La misteriosa y desconocida calle Castillo de Cáceres

Entre los números 8 y 10 de la calle Parras hay unas estrechas escaleras que conducen a un Cáceres distinto, un Cáceres que muchos desconocen, porque al ver que al final de los escalones hay un muro, piensan que son unas simples escaleras que van a dar a una casa particular. Pero no: el camino sigue a la derecha, se pasa un arco, un túnel y se llega a una pequeña plazoleta desde la que se divisa la Ciudad Monumental. Muchos que han seguido esta senda por primera vez no la olvidan, y más si es de noche con la Ciudad Monumental iluminada. Hay quienes aseguran que la zona les recuerda los recovecos de un zoco árabe.

Esta senda llena de encanto se llama la calle Castillo, y está actualmente siendo arreglada por el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica, que ha encargado la obra a Construcciones Abreu por 40.000 euros. La obra se denomina, según el cartel que hay junto a las escaleras, 'Regeneración urbana de la calle Castillo'. Empezaron el 2 de marzo y durarán tres meses.

La idea de mejorar este espacio ha partido del concejal no adscrito Teófilo Amores, que se muestra satisfecho porque la corporación municipal ha apoyado su propuesta. «La calle Castillo es un sitio precioso y poco conocido, incluso por los cacereños, y ahora se mejorará su aspecto», afirma Amores.

La calle Castillo, en sí misma, es un misterio, porque en muchos lugares existen calles con este mismo nombre que terminan en una fortaleza,pero en Cáceres ahora no hay castillo. «Puede que el nombre se deba a que en este lugar hubo una fortificación, pero parece que no hay constancia», afirma Teófilo Amores. De la misma idea es el concejal de Patrimonio José Ramón Bello, quien señala que el nombre hace referencia a la existencia de una torre, y que la calle unía el centro histórico de la ciudad con su parte alta.

Lo cierto es que en un plano de Cáceres fechado en el año 1845 se señala que en ese lugar había un castillo, y en una calle lateral indica que era la «salida del Castillo a la Peña Redonda». La Peña Redonda era una zona de peñascos en donde había una garita de piedra para vigilar quién llegaba a la ciudad. Esa garita se tiró para construir la Torre del Trabajo, que fue ideada en 1933 siendo alcalde Antonio Canales.

Se quería dotar de una torre con reloj a esta zona en donde desde 1917 comenzaron a vivir numerosas familias de obreros, en las llamadas Casas Baratas.

En la calle Castillo hay actualmente unas 20 viviendas, de las que algunas se encuentran en mal estado, dos de las cuales acaban de ser compradas. El potencial turístico de esta zona es mucho. Ya hay dos apartamentos turísticos.

Con las obras que se están haciendo ahora se van a limpiar fachadas, cambiar canalones, ocultar aparatos de aire acondicionado, colocar bancos y árboles. La mayoría de los propietarios han aceptado con agrado las mejoras, pero no todos están de acuerdo en la manera de hacer las obras.

«Nosotros no nos oponemos a las obras –dice Juan Sebastián Solana–. Pero no se van a arreglar cosas importantes como el suelo de la plazoleta. El Ayuntamiento no ha escuchado a vecinos que viven aquí, que no somos muchos, unos siete». Se queja de que ellos, los siete, mandaron un escrito de peticiones al Consorcio y no obtuvieron respuesta. En ese escrito pedían que no se saturara de bancos y árboles ni la plazuela superior, ni un recodo inferior; que en la plazuela se colocara una fuente con acceso a la red de agua junto al jardincillo en el que hay un níspero; que se pusieran barandillas seguras para los niños, y que se pensara en la tranquilidad y seguridad de los vecinos.

Otro vecino se queja de que el dinero tendría que emplearse en mejorar espacios comunes, «porque al arreglar fachadas, premian a los que no las tenían bien y no a los que las hemos arreglado».