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MARÍA JOSÉ TORREJÓN
CÁCERES.
Domingo, 10 de abril 2022, 10:03
Tiene 20 años y sabe lo que es sentirse discriminado en el mundo laboral por ser gitano. Se llama Ángel Vargas Saavedra, nació en Mérida y reside en el barrio cacereño de Aldea Moret desde hace 12 años. «Estuve trabajando 15 días de prueba en un chiringuito de Alicante. Yo hacía bien mi trabajo pero como el jefe no quería contratarme, me hacía la vida imposible. Me explotaba e hizo que fuera yo quien lo dejara. Tenía otro compañero, que no era gitano, al que trataba de forma completamente diferente», relata.
Ángel, que estudió hasta segundo de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria), es uno de los alumnos que participa en el curso de camarero de barra y sala que imparte de marzo a junio la Fundación Secretariado Gitano para favorecer que jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años tengan más posibilidades de acceder al mercado laboral.
Esta organización, implantada en la ciudad desde 2006, logró que durante 2021 un total de 55 personas de población gitana firmaran un contrato laboral. Otros 15 usuarios también consiguieron empleo el año pasado. Hay que tener en cuenta que la fundación atiende a otros perfiles con riesgo de exclusión laboral por su baja capacitación.
En la última década, según los datos facilitados por la fundación, 175 miembros de la población gitana consiguieron un trabajo (el 81,4 por ciento de todas las contrataciones realizadas).
35 empresas de la capital cacereña colaboran con la fundación en la actualidad ofreciendo prácticas laborales en sus instalaciones, un primer paso para la inserción laboral definitiva. Los alumnos que ahora se forman para ser camareros realizarán sus prácticas en seis establecimientos de hostelería de la capital: el hotel NH Palacio de Oquendo, el hotel Don Manuel, el Mirador de Galarza, el hotel Alcántara, el restaurante Santisteban y en Los Golfines.
María del Mar Montaña Mendo tiene experiencia en el sector. Ha trabajado como camarera en un bar de Nuevo Cáceres. Pero quiere mejorar sus conocimientos para poder optar a otros establecimientos donde exigen una titulación específica, como los restaurantes y los hoteles. Por eso se apuntó al curso de la Fundación Secretariado Gitano. Tiene el graduado escolar.
«Me dedico a la hostelería. Hasta ahora he trabajado en bares. Este curso me ofrece aspirar a sitios mejores», cuenta. A diferencia de su compañero Ángel, no se ha sentido discriminada por ser gitana. «Nunca lo he sentido. También tengo experiencia en tiendas de ropa y nunca me ha pasado. Pero es verdad que mi compañera de prácticas sí lo sentía por su aspecto. Yo parezco menos gitana por mi físico, aunque a la hora de hablar sí se me nota», señala. En este sentido, la joven comenta que todavía queda mucho trabajo por hacer para eliminar barreras. «Muchísimo, mucho, mucho», subraya.
Para reivindicar la total igualdad de la población gitana se conmemora cada 8 de abril el Día Internacional del Pueblo Gitano. Este pasado viernes la fundación lo ha celebrado con la lectura de un manifiesto en el Ayuntamiento de Cáceres. «A pesar de los avances, los gitanos y gitanas siguen estando por detrás y a gran distancia del resto de la sociedad en el disfrute de derechos fundamentales como el empleo decente, la educación de calidad, una vivienda digna o el derecho a no ser discriminado», reza el texto.
Este año, además, la efeméride se ha aprovechado para acordarse de la comunidad gitana ucraniana, «que está sufriendo un trato discriminatorio», en su salida hacia otros países al huir de la invasión rusa.
Inmaculada Márquez, coordinadora de la Fundación Secretariado Gitano en Cáceres, es clara: «A día de hoy siguen existiendo casos de discriminación. Los prejuicios siguen estando ahí», remarca. No obstante, se muestra orgullosa por el trabajo realizado hasta ahora. La inclusión de 70 personas en el mercado laboral el año pasado es un motivo de satisfacción. Los sectores que absorben esta mano de obra son: limpieza, hostelería y placas solares. «Incluso tuvimos dos que encontraron trabajo como peones de arqueología», remarca. La fundación tiene su sede en Aldea Moret.
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