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Así hemos narrado la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno
Héctor Gallo llegó a ser diplomático en más de 20 países. CEDIDA

Murió Gallo, el cubano 'extremeño' que avisó de la invasión de Bahía de Cochinos

Desde la moto de papel ·

Sergio Lorenzo

Cáceres

Domingo, 31 de mayo 2020, 07:43

Siempre me asombró el carácter de muchos cubanos, que parece que empiezan a ser jóvenes a una edad en la que otros se ven viejos y se abandonan a la muerte.

Conocí a Héctor Pascual Gallo Portieles en el año 2005 en La Habana, cuando él estaba pletórico con sus joviales 81 años y yo, con menos de 45, estaba físicamente mal por una hepatitis C, contraída por una transfusión de sangre contaminada cuando me operaron estando en primero de Periodismo. Ya me estaba abandonando cuando me arrolló la energía de Gallo, con ese don de la palabra que salía a borbotones.

–Te voy a contar las vidas que he tenido – me dijo.

–¿Se puede tener más de una vida?

–¡Claro, chico! Yo primero fui barbero, peluquero de hombres. Después de 24 años de barbero y 35 de edad, con el triunfo de la Revolución, me dijo un compañero: 'Oye, ya no eres barbero, ahora eres diplomático, y a los 12 días estaba en Paraguay, representando al gobierno de Fidel. Estuve de diplomático en una veintena de países de cuatro continentes. Con 66 años me jubilé, y pasé de vivir en una hermosa casa en El Vedado, en La Habana, a un pequeño apartamento en Alamar, a varios kilómetros de la capital. Allí amanecí con mi mujer Emilia el 19 de junio de 1990. Dije: 'adiós sueño y bienvenida realidad'.

–Se presentaba mal la jubilación...

–Estaba en un precipicio. Pensé incluso en el suicidio... pero me salvó el arte, porque empecé otra vida, la de artista.

Gallo comenzó a ver arte en lo que otros tiraban. Fue haciendo pequeñas esculturas, transformando cosas. No se cansaba de crear, sus obras fueron llenando las pocas paredes de la vivienda hasta que el arte de Gallo se desbordó y salió del pequeño apartamento. Puso obras junto a la puerta de la entrada, luego en la acera, hasta ocupar una manzana del barrio humilde, ante el respeto de sus vecinos que apreciaban al escultor que, él mismo, se había convertido en una de sus obras: pelo largo y barba blanca, con un bastón cargado de amuletos, fue cogiendo fama de santero, y a él iban los vecinos a pedirle consejo, y hasta cuando un niño tenía fiebre se lo llevaban para que le bajara la calentura con un abrazo. Su obra callejera se convirtió en un museo llamado 'El jardín de los afectos', en donde hay una escultura con la siguiente frase: «Aldeacentenera está a 14.111 kilómetros; o aquí, en el corazón de Gallo»; siguiendo otra frase que él decía que se refiere a Extremadura y se la escuchó decir a Rodríguez Ibarra: «Donde no regalan lo que sobra. ¡Comparten lo que tienen!». Fue en su vida de artista cuando empezó también a ser extremeño, al encontrarse en los años noventa con Francisco Monterroso, histórico socialista extremeño, durante muchos años alcalde de Aldeacentenera. El pueblo cacereño se hermanó con Habana del Este, y la oenegé Alianza de Solidaridad Extremeña empezó a trabajar en la zona.

En 1999 Gallo y su mujer vinieron por primera vez a Aldeacentenera, para que el artista recibiera el Premio Tierra y Libertad, Pablo Naranjo. Recogió el premio diciendo: «El paraíso existe, ustedes viven en él y me han franqueado la entrada».

Cuando le conocí en Cuba, después de darme vida contándome las suyas, me dio un abrazo que me curó el alma.

Luego seguí viéndole en sus visitas a Extremadura. Supe que él también fue espía, el agente Mayo de la Dirección General de Inteligencia de Cuba; pero como buen espía no contaba casi nada. Sí reconocía, porque lo sabía mucha gente, que fue el primero en conocer por dónde iba a ser la invasión a la Cuba Revolucionaria. Los barbudos de Fidel Castro se hicieron con el poder de la isla el 1 de enero de 1959, y desde entonces se esperaba la invasión de cubanos exiliados apoyados por Estados Unidos. Gallo supo que iba a ser por Bahía de Cochinos, en Playa Girón. Fue el 17 de abril de 1961 y la batalla duró 65 horas. Murieron 100 invasores y fueron capturados cerca de 1.200.

Gallo estuvo en España de diplomático, reconociendo también que había hablado varias veces con Franco. Igual tuvo que ver con el hecho curioso de que el revolucionario Che Guevara, que murió en 1967, estuviera tres veces en España en el año 1959, en pleno Franquismo. Hay fotos de él haciendo turismo en Toledo y en una corrida de toros en Madrid.

–Gallo, ¿tú conociste al Che? – le pregunté una vez.

–Sí, y hasta le corté el pelo.

–¿Y qué me dices de él?

–Hubo una cosa que me impresionó mucho del Che.

–¿Qué? ¿qué era?

–Tenía unas uñas muy bien cuidadas –, respondió el espía.

Gallo se ha muerto hace sólo unos días. Carlos Cabrera Pérez lo publica en Cibercuba: «Murió Héctor Gallo, el espía cubano que avisó de la invasión por Bahía de Cochinos» dice el titular. En el texto recuerda cuando Gallo le habló de las buenas relaciones de Fidel con Franco y Carrero Blanco. Gallo le dijo que sintió cuando ETA mató al almirante en 1973. Se lo relató así: «Carrero fue un buen amigo de Cuba y yo tuve... te lo voy a contar, pero no lo publiques hasta que yo muera, ¿de acuerdo? Su mujer lo abandonó y se escapó a Lisboa con un maromero de circo; Franco me convocó al Pardo y pidió ayuda. Solicité permiso a La Habana y me dieron luz verde... teníamos que hacerlo, Franco fue siempre solidario con la Revolución, bueno, di mejor que un gallego que simpatizaba con hijos de gallego antiimperialista... es muy largo eso, ¿lo entenderán los jóvenes?».

La última vez que hablé con Gallo, me dijo: «Oye, chico, ¿te creerás que ahora he descubierto que soy poeta?». Así es la vida: Se ha muerto el gran Gallo, un poeta en ciernes con 96 años. Todo un ejemplo.

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