Es una jornada oscura y lluviosa, como lo fueron la mayoría de la semana pasada, y en el invernadero del parque del Príncipe hay zafarrancho de combate. Los operarios del servicio de jardines están esta mañana resguardados del mal tiempo en la estufa fría sin descuidar su labor, dedicada hoy a podas, abonos, limpiezas o trasplantes. Entre ellos se encuentra Lorenzo Garrote, presidente de la Asociación Cultural de Amigos del Parque del Príncipe y gran conocedor del vergel urbano por su profesión de encargado de jardines del Ayuntamiento.
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De la mano de este amante del parque, HOY se adentra en uno de sus rincones más desconocidos para el gran público, el invernadero de plantas exóticas, un reducto de selva de unos 600 metros cuadrados con pequeñas islas que conforman este complejo de variedades tropicales.
Fue Diosdado Simón, jefe de parques y jardines, fallecido prematuramente en 2002, quien se empeñó en crear esta singular 'green house' (casa verde), tomando como referencia la inaugurada en 1933 en Lisboa.
Durante años funcionó como un almacén de plantas, donde las especies se acumulaban mientras crecían. «¡Las distintas corporaciones lo inauguraron hasta en diez o doce ocasiones!», bromea Garrote. Fue en 2010 cuando se recuperó el exuberante jardín que hoy luce, gracias a fondos del Plan-E, en el mandato de la alcaldesa Carmen Heras.
«Hay que ampliar el horario de la estufa, organizar visitas y atraer también a los turistas»
Turismo
«Aquí es donde tenemos todas las plantas que no soportan las inclemencias del tiempo en el exterior. La mayoría son de países tropicales y no aguantan los crudos inviernos fuera y aquí cuentan con calefacción», expone el especialista. Igual sucede con las variedades que no resisten el seco calor estival cacereño, que en el invernadero disponen de un sistema de nebulización que hace que descienda la temperatura.
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En total, la estufa fría tiene 304 especies diferentes, según el último inventario. Pero, ¿qué plantas se pueden ver aquí? Cactus, helechos, colgantes, trepadoras, carnívoras, cícadas, crasas y un largo etcétera.
Garrote se detiene en un ejemplar de monstera deliciosa o costilla de Adán, muy de actualidad en ilustración y diseño. «Fue el botánico Linneo el que clasificó las plantas atendiendo a la tipología de su flor. El primer nombre hace referencia a esa familia y, el segundo, a una cualidad especial de esa planta», aclara antes de apuntar que al descubridor de la monstera, –«única en su especie»–, su hoja le pareció monstruosa, de ahí el nombre. «Y deliciosa –agrega– porque su fruto es comestible y está muy rico, con un sabor parecido a la chirimoya».
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Vista desde arriba de la estufa fría del parque del Príncipe, un vergel de 600 metros cuadrados con 304 especies de plantas tropicales.
Jorge Rey
Personalmente siente predilección por los ficus. De esta familia hay bastantes ejemplares en el invernadero, entre ellos, los más hogareños, como el benjamina, el elástica o el ficus rotundifolia. «Todos son primos de nuestra higuera, de los higos. De hecho, el ficus que comemos se llama ficus carica. El nombre de todos es ficus por la flor, que no es otra cosa en la higuera que su fruto, realmente es una infrutescencia, una flor encerrada dentro de una cápsula», concreta con precisión el experto.
Este microclima húmedo, de intenso verdor y lleno de frondosidad que hay en el invernadero, con soberbias hojas de palmeras –a simple vista las más reconocibles por los profanos en la materia–, no deja indiferente a quienes lo visitan.
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«Pocas capitales de provincia tienen un parque urbano de estas dimensiones y con tantas especies»
Importante
«Es un espacio que le gusta a todo el mundo y les deja muy sorprendidos. Es más, hay gente que ha pasado mil veces por la puerta, ha visto el edificio pero no imaginaba qué había dentro... cuando cruzas la puerta, entras en un paraíso», ilustra Garrote.
La asociación a la que representa no ha cesado de organizar actividades de difusión desde que se constituyera hace años con el fin de dar a conocer el parque. No todas las que quisieran, algún proyecto, como el aula de naturaleza que proponen, se resiste.
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Turismo
«Escuelas taller, colegios, asociaciones vecinales y ciclos de jardinería de la región han pasado por aquí», comenta el presidente, que considera que el turista también tendría que llegar hasta el parque. Su fórmula: ampliar los horarios de la estufa fría (se reducen a las tardes de los fines de semana y días festivos), incluirla en el paquete turístico de la ciudad y dotarla de personal para que las visitas sean guiadas.
Garrote no termina sin subrayar que el Príncipe se encuentra entre los más «importantes» del país. «Pocas capitales de provincia –dice orgulloso– tienen un parque urbano de estas dimensiones y con este volumen de especies». Reconoce, igualmente, sus 94 variedades de robles de todo el mundo. «Ha sido un grandísimo esfuerzo del Ayuntamiento y de la sección de Parques y Jardines, y tenemos la mayor colección de toda Europa».
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