Amamantar en todo lugar y circunstancia es un derecho que ya parece totalmente reconocido, pero de vez en cuando emergen situaciones que reavivan el ... debate. El pasado jueves el Museo Helga de Alvear recibió un correo de queja de una mujer por no poder amamantar a su hija en la primera sala de este centro de arte contemporáneo, en concreto en la que se encuentra la lámpara de Ai Weiwei. Según explica la madre, Gloria García, cuando procedía a dar el pecho a su hija de un mes «una de las trabajadoras me advirtió que estaba prohibido» y le indicó un espacio donde sí podía hacerlo. «Me negué a ello y abandoné el museo», indica. «No rebatí ni discutí nada». Además de escribir al museo y a este diario compartió en redes sociales su queja «para que no vuelva a suceder» y por considerar «que los lugares que aún mantienen este tipo de políticas sobre la lactancia materna deben cambiarlas».
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En su explicación, Gloria García, una psicóloga que reside en Cataluña pero que está pasando su posparto en la localidad pacense de Berlanga, indica que «los bebés necesitan ser alimentados a demanda, por lo que si sienten hambre en la sala de un museo allí mismo debe lactar (si es el tipo de alimentación elegido por la madre)». García considera también «que es importante visibilizar la lactancia materna, que no debemos sexualizar el cuerpo de las mujeres y que para que la maternidad pueda vivirse de un modo libre debe permitirse darse en cualquier ámbito y lugar», apunta esta mujer, secretaria de género del sindicato de oficios varios de Sabadell.
Pero el Helga de Alvear no prohíbe dar el pecho en ningún punto de su recinto. El museo achaca en un comunicado que también envió a la usuaria esta situación a un «error humano» que brinda la «oportunidad de aclarar nuestra postura y establecer las medidas oportunas para evitar posibles futuros errores o malentendidos». Según este espacio no hubo intención por parte de la trabajadora del recinto de impedirle amamantar, sino más bien indicarle un lugar más cómodo. «Nos gustaría insistir en que el Museo no prohíbe dar el pecho en salas y, que, aunque el personal de recepción, información y mediación de la empresa que trabaja en el Museo Helga de Alvear pueda recomendar a las madres sentarse en unos bancos disponibles para su mayor comodidad», las visitantes pueden hacerlo donde quieran «sin necesidad de autorización o normativa específica por parte del museo».
«Respetamos, protegemos y apoyamos el derecho de todas las madres a dar el pecho en el lugar que deseen y en cualquier momento, incluidas las salas de exposición y todos los espacios de uso público de la institución».
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Explican que este museo no existe una normativa específica que señale si está permitido o no alimentar a bebés lactantes «porque éste es un derecho esencial para todas las mujeres, que debe respetarse en cualquier momento o lugar y que, gracias a los avances sociales en materia de igualdad, debería darse por hecho en cualquier ámbito». Por ello, ya que no existe un texto oficial emitido desde el museo «que especifique la garantía de ese derecho», esta situación les sirve para remarcar su compromiso.
«Uno de los principales objetivos del Museo Helga de Alvear es ofrecer un espacio accesible, democrático y abierto a todas y cada una de las personas, proporcionando una atención que garantice su bienestar durante la visita».
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