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Si el abandono de Vox por parte de Teófilo Amores ya modificó de manera decisiva la relación de fuerzas en el Ayuntamiento de Cáceres, las declaraciones esta semana de Francisco Alcántara, que seguramente provocarán su expulsión de Ciudadanos dentro de unos días, van a dejar un paisaje en la Corporación municipal muy diferente del que salió de las urnas el pasado mes de mayo. Quedarán dos grupos fuertes (PSOE con nueve concejales y PP con siete), otro pequeño (Unidas Podemos con tres), y por detrás otros seis ediles repartidos entre las ruinas de Cs y los no adscritos, que harán la guerra por su cuenta y no se sabe cuántos serán porque aún no está claro quiénes en la formación naranja seguirán a Alcántara en su aventura.
Este atrevimiento del todavía portavoz municipal no se puede explicar sin el abandono de la política por parte de Albert Rivera tras el hundimiento electoral de Cs, que ha generado un sentimiento de anarquía en una formación que carece de las sólidas estructuras internas de los partidos tradicionales. Alcántara ha criticado sin tapujos el nuevo rumbo tomado por la dirección, ha denunciado nepotismo en la elección de cargos de confianza y ha arremetido directamente contra el líder regional, Cayetano Polo, con quien reconoce que no se habla.
Polo, que hasta mayo había manejado los designios de Ciudadanos en Cáceres, pensó que podría seguir haciéndolo desde Mérida a través de Francisco Alcántara, nuevo en política, y está claro que se equivocó. Seguramente no contaba con unos resultados electorales tan malos a nivel nacional que iban a dinamitar el partido de esta manera, aunque también es cierto que Alcántara dio desde el principio muestras de que tenía sus propias ideas y no iba a limitarse a obedecer las directrices que le marcaran.
A la larga se ha visto que el error estratégico en Cáceres ha sido en realidad el mismo que a nivel nacional: no pactar con el PSOE. Al igual que Albert Rivera podría ser ahora mismo vicepresidente de España con unos cuantos ministros en el Gobierno, Francisco Alcántara podría ser primer teniente de alcalde de Cáceres y concejal de Hacienda, con varios ediles más en áreas de responsabilidad, si hubiera alcanzado un pacto de legislatura con Luis Salaya, cosa que no hizo por seguir, entonces sí, las órdenes del partido desde Madrid y Mérida.
Al PSOE le viene bien esta crisis de Ciudadanos por que se libra de un partido fuerte de la oposición, aunque lo cierto es que ni siquiera necesitaba ya su apoyo para sacar adelante los presupuestos, ni temía una eventual moción de censura desde que Teófilo Amores abandonó Vox. El concejal no adscrito no tiene ninguna intención de bloquear las cuentas ni de descabalgar a Salaya mientras las decisiones que se vayan tomando sean medianamente razonables para la ciudad. El voto favorable de Amores, más los tres de Unidas Podemos, le bastan al PSOE para aprobar los presupuestos.
El PP sí es el gran beneficiado por la descomposición de Cs. Desaparece su principal oponente electoral en Cáceres y ahora tiene tres años y medio por delante para centrarse en hacer oposición y buscar el asalto a la Alcaldía en 2023, liderado por un Rafael Mateos cuya imagen pública salió muy reforzada tras las elecciones de mayo, cuando rechazó la componenda de pactar con Alcántara para alternarse como alcaldes dos años cada uno, como sí se hizo, por ejemplo, en Badajoz.
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