Millanes Rivas nació en 1994 en Moraleja (Cáceres), pero estudió Comunicación Audiovisual y Estudios Teatrales en Barcelona y ahora vive en Madrid. Ese pasado rural en Extremadura tira de él y su última novela 'Paisaje nacional'. Publicada por la editorial Alianza bebe de realidades muy ... extremeñas, con el papel de los pueblos de colonización pivotando sus páginas además de otros ingredientes como la propiedad, autoficción y la política. Toques almodovarianos, realismo mágico y la presencia femenina redondean este trabajo que presentó junto al escritor Anibal Martín el pasado miércoles en la librería La Puerta de Tannhäuser de Cáceres.
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–Pasó sus años de adolescencia con un grupo de mujeres recorriendo Extremadura y haciendo teatro. ¿Cómo fue esa experiencia y cómo le influyó para 'Paisaje nacional'?
–Aun siendo una novela, la escritura está muy atravesada por el pulso teatral. Eso por no hablar de la manera en que esas seis mujeres me han influido, las he escuchado mucho y han modelado mucho mi carácter. Fue un grupo de teatro en el que pasé mi adolescencia. Íbamos actuando por los pueblos de Cáceres y de Badajoz. Hasta que me fui a la universidad. Pero mis años de madurez estuvieron muy marcados por ellas. Son mujeres muy enérgicas, muy carismáticas, muy protectoras. Pasé muchas horas como el narrador de esta novela, en las carreteras extremeñas. Esta novela es un 'road trip' entre un sobrino y sus tres tías.
–¿Por qué eligió un pueblo de colonización como centro de la trama?
–La novela reflexiona sobre la propiedad desde diferentes facetas. La historia de la colonización ha estado siempre en mí porque mis abuelas y mis abuelos fueron colonas. El paisaje del que yo vengo es el paisaje configurado por los planes de regadío. Un lugar de gente trabajadora del campo heredera de este modelo. Ese acceso a la tierra contrasta con otras líneas desplegadas en 'Paisaje nacional', como las ocupaciones de fincas del 25 de marzo o, más recientemente, la okupación rural.
-¿Qué representan las tías en su novela? ¿Ha querido mostrar algún modelo de mujer concreto?
-No, de hecho las tres hermanas son tan diferentes entre sí como lo es cualquier hermana respecto a otra. Como sobrino y como tío, me interesa mucho el amor de la tía al sobrino, que es muy protector pero a la vez muy frágil. Esas tías adoran a su sobrino, narrador de la novela, pero él es hijo del hermano con el que se disputan la herencia. El amor está comprometido por la propiedad. De repente tienen que volver a juntarse para recomponer algo aparentemente más complicado, la herencia emocional de esa familia.
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–Es de Moraleja, pero vive en Madrid. ¿Volvería?
–Vengo con frecuencia y espero poder volver, pero siempre me he ido moviendo de una ciudad a otra según las circunstancias. Veremos cuándo la vida me trae de vuelta. Esta novela plantea nuevas formas de acceder al mundo rural, al pueblo. Cuestiona si el único camino para vivir en el pueblo es tener un trabajo y una familia.
–Habla en el epílogo del juicio de su abuelo represaliado. ¿Hay un punto de vista político en su novela?
–Rescatar la figura del bisabuelo es un acto político de justicia restaurativa. Los archivos de este país están copados de historias no contadas de bisabuelos. Esta generación, la de las bisnietas, tiene nuevas herramientas para rescatar esas historias silenciadas y puede trazar una genealogía con la recuperación de nuestras bisabuelas.
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–Hay cierto gusto a Almodóvar en sus páginas.
–Lo almodovariano se ha convertido en un claro referente a la hora de cuestionar y repensar «lo español» desde los márgenes. En esta novela esto se aborda desde la familia rural, desde lo femenino, desde lo queer, desde lo okupa. En definitiva, desde fuera de la norma se traza una línea de la historia de este país.
–Usted mismo ha dicho que busca experimentar, ¿cree que, junto a usted, hay una nueva generación de escritores que quieren romper con lo anterior?
–No sé si la experimentación es lo que define a la generación actual, sí una vuelta a la narrativa en los espacios rurales desde nuevas historias e identidades. Pero yo me siento muy afianzado en la tradición de la literatura española, desde ahí me veo con fuerzas para seguir experimentando.
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–¿Por qué escribe? ¿Qué ha supuesto el salto a publicar con una editorial como Alianza?
–Me completa haber hecho de la escritura mi oficio, en el sentido más artesanal de la palabra. Con 'Paisaje nacional' creo haber acertado escribiendo una pequeña historia familiar que sirve para recuperar nuestras historias regionales sobre los pueblos de colonización y el 25 de marzo. Que la editorial Alianza se haya hecho cargo de ella espero que sirva para que acerque el libro a más gente.
–¿Cómo ve, en general, a su generación? Ideales, sueños, compromiso político. ¿Se identifica con ella?
–Mi generación tiene el reto más grande de todos: transformar el mundo sin ilusión. Hemos heredado un mundo complejo y desencajado. La crisis climática y el capitalismo nos tienen paralizadas. Pero creo en la capacidad de resistencia colectiva aun así. Me aburren los discursos tremendistas cuando sirven para justificar la pereza.
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