!['El Garrovillano' tras 60 años de venta ambulante en Cáceres: «Me han puesto una multa de 2.000 euros»](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/08/21/GARROVILLANO-Rg163KbZTNGvvD54AI14FiI-1200x840@Hoy.jpg)
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Domingo Pizarro forma parte del paisaje urbano del centro de Cáceres. Nacido en 1940 en Garrovillas de Alconétar, –de ahí su apodo, 'El Garrovillano'–, llega todas las mañanas desde esta localidad para vender su género, que va cambiando en función de la época del ... año. Son célebres sus espárragos trigueros, las criadillas de tierra, las almendras naturales o hierbas y especias como la manzanilla, que cultiva él mismo, o el romero y el tomillo. Ayer miércoles, por ejemplo, ofrecía también higos y hacia la una de la tarde había despachado cinco kilos. Dispone de rarezas como el té de roca, que se recoge en los meses de verano y al que se le atribuyen propiedades adelgazantes. Lleva más de 60 años viniendo a Cáceres a vender este tipo de productos, una ocupación que se inició cuando acompañaba a su padre, con solo nueve años, en la distribución de piñones, recuerda. «Nos poníamos en la calle Pintores». Llegaban a la ciudad en burro y se hospedaban en pensiones de la Plaza Mayor.
Dice que lo que hace le ha dado para subsistir, no solo en el sentido económico sino también en el espiritual («esto es mi vida», alega) pero ahora su quehacer peligra. El pasado mes de abril la Policía Local de Cáceres acudió a su puesto ambulante, que suele situar en las proximidades del edificio Múltiples, junto a Correos, y le sancionó. El pasado mes de julio recibió la multa, que asciende a 2.001 euros, por una infracción «muy grave», tal y como puede leerse en la misma, «por el ejercicio de venta ambulante sin autorización en la avenida Clara Campoamor» en función de la ordenanza reguladora de la venta ambulante y de los mercadillos de la ciudad de Cáceres de 2022, que prohíbe esta actividad excepto en los espacios autorizados.
Sobre la multa puede aplicarse la reducción de un 20% por el reconocimiento de la responsabilidad, algo que no niega en ningún momento Domingo. «No tengo licencia porque antes no nos controlaban nada», reconoce mientras muestra la multa, que ya ha recurrido en la Policía Local. Se basa en su alegación en que posee «permiso verbal y autorización documental de la Comisión de Régimen Interior» para el ejercicio de su actividad. Solicita en ese documento que no se considere la infracción como «muy grave». Además, está dispuesto a iniciar los trámites para actualizar su permiso acorde a la nueva ordenanza. Según explica Domingo Pizarro en distintos momentos le han impuesto multas, pero asumibles, «de 60 o 70 euros». «Lo que me piden ahora me parece una locura». Pese a todo, él tiene muy claro que no quiere «dejar la calle».
Una abogada que solía comprarle espárragos se interesó por esta situación y medió. «Me dijo que se iba a pasar a ver al alcalde, al anterior, y él le dijo que no me iba a pasar nada por vender». El actual, señala, «ha pasado por aquí 40.000 veces y no me ha dicho nada». Quiere que le reciban en el Ayuntamiento para poder solucionar el caso. «Vamos a ir a ver si nos rebajan la multa y a ver si no dan un permiso». Habla ahora Jesús Domínguez, la persona que le trae desde Garrovillas y que le ayuda en el día a día. «Lo que queremos es que nos den una temporalidad, como los puestos de las castañas», indica. La venta más fuerte es la de las criadillas de tierra (febrero y mayo) y la de los espárragos (de marzo a junio). En todo caso, subrayan ambos, lo que venden no compite con ningún otro establecimiento de la ciudad. «Son almendras naturales, no se han procesado, los higos son de la huerta, el te de roca nace en los canchales, el orégano es natural, no de bote, la manzanilla sembrada, el tomillo se coge en la ribera del Tajo...». Son artículos apreciados por la clientela. «Vengo dos veces al año a Cáceres y siempre paso por aquí», decía una compradora.
Echa aproximadamente unas cinco horas al día y se enfrenta a todo tipo de condiciones meteorológicas, de la lluvia al frío o, como ahora, al calor voraz. Más allá de lo económico, la tarea que lleva a cabo Domingo es «terapéutica», indica Jesús. «No sé qué haría él si no pudiera venir, estaría de la cama al sofá». Él, cuenta, le ayuda en lo que puede. «Así no estoy en casa, me vengo aquí, me tomo un café...».
Desde el Ayuntamiento señalan que no han recibido solicitud de reunión por parte de Domingo, pero que le atenderán y que intentarán solucionar la situación dentro de la legalidad.
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