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Miguel Campón, responsable del área de mediación cultural del Museo Helga de Alvear de Cáceres, llegó a la clase de tercero B del colegio público Prácticas con un bloque de hielo en cuyo interior había una frase del artista danés Olafur Elaisson. Para descifrarla había ... que esperar a que el bloque se derritiera. Los chavales pudieron ver esa frase una vez que ya solo había agua en el cubo.
Crear nuevos públicos que admiren el arte contemporáneo es una de las preocupaciones de la coleccionista Helga de Alvear, con especial atención a los niños. Es habitual que en sus intervenciones públicas aluda a hacer cantera «desde los primeros años». Por esto precisamente se creó un área de mediación cultural, para establecer vínculos entre el museo y el resto de la sociedad. El Helga de Alvear, que a finales de este mes de febrero cumplirá un año desde su ampliación, explora formatos para mantener vivo el deseo de la galerista alemana.
Más de 1.600 escolares han pasado desde el mes de septiembre por el Helga de Alvear. «Hay programas que están destinados a centros educativos con diferentes tipos de público, desde Primaria hasta Bachillerato o incluso alumnos de Universidad», explica Miguel Campón.
Visitas guiadas, talleres y acciones que se desarrollan de forma continua forman parte de la oferta del Helga. «Las visitas las adaptamos a todos los tipos de público, son guiadas pero en muchos casos son también dialogadas, se trata de aproximar el arte contemporáneo a sus propias inquietudes, no solamente a las de los alumnos sino a los intereses docentes del profesor, en esos recorridos se visitan las piezas más destacadas, estamos recibiendo continuamente propuestas para realizar visitas, de manera semanal o diarias», indica Campón.
Los talleres aportan otra visión. «Mientras que en las visitas que son dialogadas se produce conocimiento de una manera informal, aquí se produce conocimiento combinando esas dos metodologías, primero se conoce la obra y luego se comenta y se intenta comprender no solo desde un punto de vista artístico, se intenta conectar la obra de arte no solo para que la entiendan, sino aplicándola a otros contextos de su cotidianidad». La idea es que aprendan «experimentando, creando e imaginando», detalla este especialista.
Es el propio Museo Helga de Alvear el que se pone en contacto con los centros educativos para ofrecer esos talleres. Uno de los que más éxito tienen es 'Alicia a través del espejo', pivotado a partir de tres obras que tienen espejos: una de Olafur Elaisson, una de Rudolf Stingel y otra de Michelangelo Pistoletto. Tras observarlas se trabaja sobre ellas en la sala de educación, donde los participantes trasladan a su propio contexto la obra vista.
Hay un segundo taller relacionado con Richard Long que se llama 'Escuchando el lenguaje de las plantas', en donde pasean por el jardín del museo para encontrar elementos con los que construir una obra de arte. En este taller se tienen en cuenta los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda 2030. «Enseñamos a valorar no solo el arte en sí sino el cuidado de la naturaleza, la ecología, la sostenibilidad...estamos en una comunidad donde prima el paisaje y a partir de estos talleres aprenden a valorar este tipo de diversidad», detalla Campón. Hay también talleres a la carta, en donde los propios docentes proponen trabajar con una temática para que el museo se convierta en una herramienta docente más.
Pero, indica el mediador, «el museo no se agota con una visita ocasional». El Museo Helga de Alvear organiza también los programas en continuidad, que constan de «unas tres o cuatro acciones por curso». Se trata en este caso de que además de que los chicos vayan al museo, el museo vaya al propio colegio, de despertar la curiosidad e invitarlos de una manera original a conocer el museo, lo que hicimos en el Prácticas les gustó mucho». Además del Prácticas, el Paideuterion participa también en este programa continuo.
Aparte de estas acciones con colegios también hay talleres que se celebran los sábados, a los que se puede apuntar a los niños de forma libre a través de la página web. Hay mucha demanda, muestra de que el arte que guarda el Helga de Alvear tiene tirón incluso entre los más pequeños.
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