La dramaturga Ana Zamora (Segovia, 1975) ha venido innumerables veces a Cáceres con sus montajes, pero este año lo hace con el mayor premio al que puede aspirar una teatrera bajo el brazo: el Nacional de Teatro, que le fue concedido en el mes ... de septiembre. Lo considera un orgullo, aunque no se ciega y sigue trabajando de forma escrupulosa en recuperar el patrimonio oculto de las letras españolas, sobre todo del Medievo y el Renacimiento, y darles vida en las tablas.
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Zamora, nieta del escritor y lexicógrafo Alonso Zamora Vicente, cuyo legado bibliográfico reposa en dependencias de la UEx en Cáceres, ofrece en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres 'El Castillo de Lindabridis'. Se trata de una obra de Calderón de la Barca que coproduce su compañía, Nao D´amores, y la Nacional de Teatro Clásico. Llega a la Plaza de San Jorge a las 22.30 horas este domingo con un elenco en el que están Miguel Ángel Amor, Mikel Arostegui, Alfonso Barreno, Alba Fresno, inés González, Paula Iwasaki, Alejandro Pau e Isabel Zamora.
–Otro año más en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres, pero nunca es un año más. ¿Cómo lo afronta en esta ocasión?
–Es siempre un gozo, pero también es duro. Cáceres es una plaza que se vive siempre con nervios por el arranque del circuito de festivales de verano. Es una responsabilidad porque es un festival que está ya muy consolidado, que tiene un público, hay que dar la talla. Pero llegamos con el espectáculo rodado porque se estrenó en enero y estuvimos un mes y medio representándolo en la sede de la Compañía Nacional de Teatro.
–¿Cómo ve evolucionar el Festival de Teatro Clásico de Cáceres? ¿Tiene margen de mejora o de que sea más grande?
–Los festivales no están modificándose tanto, hay algunos, como el de Alcalá, que se dirigió hacia la conexión con América que Almagro también había desarrollado, las únicas progresiones gordas tienen que ver con eso. Yo creo que lo importante de festivales como el de Cáceres es que estén implicados en la ciudad y que cuenten con la ciudad y en este caso pues es así. Además, poder representar este año en San Jorge para mí es un paso de gigante. Las Veletas es una plaza muy muy complicada, con esas ventoleras.
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–En cuanto a la obra, leo que desmonta los tópicos sobre Calderón de la Barca.
–A estas alturas tenemos que empezar a desterrar esas ideas sobre lo que es el Teatro Clásico con esos lugares comunes. Si tú montas siempre los mismos textos de Calderón, que es lo que se hace, parece que es un señor mucho más limitado y que ideológicamente ofrece mucho menos. Los grandes autores son poliédricos y que trabajar textos no convencionales como este 'Castillo de Lindabridis' abre puertas a otros matices y otras maneras que son imprescindibles. Esto que llevamos y hacer un autor conocido, es una rareza en nuestro caso, pero era un momento bueno para hacer una vía de prospección de otras perspectivas. Estamos trabajando sobre el Barroco pero estamos trabajando en cómo el Barroco ve el Renacimiento, porque está inspirado en una novela renacentista.
–Llega con su Premio Nacional de Teatro bajo el brazo. ¿Qué supone? Estaba usted en todas las quinielas.
–Era cuestión de tiempo, pero eso ya lo sabíamos todo. No deja de ser una cosa importantísima, yo soy de las que tampoco me ciego con los premios porque en el fondo tampoco creo que sea bueno, en este momento en donde parece que los premios son lo más importante. ¿Cuántos tienes?, nos preguntamos y yo digo, ¿qué hacemos en el ámbito de las artes hablando de premios? El Nacional de Teatro es otra cosa porque es un premio específico, pero luego estamos siempre con eso de tener la mejor escenografía, la mejor dirección. No sé qué es ser mejor en teatro, es imposible, entramos en una dinámica marcada por la industria cinematográfica que es un poco absurda. Mi nombre resuena más que antes, hay gente que me mira de igual a igual pero estas cosas no te cambian la vida.
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–Su abuelo Alonso Zamora Vicente tiene aquí su enorme legado bibliográfico, que pasó de la Casa del Mono a la biblioteca de la UEx.
–Sí, ha sido un largo camino. Mi relación con Cáceres ha sido contradictoria por lo que ha sido la gestión de la biblioteca, los últimos años han sido complicados y yo ahora estoy contenta, porque tanto el archivo como la biblioteca están en buenas manos, están protegidos y, lo que es más importante, están disponibles para la gente que lo necesita y lo va a usar y no escondidas bajo llave.
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