![«En la guerra la destrucción no es solo física, también es psicológica y anímica»](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202206/27/media/cortadas/COOPERANTECCMJ-Ro2AFDJuUz8eDiWQu8mesVN-1248x770@Hoy.jpg)
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Jesús Cruz Franco (Cáceres, 1972) ha superado ya los trastornos de sueño con los que regresó a Cáceres después de permanecer durante tres meses en Ucrania. Es, cuenta, algo habitual en un país en guerra. El sonido de las alarmas de emergencia irrumpe en medio ... de la noche y obliga a los ciudadanos a ponerse a salvo de posibles bombardeos en los refugios.
Hijo de un ingeniero de Diputación y de una profesora del IES Norba Caesarina, Cruz ha ejercido como coordinador de emergencia de Médicos del Mundo, donde ha prestado apoyo logístico a un equipo humanitario de 90 personas. Ha visto el horror de cerca. Y, sobre todo, sus secuelas.
«El conflicto empieza el 24 de febrero. Yo viajé a Rumanía y desde allí entré a Ucrania por el oeste a principios de marzo», relata desde una terraza del céntrico Paseo de Cánovas, donde toma un agua con gas. Llegó hace tres semanas a su ciudad natal con la maleta cargada de una experiencia dura. No obstante, está satisfecho por el trabajo realizado.
«Ha sido una experiencia, desde el punto de vista profesional, muy satisfactoria porque la organización ha podido dar continuidad a los proyectos que llevaba a cabo. Médicos del Mundo está en Ucrania desde 2015, tras producirse un año antes la primera guerra del Donbás. En un inicio logramos reubicar al equipo fuera de las zonas que estaban en peligro, pero siempre continuando los proyectos que llevábamos en esas zonas y adecuándolos a la situación de emergencia», expone el cooperante.
Su tarea ha consistido, a grandes rasgos, en hacer posible la llegada del material sanitario a los hospitales. «Empezamos a trabajar con 20 hospitales y áreas de salud en la parte de donación de medicamentos. Y, con los equipos reubicados, seguimos proveyendo de consultas de salud mental y de salud sexual y reproductiva, aunque en este caso en remoto porque las zonas eran muy peligrosas», enumera.
Jesús ha pisado sobre territorios bombardeados. Ha estado en Kiev, la capital, en Bucha y en Irpin. Estas dos últimas poblaciones están en el extrarradio de Kiev y son dos de las más devastadas por los ataques rusos. Las imágenes de los cadáveres abandonados en sus calles han dado la vuelta al mundo.
«En abril estuve en Kiev, identificando las intervenciones que iba a hacer la organización en Bucha y en Irpin. Eran sitios que estaban completamente destruidos por los efectos de los combates entre las fuerzas. Ves la destrucción, pero la destrucción no solo se ve en la parte física. También está en las personas. Entre un 15 y un 20 por ciento de la población tuvo que abandonar sus hogares y se tuvo que desplazar buscando refugio bien a otras zonas del país más seguras o fuera del país. Estas personas no sabían cómo quedaban sus casas, sus negocios y, sobre todo, las familias que dejaban atrás. En una guerra la destrucción no es solo física. También es psicológica, moral y anímica en el caso de los habitantes», resume.
No ha sido su primer escenario bélico. Licenciado en Derecho y Económicas, antes de trabajar para Médicos del Mundo estuvo en Cruz Roja. Y de la mano de esta organización recorrió Kosovo, India y Tanzania. Sudán del Sur, Mauritania y Afganistán completan su periplo como cooperante. «Cuando vas a sitios en conflicto, ves que la paz es un pequeño tesoro que tienes que cuidar día a día. No hay que dar por hecho que las cosas no van a suceder. En Ucrania nadie pensó que iba a haber este conflicto», expone. «Cuando estás en conflictos aprecias mucho más las comodidades y la paz».
Permanece alerta cuando escucha las noticias, con la mente puesta en todo lo que ha dejado en Ucrania. «Es una guerra muy cruel, que va a durar y hay que seguir apoyando a la población», indica Jesús, de vacaciones en la actualidad y dispuesto a hacer la maleta en cualquier momento.
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