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Obsesionado con los viajes en los que Alfonso XIII se 'perdía' por Extremadura, llevaba varias madrugadas buscando en la Hemeroteca Digital de ... La Biblioteca Nacional, mirando ejemplares desde 1927 de la Revista Cinegética Ilustrada. Solo había descubierto que el monarca había venido bastantes veces a cazar a la finca Guadalperal, en el término municipal de El Gordo (Cáceres), cuando por arte de magia por la impresora que tengo a mi diestra empezó a salir un artículo de ABC.
Sorprendido, tomé los folios recién impresos. Era un artículo del periodista José Miguel Hernández Parral sobre Hernando Fitz-James Stuart, duque de Peñaranda. En el artículo 'alguien' había subrayado que el duque tenía como su domicilio la finca Guadalperal, en Cáceres. Figuraba así en las guías de sociedad de hace un siglo. Como me imaginé de quien sería el regalo, pregunté hacía la penumbra, más allá de la luz de la lámpara de mesa que me alumbraba:
–¿Y esto?
–Eso es para que aprendas a buscar en internet, Juntaletras... que das pena. – Me respondió el difunto Sanjosé saliendo de la oscuridad – Alfonso XIII venía a cazar a la magnífica finca de su amigo Hernando Fitz-James Stuart, XVIII duque de Peñaranda de Duero, XI conde de Montijo y XIII marqués de Valderrábano. Por lo visto las visitas del Rey se hicieron más frecuentes desde que el duque se casó en 1920, con la hermosa María del Carmen de Saavedra y Collado, XIII marquesa de Villaviciosa. El día de la boda, el duque tenía 38 años y ella 21.
Sanjosé me enseñó en internet fotos de la boda, y unas increíbles del duque de Peñaranda hechas por el magnífico fotógrafo Kaulak. Me señaló una en la que Hernando Fitz-James estaba con el torso desnudo.
–Fíjate. Aquí se puede ver un poco, en su brazo izquierdo, que tenía tatuado un dragón. Debió llamar bastante la atención en su época, que un noble se tatuara, cuando los tatuajes estaban relacionados con presidiarios y gente de mal vivir.
–El hombre parecía que estaba fuerte, fibroso – comenté.
–Sí. Fue un deportista famoso, que ganó una medalla en las olimpiadas.
–No me digas.
–En polo. Formó parte del equipo español que ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Amberes, en 1920. Sus otros tres compañeros eran: su hermano mayor, el duque de Alba; el marqués de Villabrágima y el conde de la Maza. En 1924 fue a las Olimpiadas de París, pero quedó en cuarto puesto.
El maestro se sentó frente a mí, junto a la mesa llena de papeles. Alumbrados únicamente por la lámpara de mesa, me fue contando que el duque de Peñaranda había sido un hombre peculiar, que además de ser el mejor polista de España, fue un gran cazador. Acompañó al duque de Medinaceli por sus viajes por el mundo, en donde igual cazaba osos polares en el Polo Norte que jirafas y elefantes en África. También cazaba con su suegro, el marqués de Viana, que era íntimo amigo de Alfonso XIII. El marqués de Viana era quien organizaba las cacerías reales, al ser el montero mayor del Rey, y le llevó muchas veces a la finca de su yerno en Extremadura.
El viejo periodista me explicó que nuestro duque tatuado tenía una gran pasión por su finca de Cáceres, en donde construyó un palacete y un poblado de trabajadores. También contrató a un ingeniero agrónomo, que mejoró la explotación de las tierras.
–La finca Guadalperal sigue funcionando – me dijo Sanjosé –, y aún sirve de escenario de noticias del corazón, como cuando en el año 2003 se casaron en ella Javier Fitz-James Stuart y María Chávarri, para separarse 13 años después.
–Hombre, Javier se casó en Guadalperal después de tener una hija con Isabel Sartorius, la que fue novia de Felipe VI, con la que no se casó por...
–¡No me seas marujo, Juntaletras! – me cortó el difunto.
–Oye ¿y la finca tiene que ver con el dolmen de Guadalperal, al que llaman el Stonehenge español?
–Eso ya está mejor. Claro que tiene que ver. Lee eso. – Señaló entonces a la impresora, y salió por ella un trabajo publicado por Eduardo Sáenz de Varona el 1 de octubre de 2020.
–Vamos a ver. – Cogí los folios y empecé a leer – «El dolmen de Guadalperal se encuentra en la provincia de Cáceres, muy próximo a la finca Guadalperal, propiedad de Jacobo Fitz-James Stuar Gómez (Madrid, 1947), duque de Peñaranda y primo del duque de Alba, donde tiene su residencia habitual. El que esto suscribe recuerda muy bien a su abuela, María del Carmen Saavedra Collado (1899-1967), duquesa viuda de Peñaranda, pese a ser mucho mayor que yo, pues era muy amiga de mis padres». Mira, aquí habla de la hermosa esposa de nuestro duque tatuado: «Mujer excepcional, inteligente, muy culta, sagaz y libre a la que todos conocíamos como Carmen Peñaranda. A Jacobo Stuart lo conocí en mi época de estudiante en Madrid. Debido a un fracaso sentimental con la hija de un conocido banquero español, decidió vivir en su finca extremeña de Guadalperal, donde continua residiendo...» – Me detuve a pensar – ¿Quién será esa mujer?
–¡Juntaletras! – atronó el difunto – ¡No me seas marujo!
–Vale, Vale. ¿Y cómo acabó su vida nuestro duque olímpico?
–Pues muy mal. Le cogió el inicio de la Guerra Civil en Madrid. Al principio se escondió en varias casas, incluso en un manicomio. Intentó escapar, pero le cogieron. Le asesinaron el 7 de noviembre de 1936. Fue uno de los miles de la matanza de Paracuellos, cuando a algunos republicanos les pudo el odio en la Batalla de Madrid, y mataron entre 2.500 a 12.000 presos. Bueno, te dejo. Se bueno y busca mejor Juntaletras.
El difunto se esfumó. Amanecía. Me levanté de la silla. Puse un café. Encendí la radio y salió la voz airada de Pablo Iglesias, hablando de defender Madrid ante el asalto de la ultraderecha... como si estuviéramos en aquel terrible 1936.
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