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Santi Senso (Cáceres, 1979) conoce a los cantaores Tamara Alegre y Jorge Peralta, una década más jóvenes que él, desde que no levantaban ni ... un palmo del suelo. «A través de mi padre, que está vinculado al mundo del flamenco y al mundo taurino y de mi hermano, que es recortador de toros, iban a la finca y ellos cantaban allí», explica. Era cuestión de tiempo que actuaran juntos.
«Les veía por la calle y me decían: queremos trabajar contigo, y yo les decía, ¿pero sabéis cómo yo trabajo?» cuenta Senso en mitad de los últimos retoques de 'Liberar a los pájaros, un elogio a la locura', la obra de teatro que se estrena esta noche en San Jorge (22.30) en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres y que se enmarca en los actos íntimos, la personalísima propuesta estilística de este autor, un género que le permite hacer catarsis sobre el escenario y desnudarse por dentro y por fuera. «La desnudez emocional siempre está presente, hay una desnudez física que es la antesala de esa desnudez emocional, es una cosa que en mí siempre está muy presente, forma parte de mi lenguaje y de mostrar lo más profundo de la persona, la personajilidad que llamó yo, qué es del personaje y qué es de la persona, qué es del actor y qué es del dramaturgo que escribe», explica. «Mis compañeros Tamara y Jorge están descubriéndose, dirigiendo esta cosa que es el pudor tanto físico como emocional».
Es la cuarta vez que Senso actúa en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres, en donde mostró 'Desnudando los clásicos', 'El descanso de Caronte' y 'La religión de Sade'. «Pero hace ya nueve años que no estoy en el Clásico», recuerda este original actor, que se irá de gira una vez que muestre esta obra, primero a distintas paradas en la región (Jerez de los Caballeros el 21 de junio y el 5 de julio en el templo los Mármoles en Augustóbriga), a Madrid del 11 al 13 de julio y luego a América Latina. «La gente en las redes sociales me decía eso, que hacía 9 años que no podían disfrutar de mis propuestas».
¿De qué habla la obra? Tal y como explica el propio autor se inspira en El Quijote y sus tres personales esenciales, Alonso Quijano, Dulcinea del Toboso y Sancho Panza. Tamara Alegre trabaja el amor libre de Dulcinea, Sancho la ambición. «Es un Quijote muy extremeño, hay un mantra muy fuerte, que es muy bonito para mí, que es: en un lugar de Extremadura de cuyo nombre sí que hay que acordarse y recordar que somos la gran conocida».
Como todo lo que hace Senso, las notas autobiográficas se sienten en este montaje. «Hay gente que me dice que yo me voy de Extremadura, o que me he ido, pero yo sé a donde pertenezco, otra cosa es que permanezca, pero yo dejo muchas cosas aquí y me llevo muchas cosas».
Cervantes escribió su obra cumbre en la cárcel. «La obra va de liberar a esos pájaros, ¿por qué tenemos que encerrarlos para que no puedan volver con sus locuras»?», se cuestiona. «Es muy interesante la cosa del escritor y dramaturgo que está presente en las personas que adoptamos roles en nuestro día a día pero que ya estaban presentes en la novela de El Quijote».
El amor no falta en esta puesta en escena, un amor «que es violento, que también duele, el amor construye pero puede destruir en los ideales de una religión, de una política, de una clase social, por creer tanto en un amor religioso, en una fe, aquí también se habla de eso, que por amor o en el nombre del amor destructivo siga habiendo guerras, pues vamos a desarmarnos de rencor y de odio y vamos a armarnos de valor y de amor».
Agradece Senso actuar en un festival de teatro que mira a los autores barrocos. «Son autores que, como el grecolatino, son nuestros antecesores, siguen vigentes los infanticidios que se contaban en Grecia y en Roma, como Medea, que mató a sus propios hijos, pues esto igual, el Quijote está presente en todas las historias de las aventuras, de la locura, de la fidelidad, del adoctrinamiento, y eso está presente en nuestro día a día, son visionarios estos textos», explica.
La música, cuyo responsable es Pablo Bas, es una pieza importante en esta obra. «Es música country, de cowboy, música de folclore extremeño, música barroca del Siglo de Oro y flamenco».
El vestuario, de ganchillo, también es un guiño al acervo local, y también pueden verse telas que proceden de Latinoamérica. En Colombia adaptará la obra a las tradiciones de este país. Latinoamérica le tira. «Lo digo en la obra, estamos hechos de palitos, este nido, de mi ciudad de Cáceres está hecho de palitos traídos de otros lugares por nuestros ancestros y ancestras, palitos como la araucaria, el palo santo, el olivo o la encina, de eso estamos hechos, para mí es un hermanamiento cultural, yo me siento muy de allá y las comunidades indígenas me dicen que conozco su cosmovisión, y que tengo algo muy poderoso de allí, soy español y extremeño pero siento ese mestizaje», aporta este actor con tendencia a la desnudez.
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