. En este segundo punto, la normativa establece que los conductores están facultados para impedir la entrada en los vehículos «a individuos en visible estado de embriaguez». Además, también pueden obligar a descender a los usuarios que desobedezcan sus instrucciones y, en general, a los que por falta de compostura, por sus palabras, gestos o actitudes, ofendan al decoro de los demás viajeros o alteren el orden, «requiriendo a este fin la intervención de la Policía Municipal», señala la normativa. En lo que respecta a las obligaciones de los viajeros, el reglamento señala que deben guardar el debido respeto a los empleados y usuarios del servicio, seguir sus indicaciones y respetar lo dispuesto en carteles y recomendaciones colocados a la vista del público en aquellos temas relacionados con el servicio y sus incidencias. No se puede fumar, ni escupir, ni arrojar papeles u otros objetos en el interior de los autobuses, ni por las ventanas del mismo. Está prohibido, además, manchar, escribir, pintar y, en general, deteriorar los asientos u otros lugares de los autobuses, ni mobiliario adscrito al transporte público. El incumplimiento de la mayoría de los puntos recogidos en esta normativa se considera una infracción leve (sancionable con multas que oscilan entre los 30 y los 300 euros). Es una infracción grave (las multas en este caso van desde los 301 hasta los 600 euros) «realizar actos que impliquen peligro para su integridad física o la de los demás viajeros, empleados del servicio o personal de inspección». También se considera infracción grave causar daños a los vehículos, marquesinas y mobiliario, además de manipular los dispositivos de emergencia. Durante la celebración de la última Mesa Municipal del Transporte, los representantes de los trabajadores del bus urbano pusieron de manifiesto cómo en los últimos meses se han disparado tanto las quejas de los usuarios como de los conductores por los comportamientos incívicos en el transporte público, llegándose incluso a registrar insultos y amenazas durante los trayectos.
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