«Llevar mi colección a Cáceres va a servir para relanzar la zona del Madruelo»
Alejandro Maluquer Solá. Presidente de la Fundación La Fontana ·
Este empresario catalán es el dueño de los 2.000 instrumentos musicales que recalarán en el nuevo museo que la Junta construirá por siete millones de euros
Alejandro Maluquer Solá (Tánger, 1947) es el nombre propio que está detrás de La Fontana, la fundación que traerá hasta Cáceres una de las colecciones privadas de instrumentos musicales tradicionales más importantes del mundo, además de otra colección formada por 14.000 piezas de cerámica española de distintas épocas.
Es la primera vez que Maluquer Solá concede una entrevista a un medio de la región. Y lo hace unos días después de que la Junta de Extremadura haya convocado el concurso para redactar el proyecto del nuevo edificio que se levantará en el solar que ahora ocupa el Madruelo, donde se ubicará el nuevo museo con los fondos que La Fontana ha cedido por un periodo de 25 años (prorrogables por otros 25) a la ciudad, según consta en el acuerdo suscrito hace un año con el Ayuntamiento –que pone los terrenos– y la Junta de Extremadura, que sufraga la construcción del nuevo inmueble. La inversión estimada es de siete millones de euros.
Empresario vinculado a la fabricación de joyería y bisutería en Cataluña, creó en 1992 junto a su difunta esposa, Helena Folch-Rusiñol (perteneciente a la familia que era dueña la conocida firma de pinturas 'Titanlux'), esta fundación para albergar los 2.000 instrumentos de África, Oceanía, Asia y América que ambos fueron adquiriendo desde la década de los setenta, así como la colección de cerámica iniciada por Alberto Folch-Rusiñol y legada a Helena en los ochenta.
–¿Cómo surge la vinculación de La Fontana con Cáceres?
–La idea surgió de la visita que hizo el presidente Guillermo Fernández Vara a la colección. Alguien en Madrid le comentó la existencia de la fundación y una vez que vino a Barcelona subió a verla. Le gustó. Coincidió, además, que yo estaba buscando una salida para situar la colección. Nos juntamos los dos con intereses mutuos.
–¿Se pusieron de acuerdo enseguida?
–Sí, sí. Enseguida nos compenetramos los dos. Fue muy bueno.
–¿Las dos colecciones que atesora la fundación son visitables ahora mismo?
–Es una colección privada que solo se visita fijando fecha. La enseño yo y no tengo el tiempo suficiente que quisiera para poder hacerlo. Está en una nave que suele estar cerrada.
Gong de Indonesia del siglo XIX perteneciente a la colección de instrumentos musicales.
FUNDACIONLAFONTANA.ORG
–¿Entonces usted buscaba un sitio adecuado para que sus colecciones pudieran verse de manera permanente?
–Sí, exacto, quería darlas a conocer un poco más y enseñarlas.
–¿Qué le parece Cáceres como destino de los instrumentos y la cerámica?
–Cáceres me gusta mucho. Al margen de que la ciudad sea bonita, es una ciudad que no tiene unas dimensiones demasiado grandes. Tiene, además, el festival de música de las diferentes culturas –dice en referencia al Womad–. Me hubiera gustado ir a esta edición, pero me ha resultado imposible. Realmente creo que es una ciudad que se presta a tener la parte de la colección de etnomusicología. Por otro lado, hay que valorar la cercanía con Salvatierra de los Barros, que es un sitio bastante famoso por sus piezas de alfarería. Tengo yo aquí alguna muestra. Creo que la ubicación es buena.
–El proyecto no solo viene acompañado del aterrizaje de sus piezas, sino también de una intervención arquitectónica importante con la construcción de un nuevo edificio y un parking próximo.
–Esto ya es cuestión de la Junta de Extremadura y del Ayuntamiento de Cáceres, que dijeron que intentarían hacer un edificio que se preste para que se pueda ver la colección. Y en ello están.
–¿Cuándo calcula que será una realidad? ¿Qué plazos maneja?
–Eso no lo sé yo. Lo saben más el presidente de la Junta y el alcalde de Cáceres.
–¿Qué le parece el sitio elegido? ¿Ha estado en el Madruelo?
–Sí. Estuve el año pasado en Cáceres. Vi el Madruelo y el sitio me parece muy bien. La colección va a servir para lanzar aquella zona. Desde allí hay, además, muy buenas vistas.
Pieza de cerámica del siglo XVII de los fondos de la fundación.
FUNDACIONLAFONTANA.ORG
–¿Hace falta mucho espacio para exponer todos los fondos?
–Sí. Ahora ocupan cuatro mil y pico metros. Claro, que una colección es diferente a un museo porque en una colección está expuesto casi todo porque al coleccionista le gusta todo: lo ha ido haciendo poco a poco, cada pieza le trae un recuerdo... Para un museo, quizás, las piezas tienen que estar más escogidas. Y, además, se pueden hacer exposiciones temporales. Es otro concepto diferente.
–¿Qué historia hay detrás de esos fondos?
–La colección de cerámica la tenía mi suegro, Alberto Folch-Rusiñol –hijo del fundador de 'Titanlux'–. Era un gran coleccionista. Cuando falleció, mi esposa llegó a un acuerdo con los hermanos y se la quedó con la idea de hacer un edificio para mantenerla, cuidarla e incrementarla. La fuimos incrementando con piezas que faltaban. A un coleccionista siempre la faltan piezas. Y la colección de etnomusicología la iniciamos en los años setenta viajando por el mundo. Nos gustaba la música y a través de ella fuimos conociendo las diferentes culturas. Y así fue como iniciamos esta colección. Cada país tiene su personalidad y eso es lo bonito.
–El pasado mes de diciembre La Fontana actuó como mecenas, junto al Palacio de Godoy y la Fundación Caja Extremadura, de unas jornadas de música clásica celebradas en cuatro iglesias de la provincia. ¿Habrá más colaboraciones de este tipo?
–Esperemos que, poco a poco, vayamos colaborando con la ciudad. La finalidad de la fundación es promover la cultura musical, así como promocionar la cerámica con el préstamo de piezas.
–Su caso recuerda, en cierta medida, al de Helga de Alvear: colecciones privadas que encuentran su sitio en Cáceres.
–El coleccionismo tiene que enseñarse. No debe quedarse exclusivamente entre cuatro paredes para una sola persona.
Comienza la cuenta atrás para el derribo del Madruelo tras la firma del contrato
La cuenta atrás para el derribo del Madruelo está en marcha una vez que la Junta de Extremadura ha firmado ya el contrato con la empresa Eneas Servicios Integrales S.A. por 293.231 euros, que resultó adjudicataria del concurso convocado por la administración. Esta firma se produjo la semana pasada, según ha confirmado la Consejería de Cultura. El plazo para el replanteo es de un mes a partir de la firma. A continuación, la empresa tendrá cuatro meses para ejecutar la demolición.
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