![Diego Doncel: «El mundo ha cambiado y la poesía debe adaptarse»](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202210/14/media/cortadas/DIEGODONCELOK-REMn44GJXO5a2OAENcP44GM-1248x770@Hoy.jpg)
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El poemario 'La fragilidad' se ha convertido para Diego Doncel (Malpartida de Cáceres, 1964) en una especie de talismán. Premio Loewe en el año 2020, este 'libro-catarsis' sobre el sufrimiento generado por la muerte de su padre logró el pasado jueves con el premio de la Crítica de Madrid ... , concedido por la Asociación de Escritores y Críticos madrileños desde 2008. Este último galardón se suma a una exitosa carrera literaria con hitos como el premio Adonais, el Mercedes Calles de Periodismo o el Café Gijón. De su pluma sale poesía, novela, artículos periodísticos y crítica.
–El jurado del premio de la Crítica de Madrid le califica como el autor más destacado de su generación. ¿Cómo recibe esas palabras?
–Con agradecimiento. Es una gentileza, una cortesía por su parte, nada más. Creo que lo que más me importa de eso es que subyace una atención a mi obra. He sido, en la poesía española, alguien que ha defendido el carácter singular, personal de la poesía, sin adscribirse a ninguna tendencia, a ningún grupo. Y alguien que ha perseguido una poesía para el siglo XXI, sin seguir las corrientes del siglo XX, sin tener nostalgia de ellas porque me parecía una postura epigonal. El mundo ha cambiado y la poesía se debe adaptar a ese cambio. He aprendido mucho de todo esto de un gran poeta portugués Joaquim Manuel Magalhaes, su lectura e interpretación de la poesía de hoy me han ayudado mucho a encontrar qué es lo que ahora se debe escribir y cómo hacerlo.
-¿Cómo se puede adaptar el poeta a esos cambios?
–Creo que un poeta debe escribir desde su tiempo, ser contemporáneo de la sensibilidad que nos dan hoy las ciudades, el campo que se vacía, la tecnología de los aparatos que llevamos en el bolsillo. Y hacerlo de corazón a corazón, de intimidad a intimidad porque el hombre y la mujer de ahora mismo necesitan vidas que sean verdaderas, necesitan que quien estáescribiendo le cuente una verdad. La fragilidad cuenta una verdad: la de un hijo cuidando a su padre, la de un hijo que lucha porque su padre no se muera y al final fracasa. Todo pasó en la antigua clínica de la Consolación y todo pasó de una manera brutal. Toda la familia tuvimos que aprender a vivir otra vez. En fin, eso es lo que debe contar la poesía, porque hay muchas personas que han vivido cosas parecidas y necesitan un puñado de palabras que les comprendan, que les acompañen y que les consuelen. Incluso la pérdida de los seres queridos nos sirve para buscar otra vez la vida.
–Después de tantos premios, ¿cómo se recibe uno más?
–Siendo sincero nunca pensé que iba a ganar ningún premio literario, pero vino el Adonais y lo cambió todo. De pronto, a los veinticinco años, sentí que lo que escribía en Montánchez, en un sitio que tenía el suelo de arena, un sitio que era un antiguo pajar, tenía sentido y era valorado por poetas importantes, por Claudio Rodríguez, por Pepe Hierro, por Antonio Colinas. A partir de entonces, percibí algo muy importante, que cada vez que me jugaba la vida en un libro había gente que me seguía y me lo agradecía con su lectura.
–¿Para qué sirve un premio literario?
–Los premios en la poesía de hoy son algo natural, sobre todo porque las editoriales lo tienen como una forma de publicación y como una forma de dar relevancia a determinados poemarios. El Loewe, por ejemplo, me ha servido para que mi poesía sea conocida en sitios de Hispanoamérica y por autores que a mí me interesan mucho.
Diego doncel
–'La fragilidad', ganadora del premio Loewe, en efecto, llegó en el difícil año de 2020 para abordar el dolor y al mismo tiempo abrir una puerta a la esperanza. Han pasado dos años. ¿Cree que se ha superado el dolor o ha mutado en algo diferente?
