María José Iglesias reside en el número 9 de la calle Consolación. ARMANDO MÉNDEZ

«He perdido la cuenta de las veces que los camiones me han roto el balcón»

El Ayuntamiento rebajará la altura permitida para los vehículos pesados en la calle Consolación, el principal acceso a la zona intramuros

Martes, 8 de septiembre 2020, 08:57

Basta estar cinco minutos en la calle Consolación un lunes por la mañana para comprobar la intensidad de tráfico que soporta el principal acceso de vehículos a la zona intramuros y la Plaza de San Juan. María José Iglesias reside desde hace 12 años en el número 9 de esta estrecha vía, que une el Puente de San Francisco y la calle San Ildefonso con la Plaza de Santa Clara.

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Los camiones se han convertido en su pesadilla. Sobre todo, los de grandes dimensiones. Su balcón, indica, ha sufrido reiterados impactos. La asociación de vecinos Ciudad Monumental ha elevado la queja al Ayuntamiento y el Consistorio, según ha confirmado a este diario, rebajará la altura permitida, fijada en la actualidad en 2,88 metros. La idea es reducir el gálibo hasta los 2,50 ó 2,60 para evitar que los vehículos peguen en los balcones.

«La altura de los 2,88 no se ha cumplido nunca. Jamás. Yo he perdido la cuenta de las veces que me han roto el balcón. Han sido más de cinco y más de seis. Los camiones no respetan el gálibo. Impactan con tu balcón, te hacen el daño y se marchan. No te dejan ninguna nota», se queja María José.

Los residentes quieren más medidas: desde la colocación de pivotes a la restricción total al tráfico en esta vía

El último percance que ha sufrido, relata, ha llegado a la vía judicial porque la compañía de seguros de la empresa del camión no cubría el importe de todos los desperfectos ocasionados. «Tuve que hacerlo nuevo; me costó casi 2.000 euros», detalla.

A modo de solución para solventar un problema que no solo padece ella, María José propone que las empresas que accedan al recinto, como las que suministran bebidas a los bares y restaurantes de la zona, utilicen vehículos de menores dimensiones. «Yo no digo que no tengan que reponer, pero deberían llevar vehículos más pequeños. Se trata de preservar el patrimonio. Esta calle está hundida por los camiones que pasan», ilustra.

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Delante de la fachada de María José hay tres pivotes metálicos. Los instaló el Ayuntamiento en la primavera del año pasado como medida preventiva. «La última vez que un vehículo impactó contra mi balcón, quedó en estado ruinoso. Y yo no tengo 2.000 euros todos los meses para poder arreglarlo. Las compañías de seguro no me quieren asegurar porque, sin tener culpa, estoy dando parte todo los días. Opté por ir al Ayuntamiento e insistir en que me diesen una solución. Entendía que el responsable subsidiario era el Consistorio por no poner los medios necesario para que la normativa se cumpliera». María José fue escuchada y la situación, admite, ha mejorado desde que se colocaron los bolardos.

Susana Moreno reside frente a María José. A ella le han arrancado en dos ocasiones la instalación del gas, situada en la fachada exterior de su vivienda. «El Ayuntamiento infringe la ley porque deja circular los vehículos por encima de la acera (situada al mismo nivel que la calzada)», apunta. Ella también ha solicitado la instalación de bolardos, pero su petición, de momento, no ha obtenido respuesta.

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«Tenemos un peligro de seguridad vial», advierte. «Queremos los bolardos para proteger nuestras fachadas y para protegernos nosotros. Queremos salir de casa y que no nos atropellen los coches». La solicitud, indica, no ha sido solo suya. Se trata de una petición colectiva para, al menos, otras siete viviendas.

Susana Moreno reclama, además, que por la vía solo puedan circular los coches de los vecinos. Esta es una promesa, asegura, realizada por el actual equipo de gobierno. «Se comprometieron a poner este mes de septiembre una señal en la calle San Ildefonso para prohibir la circulación excepto a los residentes y dijeron que antes de final de año instalarían una cámara», indica.

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Si el Consistorio no cumple, Moreno avanza que recurrirá a la justicia. «Esto se tiene que solucionar de una manera o de otra. No podemos estar esperando a saltar por los aires cuando arranquen la instalación del gas o a que salga mi vecino de 82 años y se lo lleven por delante para que el Ayuntamiento tome cartas en el asunto», zanja.

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