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El decorador e interiorista José Antonio Piris (San Vicente de Alcántara, 1977) no es de esas personas que contesta al instante al Whatsapp, pero cumple ... con sus compromisos sin necesidad de enredarse en un hilo infinito de mensajes cruzados, lo que evidencia un carácter práctico y organizado, de cero dispersión. El tiempo es oro para él, sobre todo estos días previos a la Navidad, en los que se afana en decorar los escaparates de un buen puñado de varios negocios de la ciudad y de distintos municipios de la región. Ha sido el encargado también de poner bonita la fachada del Ayuntamiento de Malpartida de Cáceres.
A este licenciado en Empresariales siempre le gustó fijarse en el arte escondido en la vida cotidiana. Su habitación, en una casa de cinco hermanos, era su reino, y en su cabeza había un radar para detectar los detalles bellos de las casas o de los lugares por los que pasaba. «Siempre me ha gustado lo distinto», acota. Por su formación académica trabaja durante varios años en tiendas de muebles en Valencia de Alcántara y en Cáceres hasta que en 2013 se establece como autónomo y crea la firma 'Piensa en Piris'. «Entro a trabajar por la formación de Empresariales, pero ya estaba muy orientado al mundo de la decoración». Con un máster y varios cursos en su mochila asegura que aunque prepararse académicamente es importante para lo suyo hay que tener una especie de don innato. «Llámalo creatividad, psicología, buen gusto o lo que sea» Y él lo tiene. Y también más de 10.000 seguidores en redes que se deleitan con las imágenes sobre los escaparates que monta o los trabajos de decoración que lleva a cabo en domicilios particulares, locales de hostelería, fiestas o celebraciones.
Más allá de la Navidad su agenda está a tope en todas las épocas. Más allá de la Navidad su agenda está a tope en todas las épocas. Fue muy distinto en sus inicios, cuando tuvo que ir puerta a puerta, comercio por comercio, para pedir que, sin cobrar, le dejaran decorar el escaparate. La primera que dijo sí fue la dueña de la farmacia de Pinofranqueado. Una oportunidad tras las que han llegado muchas más.
En la ciudad de Cáceres trabaja con regularidad para la librería Nobel, además de otros negocios. En esta tienda de la Plaza de los Maestros acaba de instalar un escaparate elaborado con salvamanteles reciclados y transformados en despampanantes bolas de Navidad. La tienda de cosmética Dehesia, la de productos de alimentación Saberex, la de productos portugueses 'A Loja da Jara' y la clínica veterinaria San Francisco de Asís, en la capital cacereña, llevan el sello navideño de este rayano, además de otro puñado de establecimientos en San Vicente de Alcántara y localidades de Cáceres. Vive en la capital, pero se mueve de forma permanente allá donde le llamen.
Cree que la mentalidad comercial de la zona no siempre es propicia a cuidar aspectos como los que él trabaja. Un negocio que quiera tener buena imagen no puede tener «celos pegados, 40.000 carteles que no comunican nada, un escaparate mal iluminado». Aunque por ahora su cartera está llena de negocios de proximidad, se fija en los grandes. «Inditex trabaja muy bien el escaparatismo, Hermés, muchos...pero también pueden hacerlo los pequeños». La idea, más allá de que el resultado guste más o menos es que se note que en un escaparate hay una mano y una mente pensante y, sobre todo, «contar una historia de dentro hacia fuera».
Dice que abordar la decoración de un escaparate, sea navideño o no, no es cuestión de dinero. «Además de la iluminación que para mí es fundamental es la forma en que se distribuye el producto, la delicadeza y hacerlo al atractivo al transeúnte». Trabaja mucho el reciclado. Y, apunta, se trata de un trabajo que lleva mucho más tiempo que el montaje, porque hacer los bocetos se prolonga durante días. No esconde sus honorarios, la media son 220 euros por un escaparate normal, aunque depende del tamaño. Los materiales van aparte.
No decora a su gusto, explica, sino que intenta aplicar la psicología para intentar crear una atmósfera que complazca al cliente, y que no rompa con su forma de vida y a sus principios. «Me tengo que reunir con esa persona y ver qué le gusta, qué colores les representa, el presupuesto, todo eso lo metemos en la coctelera y tenemos un proyecto». Utiliza mucho el concepto de que lo elegido «represente» a la persona y a sus gustos. Pequeños grandes detalles para hacer lo que el propio José Antonio Piris y muchos de los que le siguen en redes definen como «magia».
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