–Desde que comenzó el siglo XXI solo hemos encadenado crisis: el terrorismo en Nueva York, en Madrid, en París; la crisis financiera desde el 2008; la pandemia; ahora la guerra en Ucrania… Vivimos en un auténtico estrés histórico. Debajo de todo eso hay víctimas en silencio, víctimas que olvidamos. La reclusión y el miedo al contagio, por ejemplo, han dejado a mucha gente con serios problemas mentales, problemas de adaptación. El suicidio en adolescentes es la mayor causa de muerte, niños y niñas que no le ven sentido a la vida y se arrojan desde un piso, desde un elevado, o las vías del metro. Es terrible. Niños y niñas que se autolesionan, que tienen un vacío tan grande que se producen heridas en su propio cuerpo. Quizá estamos haciendo un tipo de sociedad llena de falsas seducciones, quizá la exhibición permanente en las redes sociales conlleve demasiados peligros. Quizá esas redes sociales sean demasiado adictivas. Está claro que vivimos un cambio, una mutación, que el tiempo de ayer, de hace unos años, ya ha muerto, y que estamos en una época nueva, con todos los desajustes y problemas que ello implica. Por eso la poesía es un arma cargada de compañía, de comprensión, porque se dirige a otro ser que vive lo que tú estás viviendo.
–¿Cómo ha sido la trayectoria de 'La fragilidad' desde su publicación? ¿Ha podido presentarlo y estar en contacto con el público?
–Al principio todo fue de forma virtual: las presentaciones, los clubes de lectura, el encuentro con los lectores. Pero ya ahí percibí que el libro tenía vida propia y que había calado en el corazón de mucha gente. Con él he recorrido España varias veces y él me ha llevado a sitios fuera de nuestro país de bastante importancia para mí. Nunca me imaginé que hubiera colas para estar en una lectura mía y se agotaran aforos de teatros de trescientas o cuatrocientas localidades. Sin embargo, lo que quedará de todo esto es que la poesía está viva, que hay otro lugar más allá del mercado, que hay muchos lectores que se sienten insultados por tanta literatura que no los respeta, que los ve como simples consumidores de libros. Lectores que necesitan de una literatura más comprometida con la vida.
–La literatura y el arte en general aportan esa mirada reflexiva que se necesita para entender el mundo y entendernos a nosotros. En este momento de estímulos rápidos, ¿cree que se está dejando de lado como forma de ocio o alimento del alma?
–Hay que tratar a los lectores con respeto, no creer que son tontos, que se les puede dar cualquier cosa. Eso es muy evidente en el mundo de la novela. Cuando una novela deja de ser un producto, cuando una novela se dirige a tratar temas que nos importan, es cuando nuestras palabras tienen un sentido y, entonces, las amamos y no podemos vivir sin ellas. Un libro es algo que irrumpe en la vida de alguien para hacerlo mejor,más sabio, más consciente. Con mucha frecuencia pienso qué tuvo que producirse en el cerebro humano, en el alma humana para construir eso que llamamos poesía. Porque la poesía es un logro de nuestra civilización , un puñado de palabras donde cabe un mundo y una intimidad. ¿ Cuánto tiempo necesitó el hombre para descubrirla? Pues eso es lo que debemos respetar.
–Ha tocado muchos palos literarios. ¿En qué momento creativo estás ahora?
–Ahora solo soy escritor de artículos. Escribo mi crítica semanal de teatro en ABC y mis colaboraciones en ABC Cultural. Es apasionante, sobre todo el teatro. Cuando tengo la fortuna de ver una obra de teatro realmente buena, es impagable. También cuando tengo que hacer una entrevista a alguien con una vida interesante detrás. Hace poco entrevisté a Adonis, el poeta árabe eterno candidato al Nobel, y pude ver a un hombre que se ha jugado todo por estar frente al islamismo, que han quemado sus libros, que lo han amenazado, que ha sufrido exilios y mucho dolor. Un hombre bajo de estatura, aparentemente frágil, pero de una fortaleza moral ante el peligro que es todo un ejemplo. El buen periodismo es parte de la buena literatura. La crónica periodística que se hace en Estados Unidos o en Argentina tiene la misma validez que una buena novela. Pero además aporta verdad, sobre todo la verdad que permanece oculta y la gente quiere y debe conocer. Cuando escribes sobre ello, vives momentos extremadamente intensos, impagables.
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