La Fundación Lumbini Garden planea un centro budista provisional en el monte Arropez hasta saber si se elimina o no la ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves) que, hoy por hoy, impide llevar a cabo el complejo definitivo previsto en este paraje cacereño que quiere convertirse en destino internacional para el conocido como turismo espiritual.
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Hasta que los largos trámites –pueden prolongarse durante años– se resuelvan para levantar la protección que hoy pesa sobre Arropez, la fundación ha buscado una fórmula temporal que permita de una manera más inmediata iniciar sobre el terreno el proyecto, según ha podido saber este diario.
José Manuel Vilanova, presidente de la Fundación Lumbini, prefirió ayer no entrar en detalles. Sí reconoció que se han presentado diferentes alternativas al Ayuntamiento, a los ecologistas e, incluso, a la Junta de Extremadura. Y que, en estos momentos, permanecen a la espera de que les concedan los permisos para poder empezar. Hasta que esos permisos no lleguen, dijo, apuesta por no desvelar más datos. «Saben lo que queremos y está presentado», apostilló.
Con este movimiento de ficha, el proyecto del complejo budista inicia un nuevo paso y trata de ganar tiempo a un proceso burocrático que se prevé largo. La última palabra está en Bruselas.
Tal y como se ha venido publicando, el Ayuntamiento de Cáceres y la Junta de Extremadura han apostado por eliminar la ZEPA que protege al monte Arropez para que el proyecto pueda salir adelante en estos terrenos, una medida que se enmarca dentro de un plan más amplio que tiene el ejecutivo autonómico para modificar los límites de estos espacios protegidos en varias zonas de Extremadura. En concreto, el gobierno autonómico pedirá a Europa que cambie los límites de seis ZEC (Zonas de Especial Conservación) y once ZEPA. La que afecta al monte Arropez protege, en concreto, los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes.
Hace poco más de un año –fue en abril de 2021– de la visita que una amplia delegación nepalí (con el presidente de la Asamblea Nacional de Nepal al frente), acompañada de representantes locales, hizo al monte Arropez para escenificar sobre el terreno el ritual de sacralización del paraje. Esta ceremonia permitió visualizar, por primera vez, la presencia de monjes budistas en el lugar donde se ubicarán los templos y la enorme estatua de Buda de 60 metros de altura.
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Culminó así una estancia de una semana en Cáceres en la que se dieron pasos significativos, como la firma del hermanamiento entre la capital cacereña y Lumbini (Nepal), considerada la cuna de Buda, y la unión de la tierra local con las tierras sagradas nepalíes, un ritual que se escenificó en el Museo Pedrilla, donde permanece de manera temporal la réplica de Buda tallada en jade blanco que será trasladada al complejo budista.
El complejo budista, que será un lugar de referencia para toda Europa, mueve cifras millonarias. Según los datos publicados hasta ahora, la inversión completa podría ascender hasta los 700 millones de euros. Los fondos proceden tanto del sector público como del privado.
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Dentro del entramado previsto en Arropez no se contemplan ni hoteles ni viviendas, aunque sí habrá estancias para los monjes de los templos budistas. El pasado mes de diciembre la Fundación Lumbini acordó con tres templos tailandeses construir réplicas en Arropez con una inversión de 30 millones de euros.
Antes de elegir este monte, cuyo suelo es de titularidad municipal, se barajó ubicar el proyecto en La Sierrilla, aunque finalmente se descartó por su cercanía. El Consistorio se quedó con Arropez al tratarse de un entorno medioambiental degradado, según apuntó el concejal de Urbanismo, José Ramón Bello, además de ser una localización sin impacto visual en la ciudad.
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Las trabas con las que la Fundación Lumbini se ha encontrado para desarrollar su proyecto budista en Cáceres llevaron ayer a su presidente, José Manuel Vilanova, a insistir en una idea que ya había apuntado en ocasiones anteriores: «los inversores no esperan eternamente», reiteró sobre la situación urbanística del monte Arropez, pendiente de ser 'liberado' de la ZEPA que lo protege en la actualidad.
«España es muy complicada», apostilló sobre las dificultades encontradas para levantar un complejo de estas características. Y añadió que lo que ocurre aquí no sucede en otros países. Cree, además, que lo ocurrido con el complejo de Valdecañas está condicionando las decisiones de las que depende su proyecto.
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