
Julián Rodríguez, el editor que se interesó por todo
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La sala El Brocense muestra el legado del escritor y galerista, fallecido en 2019CRISTINA NÚÑEZ
Viernes, 26 de marzo 2021, 07:56
Su abuelo le decía que de negro iba uno siempre bien y que cuando fuera a algún sitio llevara siempre algo». El consejo, que recordaba ayer Juan Luis López Espada, lo cumplía Julián Rodríguez (Ceclavín, 1968) a rajatabla: en su vestimenta nunca hacía concesiones al color y era muy dado al regalo, a invitar. A poco que le conocieras te obsequiaba con un libro, o te pagaba una caña o lo que se terciara. «Cuidaba muchísimo a la gente», dice su amigo López Espada.
Rodríguez falleció en 2019 con solo 50 años dejando un hueco insustituible en la cultura, un ámbito al que se entregó con curiosidad, perseverancia y desde muchos lados: era escritor y poeta, se adentró en el mundo del arte y en el mercado editorial. Excelente cocinero, también puso en marcha varios restaurantes o el café-concierto Torre De Babel.
La sala de arte El Brocense inauguró ayer la muestra 'Actos de fe/acciones concretas' en la que se recoge la vertiente de creación gráfica de los proyectos de Julián Rodríguez, una de las facetas que desarrolló de forma prolífica y un tanto desconocida desde que era un adolescente en los años 80. «A Julián se le conoce mucho como novelista, como galerista, como editor, pero una de las cosas que hizo fue el diseño tipográfico», explica López Espada, comisario de la muestra y cómplice en la mayor parte de sus aventuras profesionales desde que en 1997 crearan juntos la revista literaria Baciyelmo.
Él se ha encargado de ordenar esta parte del trabajo de Julián Rodríguez que ocupa las dos plantas de la sala El Brocense, donde puede verse la evolución desde sus primeros fanzines, los trabajos para la Editora Regional, los catálogos de exposiciones de Helga de Alvear o de sus galerías Casa sin fin (ubicadas en Cáceres o Madrid), las cartas de vino del restaurante Atrio y las publicaciones de la editorial Periférica, su gran proyecto, fundado junto a Paca Flores en 2006. También hay obras artísticas que se expusieron en sus galerías. Junto al periodista Javier Rodríguez Marcos, hermano de Julián y Luis Sáez, director de la Editora Regional López Espada daba ayer los últimos retoques a una exposición que podrá verse hasta finales del mes de abril.
La idea de reunir todo este material y exponerlo surgió tras el fallecimiento de Julián Rodríguez, a instancias de la Editora Regional, como un homenaje. El duelo de sus seres más queridos sigue, pero esta iniciativa ayuda a mitiga en parte el dolor por esta pérdida.
El programa de mano de esta exposición, que reproduce el inconfundible estilo gráfico de Periférica, da cuenta de la inabarcable biografía de Rodríguez. Ordenados alfabéticamente aparecen todos los términos frecuentes de las iniciativas en las que se embarcó. Personas, fundaciones, colecciones, revistas o pseudónimos engrosan este particular diccionario donde aparecen los tipos de letras con las que creó todo el material que se expone: bodoni, century schoolbook o stempel garamond.
¿Qué dones tenía Julián Rodríguez para hacer tantas cosas a la vez y todas bien? «Uno era la curiosidad y el interés por todo, le interesaba desde la tipografía del siglo XVIII hasta el último grupo indie y otro la capacidad de absorción que tenía de todo eso y de hacer productos híbridos», describe López Espada. También era sobrenatural la cantidad de trabajo que podía echarse encima. Presumía de leerse un libro al día y los que le tuvieron cerca lo confirman. Era una biblioteca andante y una persona que «pese a su timidez era magnética, porque te descubría cosas».
Pese a la dimensión global que tomaron la mayoría de sus iniciativas Rodríguez nunca dejó de pensar en Cáceres y en Extremadura. Periférica «es un sello de referencia» y «sigue teniendo su sede aquí», subraya el comisario de esta muestra destacando su carácter híbrido entre lo urbano y lo rural, un rasgo que nunca le abandonó.
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
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