En el mismo salón en el que el miércoles comió el personal de Justicia de Cáceres, en el hotel Don Manuel, este jueves almorzó el ... equipo del Punto de Atención Continuada (PAC) del Hospital Nuestra Señora de la Montaña.
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Los trabajadores del grupo Fissa celebraron también este jueves a mediodía su encuentro navideño en Mastropiero, el mismo restaurante elegido por los empleados del Centro de Atención a la Discapacidad de Extremadura (Cadex), que además celebraron la jubilación de dos compañeros.
Y hasta el hotel Barceló V Centenario se marcharon 135 empleados del Banco Santander de toda la región hace un par días para reunirse después de tres años en estas fechas. Desde el inicio de la pandemia no habían vuelto a celebrar su comida de empresa. En el transcurso de la celebración hicieron una rifa y el dinero recaudado (1.200 euros) se lo entregaron al Banco de Alimentos de Cáceres.
La capital cacereña está metida de lleno en la gran semana de las comidas navideñas, que abarrota los restaurantes de la ciudad y los bares de 'tardeo'. Los establecimientos consultados por este diario coinciden en destacar las ganas que hay por acudir a estas celebraciones. Es la primera vez desde la irrupción del coronavirus que estas reuniones se celebran sin restricciones (el año pasado a estas alturas la mascarilla era obligatoria en interiores). Y eso, admiten, se nota. La gente, además, ya no busca tanto espacios abiertos como hasta ahora por temor a los contagios, ya que el riesgo es bajo, según el Ministerio de Sanidad.
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«Ha regresado la normalidad. Las comidas de Navidad han vuelto a ser lo que eran. Y con bastante furia. La gente tiene unas ganas tremendas», apunta desde la calle Obispo Segura Sáez Pablo Medrano, propietario y chef de Oquendo. Hace mucho tiempo, cuenta, que el establecimiento colgó el cartel de completo para este jueves, el del viernes y para el sábado.
Como aspecto novedoso, y como consecuencia de la inflación, Medrano no ha ofrecido este año menús con precio cerrado a sus clientes con anticipación al no saber qué coste podrían alcanzar los productos el día de la celebración. «La gente lo ha entendido perfectamente», admite. Las reservas no se han resentido y los comensales comen a la carta.
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Hasta 500 personas pasarán este viernes, a mediodía y por la noche, por las instalaciones del hotel Don Manuel. «Es el día fuerte», apunta Juan Torres, director de este establecimiento, quien asegura que han tenido que rechazar muchas llamadas de grupos interesados en reservar mesa para esta jornada. En su caso, admite, han tenido que subir los precios de los menús para ajustarlos a la escalada de costes de las materias primas, aunque el incremento en el precio final, aclara, es inferior al encarecimiento de los productos que han tenido que asumir.
En fechas como estas, en las que hay varias comidas y cenas a la vez, el establecimiento ofrece dos horas gratuitas de dj. El precio de su abanico de menús oscila entre los 43 y los 59 euros y entre las propuestas de la carta se puede encontrar desde la lubina con salsa de pimienta verde y verduras salteadas hasta el solomillo ibérico risolado con glasé de fresas silvestres.
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Más allá de la oferta gastronómica, en estas celebraciones hay un factor muy buscado que no está sobre la mesa. «Lo que la gente quiere es dj, fiesta y cachondeo», resume Torres.
Las empresas y los compañeros de trabajo han optado por salir a comer o a cenar entre semana. El sábado está más orientado a los grupos de amigos. Algunos han anticipado sus celebraciones y las pusieron antes del puente. En el Mirador de Galarza (que esta semana está al completo, de martes a sábado) las primeras reuniones se celebraron el 30 de noviembre y el 1 y 2 de diciembre. Y tienen reservas, además, para la próxima semana (para los días 20, 21 y 22). «Nos ha sorprendido porque pensábamos que nadie se iba a animar en esas fechas», señala Silvio Maestre, gerente del local.
«Estamos a tope. Este año el público se ha olvidado de la covid y no hay tanto miedo. La gente ya no pregunta si el salón es interior o exterior. Esta semana fue la primera en agotarse», comenta desde Mastropiero Roberto Parodi, su gerente.
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Y desde el 13 de San Antón, restaurante situado frente al Gran Teatro, Juan Manuel Zamorano señala que hay preferencia por las comidas frente a las cenas porque, de esta manera, los comensales pueden enlazar después con el 'tardeo' en los bares y alargar la diversión hasta la noche.
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