![Las Josefinas de Cáceres creen que el incendio fue intencionado y presentan una denuncia](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/07/18/JOSEFINASFETEN-RrV9uRdv8mcPu0XYUVeJYuJ-1200x840@Hoy.jpg)
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Sor María estaba dormida en su cuarto del colegio La Asunción de Cáceres cuando el sonido del teléfono fijo la despertó el lunes por la noche, en torno a las doce. La llamada era de una vecina, que alertó a las Josefinas de que había fuego en el patio del centro educativo.
... Sor María era una de las cinco monjas que en ese momento estaba en el interior del edificio y salió rápidamente al exterior. Los bomberos, relata, no tardaron en llegar. Fueron alertados por los residentes en la calle Juan XXIII, perpendicular a la calle Argentina.
El origen de las llamas, que alcanzaron una altura considerable, estaba en unos arbustos situados dentro del recinto, junto a la pista de baloncesto. El fuego afectó a unos cuatro metros de seto de la familia ciprés de arizona, según los datos facilitados por el Sepei (Servicio Especial y de Prevención y Extinción de Incendios de Cáceres).
Este martes a mediodía el olor a humo todavía era intenso en las inmediaciones de la zona afectada. El fuego también ha dañado una valla metálica y una papelera. Las llamas han afectado, además, a una farola cercana.
Las monjas tienen la convicción de que el fuego ha sido intencionado. Advierten de que es frecuente que se cuelen jóvenes por la noche en el interior del colegio, que tiene una valla perimetral. No son, precisan, alumnos del centro. Las religiosas tenían previsto denunciar los hechos ante la Policía durante la jornada de este martes. Las instalaciones carecen de cámaras de seguridad y de vigilancia privada.
«Los bomberos llegaron tan rápido, tan rápido, que realmente el fuego no se pudo extender demasiado porque ellos, con su gran pericia, lo sofocaron», ilustra sor Rosa, otra de las religiosas del centro. Es la ecónoma del colegio. Las Josefinas están muy agradecidas a los vecinos, que fueron quienes dieron la voz de alarma y evitaron que los destrozos fueran mayores. No hubo que lamentar daños personales.
«Queremos dar la gracias a los vecinos por llamarnos y por grabarlo todo para tener un testimonio fidedigno de lo que ha ocurrido», añade Sor Rosa.
«Es una pena que los jóvenes, o no sabemos quién, hayan entrado en un recinto cerrado. Eso es muy grave porque la propiedad es privada. No entendemos por qué entran y hacen daño. Si un colegio tiene jardines es para el bien de todos», lamenta la religiosa. Cuenta sor Rosa que hace tan solo unos días tuvieron que echar a seis personas del recinto. «Les dijimos que íbamos a llamar a la Policía. Pero se quedan tan tranquilos. No se inmutan», relata. Y, a continuación, añade: «Creemos que esta vez han tenido mala intención. Ha quedado en un susto. Pero si el incendio en lugar de haber sido a las doce de la noche hubiera sido de madrugada las consecuencias podrían haber sido peores».
El colegio de las Josefinas es uno de los once centros concertados que hay en la capital cacereña. Está situado en el centro de la ciudad y da a cuatro calles: Juan XXIII, Argentina, Padre Eladio Mozas y Dionisio Acedo. Cuenta con amplios espacios ajardinados en el exterior.
El incendio del lunes sobrecogió a los residentes. «Estaba viendo la tele con todas las ventanas abiertas. De pronto me percaté de que el seto que está junto a la cancha de baloncesto estaba ardiendo. Primero llamé a las monjas, que dormían. Y luego a los bomberos, que en menos de diez minutos estaban saltando la valla y acercando la manguera. A las doce de la noche y 25 minutos ya habían sofocado el fuego. Las monjas salieron al patio a agradecer la actuación de los bomberos y a despedirlos», cuenta una de las primeras vecinas que se movilizó al ver las llamas.
De momento, las religiosas descartan reforzar la valla perimetral y subir su altura. «Esto no es una cárcel, es un colegio», zanja sor María desde la recepción del centro, aún sobrecogida por los acontecimientos vividos durante la noche anterior.
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