Hacia las 12.15 de la mañana el campanario de la iglesia de Almoharín (Cáceres, 1.796 habitantes) llamaba a los fieles a misa. No más de 40 (una mayoría femenina y de edad avanzada) atendieron el toque y distribuidas por las bancadas de la ... iglesia del Salvador esperaron hasta que el sacerdote comenzó el oficio. No era una misa más. El sábado saltó a la luz a través de la prensa que Ignacio Lojas Obregón, el nuevo cura asignado a esta iglesia y a de la localidad cercana de Valdemorales cumplió condena en 2004 por los hechos que tuvieron lugar dos años antes cuando fue arrestado en Casares de las Hurdes, donde ejercía, por compartir imágenes de pornografía infantil. Sus penas con la justicia civil ya están saldadas, pero no la inquietud social.
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Antes de empezar la misa no cuesta encontrar a quien quiera hablar de un tema que ha agitado la localidad, conocida por su producción de higos y por las sillas de Miguel Sansón. De forma anónima una mujer da su opinión. Cree que lo que hizo este clérigo está «mal, muy mal, y hace daño a la Iglesia», pero apela a que ya ha cumplido su condena y que se ha rehabilitado. También reflexiona sobre la falta de vocaciones que hace que curas no sobren y no sea sencillo el reemplazo. Entre las personas que entraban a misa, comprensión con el sacerdote y ganas de pasar página. «No voy a juzgar», decía una persona que tampoco quería dar su nombre. «Yo no sé qué ha hecho, pero hay cosas que hay que dejar atrás, le doy confianza», indicaba Petra Méndez, una feligresa de 80 años. Sentada en una terraza del café bar La Fuente junto a su hijo de 11 meses Ana Belén Pablo señalaba que el tema no le preocupaba, aunque ponía un punto de cautela. «Sucedió hace 20 años, si es verdad que se ha rehabilitado habrá que darle una oportunidad, pero con pies de plomo».
Ana belén Pablo
Vecina
Yolanda gallego
Vecina
Para Antonio Moreno, nacido y residente en este pueblo aunque de misa esporádica, el hecho de haber ser condenado por ese delito es motivo suficiente para «quitarle de sacerdote, de forma radical». «Si tuviera hijos que fueran a hacer la catequesis yo no les dejaría», comenta casi a voz en grito. Yolanda Gallego es una recién llegada a esta localidad, una neorural que decidió hace siete meses salir de «la selva» de Barcelona para vivir más relajada. Y también lo tiene claro. «Hay cosas que no se pueden cambiar, si has hecho esto lo puedes volver a hacer, no debería estar aquí». Ella vive con su hijo de 10 años. «Yo no quiero conocer a este sacerdote y le he dicho al niño que no hable con él».
Este diario intentó ayer hablar con el clérigo. «No voy a hacer declaraciones, hablad con el Obispado, no voy a responder, de verdad, disculpadme, entendedme», indicó con incomodidad.
El sábado la Diócesis publicó un comunicado en el que señalaba que este sacerdote ya ha cumplido con su condena, que está rehabilitado y que se le considera «apto» para ejercer el ministerio sacerdotal. Los alcaldes de las localidades, Antonia Molina, de Almoharín, y Alfonso Búrdalo, de Valdemorales pidieron reunirse con el Obispo Jesús Pulido. La Diócesis ha ofrecido diálogo con quien lo desee.
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