

Un músico de bigotes y negacionistas encerrados en Granadilla
DESDE LA MOTO DE PAPEL ·
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Aprovechando el buen tiempo de la tarde del pasado jueves, alrededor de las cuatro y media fuimos a pasear por La Montaña, que es donde ... hay más gente ahora en Cáceres. Desde hace unos días la pandemia ha vaciado el centro de la ciudad, con sus comercios y bares cerrados, y las afueras se han llenado de gente. Tenía ganas de ver al difunto Sanjosé, porque ando falto de temas para esta sección. Cuando le vimos en el Cerro del Milano, tras los saludos, le mendigué una idea sin más preámbulos.
–¿Qué, tienes algo para la Moto de Papel?
–¡Hay que leer más sobre Extremadura, Juntaletras! – Me regañó, como ya esperaba –. La historia de Cáceres, de toda Extremadura, es muy interesante. Merece la pena conocerla y también a la de la gente que vivió aquí, que era muy especial.
–Vale. Pero... ¿tienes algo?
–Mira, el otro domingo escribías sobre el Vizconde de la Torre de Albarragena, el periodista que decía que Cáceres necesitaba un secretario de la Diputación que no se dejara engañar. Pues bien, te faltó tirar más del hilo, investigar algo más... Tienes que esforzarte.
–Vaya. ¿Qué faltaba por investigar? – pregunté.
–Pues mira. El Vizconde, que se había quedado viudo muy joven, con 34 años, educó como pudo a sus cuatro hijos, y uno de ellos fue un personaje muy curioso. Se trata de Jacinto Cabrera Orellana, que nació en Trujillo en 1875 y murió en Cáceres en 1923, de un edema pulmonar, con 48 años.
–¿Y qué hizo de particular Jacinto? – preguntó Caridad que también había subido al Cerro.
–Pues Miguel Hurtado Urrutia, que ha estudiado muy bien su figura, le ha llegado a llamar el Johann Strauss extremeño. Era un músico excepcional que compuso con gran facilidad valses, pasodobles, romanzas, mazurcas, minuetos... Tuvo éxito interpretándolas en Cáceres y también en Madrid, en los teatros Lara y La Comedia. En 1903 es uno de los fundadores en Cáceres de una sociedad artístico-musical de la que surgió el Orfeón Cacereño, que presidió en 1906, año en el que también figura que presidió la Sociedad Coral 'Eco de Cáceres'. En ese 1906, cuando tenía 31 años, el Ayuntamiento de Cáceres le nombra director honorario de la Banda Municipal de Música, a petición de sus músicos, que no de su director Arturo García Agúndez, un hombre de carácter que fue director de la Banda 27 años y que tuvo discrepancias artísticas con Cabrera, que airearon en los periódicos de la época.
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Sentados en lo alto de un risco, teniendo de fondo los balsámicos Llanos de Cáceres, Sanjosé disfrutaba contando cosas de Jacinto Cabrera, mientras yo aprovechaba para tomar notas en un cuaderno pequeño. Caridad tenía curiosidad por ver algún retrato del músico, y encontró en internet dos en los que aparecía con unos imponentes bigotes, casi dalinianos.
–Era un tío de buenos bigotes – nos dijo enseñándonos las fotos – con pinta de dandi.
–Sí. En 1898 se casó con Carlota Belmonte y empezaron a vivir en la casa-palacio de la Plaza de San Juan, donde vivió su padre. No tuvieron hijos. Hubo publicaciones de Madrid que lo definían como un sportman, un deportista de la época, que destacaba en la equitación, en el ciclismo y en la caza. También fue torero, participó en unos 30 festejos taurinos. Amigo de matadores, en 1917 el torero Angelete le brindó un toro; antes él le había dedicado un pasodoble.
–¿Qué pasa, hacía canciones como churros? – pregunté.
–Tenía mucha facilidad. A Alfonso XIII le hizo un vals y el Rey se lo agradeció. Hizo un pasodoble titulado '¡Vaya por Cáceres!, y otra composición que se llamó 'Adiós, Cáceres querido', incluso hizo un pasodoble titulado 'El baloncestista' para la inauguración del campo de deportes de Cabezarrubia en 1923. También compuso un himno trujillano para la Virgen de La Victoria. Una cosa importante, es que tenía muy buen corazón, y ofrecía conciertos benéficos, algunos de ellos para el asilo de las Hermanitas de los Pobres. Y, según cuenta Miguel Hurtado, en 1919 llegó a ofrecer 60.000 pesetas al Ayuntamiento de Cáceres, «para que tenga escuelas dignas en vez de pocilgas». Bueno, Juntaletras, ¿ya tienes bastante? Que parece que tengo trabajo.
–Sí. Por cierto... ¿Cómo vamos con la pandemia?
–Pues mal. Solo hay que ver las cifras, al día de hoy hay 1.429 muertos oficiales en Extremadura, de los que 415 son del área de salud de Cáceres, 225 del de Badajoz, 187 de Mérida, 175 de Don Benito-Villanueva de la Serena y 170 de Plasencia. En las tres zonas menos castigadas hay 98 fallecidos en Navalmoral de la Mata, 91 en Llerena-Zafra y 68 en Coria.
–Bueno y ¿tú cuál crees que es la solución? –Le preguntó Caridad.
–Pues mira, hay mucho insensato, mucho negacionista, y yo tengo muy claro que hacía con ellos.
–¿Qué harías? Miedo me das – le dije.
–Son bombas de relojería andantes. Yo les encerraba en Granadilla. El hermoso pueblo fantasma desde los años sesenta, cuando se echó a sus vecinos al pensar que se iba a inundar al hacer el embalse de Gabriel y Galán, y resulta que nunca llegó el agua a sus casas. A estos insensatos les decía: «coger latas, leche, papel higiénico y lo que queráis, que de ahí no salís hasta que esté el 70% de la gente vacunada». Ahí que hagan fiestas sin mascarilla y lo que quieran. El pueblo está amurallado. Se cierra y ya está. De vez en cuando se les manda víveres, pagados con su dinero, y problema resuelto.
–Pero hombre, saltarán la muralla. – Indiqué.
–De eso nada. Está en una península. Con una pareja de la Guardia Civil en el castillo exterior llega y sobra; y bueno, también se encargará de ellos mi amigo 'ElCapi'.
–¿Quién es 'El Capi'?– preguntó Caridad.
–Guillermo González Rivero, más conocido por 'El Capi', nació en Granadilla en 1934, y a los 17 años se marchó a Asturias a trabajar en las minas de carbón. En el año 2000, con 66 años, volvió a Extremadura a preparar su tumba en el cementerio de su pueblo. Vivía en Zarza de Granadilla, a 11 kilómetros, y casi todos los días iba a arreglar el cementerio, en donde está enterrado desde el año 2013, cuando murió con 78 años. Él se encargará de dar buenos sustos a los que intenten escapar. Podéis estar seguros. ¡Menudo es 'El Capi'!
–Oye. Pues me parece muy bien. – Dijo Caridad con los ojos iluminados – Estoy por hacer una recogida de firmas para apoyar la idea en internet.
No sé si lo habrá hecho, pero estaba decidido. Y la verdad, para cosas más descabelladas han pedido rúbricas. Yo, firmo.
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