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Como el que ve a un viejo amigo al que hace tiempo que le ha perdido la pista. Los habituales del Paseo de Cánovas saludaron ayer el regreso de las farolas centenarias, que han permanecido tres meses en una nave situada en las proximidades de Casar de Cáceres para ser sometidas a su restauración.
La espera ha terminado y ayer fueron instaladas dos de las tres farolas de comienzos del siglo XX que se conservan. La tercera ha llegado esta mañana. El Ayuntamiento ha convocado un acto para presentar el resultado de la intervención, que ha contado con la asistencia del concejal de Patrimonio, José Ramón Bello, y Alfonso Pitarch, director gerente de Eléctricas Pitarch, empresa que ha financiado la restauración, cuyo importe ha ascendido a 6.000 euros.
Esta firma fletó ayer un camión para trasladar las farolas de regreso a Cánovas. Seis operarios de Pitarch participaron en su colocación, a los que se sumaron un herrero y un electricista del Ayuntamiento. Pendiente de todos los movimientos estuvo Patricia Penis, la restauradora que se ha encargado de devolver a las luminarias el esplendor original.
Además de lucir un colorido renovado, las farolas estarán conectadas al alumbrado público y funcionarán con normalidad. Su ubicación ha variado con respecto a la original. Habían quedado prácticamente ocultas por la vegetación de Cánovas. Por eso, se han buscado tres puntos donde puedan ser contempladas por completo, sin estar demasiado lejos de su anterior situación. Las farolas están dispuestas a lo largo del paseo. Una de ellas, que fue la primera que se instaló ayer, se puede ver a escasos metros de la fuente luminosa. La segunda se encuentra a la altura del Quiosco de la Música. Y la tercera, que ha regresado hoy a Cánovas, está en las inmediaciones de la estatua de Gabriel y Galán.
«Esperemos que duren, al menos, otros tantos años más. Siempre es importante recuperar el patrimonio», ha asegurado Alfonso Pitarch. La restauración ha tenido varias fases. El primer paso consistió en aplicar un chorro de arena. A continuación, intervino un herrero para reparar las piezas que estaban dañadas. Después el trabajo se centró en pintar a mano cada farola. La restauradora ha optado por un gris oscuro para el cuerpo principal y el verde para destacar las molduras vegetales. El broche ha consistido en hacer los ajustes eléctricos precisos para que las farolas vuelvan a alumbrar como lo hicieron en el pasado.
«Estamos encantados de que se pongan en servicio esta noche. Las farolas estaban en muy mal estado. Faltaban los brazos. Eran farolas de gas carburo. Antiguamente se encendían con una vela. Ha habido que realizar conductos para poder meter los cables eléctricos y poner las luminarias, que son de bajo consumo», ha detallado Pitarch. Por su parte, José Ramón Bello ha agradecido el gesto de la firma cacereña y ha animado a las empresas a seguir el ejemplo. «Hace unos años esta responsabilidad corporativa era más habitual», ha dicho el concejal.
Por el Paseo de Cánovas también pasó ayer Eusebio Rodríguez acompañado de su nieto Lucas. Hoy tampoco ha querido perderse el acto. Hay que recordar que este hombre colocó en el mes de febrero varios carteles en las farolas en los que denunciaba su estado de abandono y pedía una mano de pintura para ellas. «Estoy muy contento con el resultado. Creo que ha quedado muy bien. Es importante que conservemos nuestro patrimonio», mantiene.
Las farolas fueron fabricadas en Sevilla por la empresa J. Miró y Cía. Se desconoce la fecha exacta de su instalación.
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