«Hemos estado recogiendo los muebles y poco más. Ya no hay producción que repartir», así resumía este miércoles Juan Manuel Jiménez, empleado de Upan, el fin de esta fábrica de pan en Cáceres. Con su cierre, 90 empleados serán despedidos y han asistido ... a una asamblea de trabajadores con representantes del comité de empresa para ser informados de la situación.
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Ha sido este miércoles por la tarde, en las instalaciones que Upan tiene en el polígono industrial Las Capellanías de Cáceres, a las cinco de la tarde y a puerta cerrada.
Hasta allí se desplazaron los empleados que, en corrillos, mostraban su pena por el cierre y la pérdida de los trabajos. Tampoco escondían su resignación ante un final que «se veía venir». Eso sí, aunque eran conocedores de la situación económica de la empresa, lamentaban «la poca información» que por ahora han recibido sobre el Expediente de Regulación de Empleo que se abre.
«Llevo 30 años trabajando en esta empresa. Esto no es terminar una etapa y empezar otra, esto ha sido mi vida entera», decía Juan Manuel desde la furgoneta en la que todas las mañanas repartía pan. Este miércoles estaba aparcada, junto a otras como esa, en la puerta de la fábrica.
«Teniendo en cuenta mi edad, 55 años, y que en Cáceres ya no quedan tahonas, lo voy a tener difícil para encontrar trabajo», lamentaba.
Entre los despedidos hay personas de todas las edades. Algunos de ellos están a punto de jubilarse. Es el caso de Esteban Sánchez, también repartidor. Llevaba trabajando en Upan 40 años y ahora se quedará en el paro, cuando está a punto de cumplir los 63.
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«En mi caso la situación no es preocupante. Me voy al paro y no tendré mucho problema porque luego me jubilaré», reconoce.
Otros son más jóvenes y la situación que se les presenta ahora es más complicada. «Algo nos esperábamos, por la crisis y la subida de los precios. Se veía venir», comentaba Mireya, que tiene 48 años y lleva trabajando en esta empresa once. Ana Belén entró hace 25. «Es toda mi vida laboral», dice a sus 52 años. «Buscaré otro trabajo, pero al parecer la edad no es la idónea en el mercado laboral», afirma.
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Ambas seguían este miércoles trabajando en la Administración de Upan, el puesto que tendrán que dejar en unos días. Lo que no hay desde el martes es línea de producción. Lo sabe bien José Enrique Ramiro, uno de los trabajadores que elaboraba el pan en horario nocturno en la fábrica.
«Llevo diez años trabajando en Upan. Era algo que se veía venir, con la subida de precios y cada vez menos producción», comentaba.
«Yo llevo toda la vida esto. Mis padres tienen panaderías y conozco perfectamente el oficio. Así que buscaré trabajo», decía José justo antes de entrar a la asamblea de trabajadores.
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Hasta la reunión también se desplazaron empleados desde otras localidades extremeñas, sobre todo dependientas que despachaban el producto en establecimientos de Upan. Ellas también serán despedidas, al igual que los panaderos, administrativos y repartidores.
«Hace dos años ya se empezó a escuchar que la cosa iba mal. Ya se hablaba de cierre y al final todo ha sido cierto», lamentaba una de las dependientas que este miércoles se desplazó desde Talayuela a la capital cacereña para asistir a la asamblea.
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Como a la mayoría de los empleados, tampoco le pilló por sorpresa la noticia a Fani, dependienta en varios establecimientos de Upan. «Yo llevo 20 años trabajando en esta empresa y tengo 41. Así que toda mi vida laboral ha sido aquí. Ahora tendré que dar un cambio, pero me lo tomo con filosofía. Con la edad que tengo, no voy a llorar por los rincones», comentaba.
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