La octava plaga
Plaza Mayor ·
TROY NAHUMKO
Jueves, 26 de septiembre 2019, 10:16
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TROY NAHUMKO
Jueves, 26 de septiembre 2019, 10:16
Me recordó a uno de los primeros lugares donde viví cuando me mudé a España. Un viejo séptimo sin ascensor en el centro de Madrid con barandillas ornamentadas de hierro forjado y escaleras de madera tan pulidas por años de pisadas que parecían mármol. Llevando la compra a casa uno comenzó a sentirse como la madre en Descalzos por el Parque y deseó conocer a los vecinos del tercero para tener una razón para hacer un descanso. Estaba sentado en un bar tomando algo y todos estaban hablando de la reciente reapertura de Alzapiernas. Entre el ridículo y la mordaz ironía que amo tanto de los españoles, el camarero dijo: «Es como construir un ascensor que solo va del sexto al séptimo piso». Sonreí y pensé, bueno, supongo que habría sido bienvenido cuando iba cargado, pero también sería un ridículo desperdicio. Ni una palabra positiva sobre lo que podría ser la escalera mecánica más corta del mundo, e incluso palabras menos positivas se reservaron para los técnicos y políticos responsables del desastre. Pero lo que me sorprendió es que no había una sensación general de que alguien sería o incluso pudiera ser considerado responsable del desastre. Era como si la incompetencia de este tipo de decisiones fuera algún tipo de maldición bíblica que estuviéramos condenados a sufrir. Podríamos rezar un rosario o a una de las vírgenes con la esperanza de detener la llegada de las langostas, pero ¿exigir responsabilidades? Mejor rezar a otro dios porque parece que una vez que alcanzas cierto nivel en la administración en España entras en una especie de inmunidad a la responsabilidad. Si el camarero cometiese un error equivalente, puedes estar seguro de que la próxima cola que verá será el INEM, pero si un alto cargo autoriza un ascensor o un aeropuerto a ninguna parte, lleva un instituto de idiomas perfectamente viable al cierre, o no forma un gobierno de coalición después de haber prometido que lo haría, y la única cola que ven es para recoger su próximo cheque. Si no solo esperásemos un poco más de los que tienen el poder, sino que lo exigiéramos, lo sé, en mi caso, dormiría mejor por la noche.
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