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Isabel Recio, de 79 años y natural de Torremocha, ha perdido la cuenta de los sustos que se ha llevado por el impacto de coches junto a su casa. Reside desde hace 57 años en el número 3 de la calle Fuente Rocha, en una vivienda de planta baja pegada a la carreta y a escasos metros de una curva pronunciada.
Ayer, alejada de protocolos y cintas inaugurales, tenía la vista puesta en los beneficios que reportará la apertura de la ansiada Ronda Sureste para el vecindario y para ella en particular. «Aquí hay mucho peligro. Algunos coches cogen la curva a toda velocidad. Yo me despierto todos los días a las cinco de la mañana, que es cuando empieza a haber circulación. Espero que la situación mejore a partir de ahora», describe mientras protege su cabeza con un sombrero de paja.
Fuente Rocha forma parte del gran trazado que se verá aliviado por el estreno ayer de la nueva circunvalación de Cáceres. Puente Vadillo, Fuente Concejo, San Roque y Miralrío completan un itinerario que, hasta ahora, soportaba un tránsito de 18.700 coches diarios, según el dato recogido por el Plan de Infraestructuras para la Movilidad Urbana Sostenible (Pimus), un documento elaborado en 2014 por encargo del Ayuntamiento.
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Este mismo estudio pone de manifiesto que el tráfico suponía un importante «problema de congestión» en este apunto. Al elevado volumen de vehículos se suma el hecho de que solo haya un carril por sentido. Desde la inauguración del Hospital Universitario de Cáceres hace dos años esta vía se ha convertido, además, en el itinerario que recorren las ambulancias que trasladan enfermos desde este centro al San Pedro de Alcántara y viceversa.
Pedro Gallardo vive en el número 7 de la calle Miralrío, en una planta baja. Está convencido de que el tráfico disminuirá en breve hasta en un 80 por ciento en la zona. «Hoy ya se ven menos coches. Pero es pronto todavía. Se apreciará más en dos o tres días, cuando todo el mundo se entere de que la Ronda Sureste ha abierto», apuntaba ayer, pasadas las dos y media de la tarde. Los empleados del campus, los funcionarios de la cárcel y los trabajadores de los dos hospitales, enumera el vecino, son algunos de los usuarios habituales de este angosto recorrido, que desde ayer cuentan con una ronda alternativa.
Pedro asegura que ya está habituado al ruido del tráfico, pero que las pasaba canutas cada vez que tenía que sacar el coche del garaje. «Con el tráfico que había, o le echabas morro o era imposible incorporarte», ilustra. «Teníamos muchas ganas de que abrieran ya la Ronda Sureste», asegura la pareja formada por Ana Pérez y Valts Vilcans, vecinos de San Roque. Se compraron el piso hace unos años y esperan que a partir de ahora el tráfico se vuelva menos hostil.
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