Momento en el que Ramón Vargas cierra el trato de la venta de su burro, Pinocho, por 150 euros bajo la supervisión del tratante de Joaquín Jiménez. ARMANDO MÉNDEZ

La Feria de Cáceres evoca sus orígenes ganaderos en el Recinto Hípico

La concentración equina, mular y asnal se convierte en una cita simbólica en la que ya se cierran pocos tratos pero que sirve de escaparate para rememorar las raíces de San Fernando

Martes, 28 de mayo 2024, 13:57

Juan Bermejo procede de Casar de Cáceres, es hijo de pastor y este martes ha protagonizado una exhibición en vivo del esquileo de toda la vida, a tijera. Lo ha hecho en el Recinto Hípico de Cáceres, que durante la jornada acoge la Feria de ... Ganado, una cita que evoca los orígenes de la Feria de San Fernando, convertida en algo simbólico, donde se cierran ya pocos tratos pero se hace un guiño a las raíces de la celebración. Hace tiempo que Acapap (Asociación Cultural de Amigos del Parque del Príncipe) lleva las riendas de la organización, tras rescatarla hace 17 años, en colaboración con el Ayuntamiento de Cáceres.

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Siete ganaderos han acudido a esta concentración equina, mular y asnal. Y, había, sobre todo, niños de colegios. Del Moctezuma y de la Asunción (Josefinas), además de usuarios de Aspainca. Cuenta Matías Simón, alma mater de este encuentro, que el objetivo es difundir entre los más pequeños los orígenes de la Feria. «Queremos dedicar esta feria a los niños para que vean de dónde vienen. Estamos pasando una mañana sin pantallas digitales, sin ordenadores, sin móviles...», apunta Matías. «Es lastimoso que las futuras generaciones no sepan de dónde vienen», agrega.

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«La Feria de Ganado se celebraba antiguamente en el Rodeo y duraba cuatro días. Se establecían muchas transacciones. La gente venía andando de Torremocha, Torrequemada... El mejor contrato era el trato. En San Fernando cumplían el arriendo de las fincas. Y después el ganado se iba a los agostaderos a pasar el verano. Y en San Miguel, que se celebraba a finales de septiembre o principios de octubre, se alquilaban otra vez las fincas», recuerda Simón a modo de apunte histórico.

La petición de los ganaderos en el siglo XIX

Hay que recordar que los días de fiesta en Cáceres se eligieron a conveniencia de los ganaderos, que fueron quienes solicitaron al Ayuntamiento cacereño de finales del siglo XIX una feria para vender sus cabezas y, de paso, potenciar la actividad comercial en la ciudad.

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Cuenta Pilar Bacas en su libro 'Joaquín Castel. La burguesía emprendedora en Extremadura' que el Consistorio aprobó en septiembre de 1895 la celebración de ferias durante los días 28, 29 y 30 de mayo de cada año, desde 1896 hasta 1901. El tiempo ha demostrado que se han ido dilatando en el tiempo. El calendario adjudica el 30 de mayo a San Fernando y de ahí que la feria adoptara también este nombre, al ser el santo más destacado de esos días.

Escolares del Moctezuma y de las Josefinas, además de usuarios de Aspainca, han acudido a la Feria Ganadera. ARMANDO MÉNDEZ

La Feria de San Fernando se convirtió en un auténtico fenómeno social. «Se pavimentaron algunas calles para celebrar el acontecimiento y se arreglaron las fachadas de muchas casas», recoge Pilar Bacas en su publicación. Al año siguiente, en 1897, se estrenó el nuevo sistema de alumbrado de la ciudad.

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La fiesta tenía dos epicentros. Por un lado, El Rodeo acogía la feria de ganado. Y en la Plaza Mayor, mientras tanto, se instalaron puestos de dulces y baratijas. Desde el centro, la Feria se trasladó al polígono de Los Fratres una vez que desapareció de esta ubicación la estación de ferrocarril. Y desde finales de los ochenta se celebra en el recinto ferial, antiguo campo de aviación.

El trato de Ramón Vargas y Joaquín Jiménez

Entre los ganaderos que este martes han pasado por el Hípico se encuentra Ramón Vargas, que regenta una explotación de caballos. Ha acudido con un burro y un caballo, dispuesto a darles salida. La venta del asno, de nombre Pinocho y tres años de edad, se ha cerrado minutos antes de las once y media de la mañana. «Llevo toda la mañana pidiendo 300 euros por él. Pero tenemos que respetar a los tratantes», afirma. En la negociación ha sido clave Joaquín Álvarez, padre del comprador. «Nos lo llevamos por 150. Los hombres tenemos que razonar. Esto es así. Hay que regatear», asegura Álvarez. «En esta feria hay muchos niños y pocos tratantes. Lo que tienen que venir son más ganaderos», reclama Vargas.

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Como broche a este encuentro, la organización ha entregado tres reconocimientos entre los asistentes. El premio al dueño del mejor burro ha sido para Lucas Vargas; Ramón Silva ha sido galardonado por tener el mejor mulo. Y Gino Barquero se ha llevado la distinción por ser el propietario del mejor caballo.

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