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La verdad es que el difunto fue muy claro cuando advirtió al fotógrafo:
–No vuelvas a meterte con Caridad – le dijo –. Mira que ... con el cáncer las cosas le afectan mucho, y te pasaste un par de pueblos con lo del obispo Segura.
–Bueno, hombre, bueno. Ni que fuera de mantequilla – le contestó el insensato Guinea.
A los dos días paseábamos al atardecer por la Judería Vieja; y yo me quejé, igual que otras veces.
–Estoy seco. No sé de qué escribir este domingo. ¿Se te ocurre algo Sanjosé?
–Bueno... Hace tiempo escribiste del viaje a Las Hurdes del rey Alfonso XIII con el doctor Marañón, allá por 1922; y ahora, al hablar estas semanas del obispo Segura, recordaste que estuvo con el Rey en ese viaje; pero aún no has hablado de que hay una foto de Alfonso XIII bañándose desnudo en un río de Las Hurdes.
–Hombre, no he hablado de eso – le respondí – porque no es cierto. Es una leyenda urbana... o rural, como tú quieras.
–¡De eso nada! – se revolvió el espíritu, que empezó a meterse conmigo – Pero... ¡Qué zoquete eres, Juntaletras! Mira, ese viaje se hizo del 20 al 24 de junio de 1922. Se sorteó entre todos los reporteros gráficos que fuera uno, con la condición de que luego le pasara fotos a los demás...
–Sí que tenían buen rollo los compañeros por entonces – comentó Guinea.
–Bueno, pues le tocó a Campúa hijo, que tenía 22 años. El Rey era amigo de su padre, el fotógrafo José Luis Demaría López, que había nacido en Jerez de la Frontera en 1870, y que al instalarse en Madrid decidió ponerse de seudónimo un nombre italiano. Escogió el nombre de la ciudad de Capua. Encargó las tarjetas de propaganda y en la imprenta le pusieron una 'm', y ya se quedó con el nombre de 'Campúa'. El padre se hizo famoso por una foto que hizo en Badajoz en 1905, cuando una mujer se puso de rodillas ante el Rey a caballo, según unos para pedir clemencia para su hijo condenado a muerte, según otros le pidió que licenciara a su hijo soldado para que le cuidara, ya que su marido le abandonó...
–Te estás enrollando, ¿qué pasa con el desnudo del Rey? – le apremié yo, que veía que se acercaba la hora del toque de queda y me quedaba sin tema.
–Bueno, pues Alfonso XIII le cogió cariño al hijo de su amigo, que era el fotógrafo de la Casa Real. Le llamaba 'Pajarito' porque tenía una gran nariz en una cara flaca. El segundo día del Viaje de Las Hurdes, el 21 de junio, estaban en Casar de Palomero en donde habían dormido. Escucharon misa a las ocho, que dijo el obispo Segura, y se fueron a caballo a Pinofranqueado. Después de horas de viaje con mucho calor, el Rey decidió bañarse en el Río de Los Ángeles, y según se cuenta en una crónica del viaje, Alfonso XIII le dijo al fotógrafo: '¡Ven Pajarito!, que vas a hacer una fotografía que no me ha hecho nunca tu padre'. Se quitó el pantalón y la camisa, y totalmente desnudo posó junto a Marañón, que tenía unos calzoncillos hasta las rodillas.
–¿Qué pasó con esa fotografía? – seguí preguntando.
–En 1963, el periódico Pueblo le hizo una entrevista a Campúa hijo, le preguntaron por la foto, y esto fue lo que dijo: «Esa fotografía, cuyo cliché le entregué al rey en París, no sé cómo llegaría a manos de El Caballero Audaz en tiempos de la República. El caso es que la publicó en la portada de un libro... ¡En fin, más vale no hablar de eso!».
–Explica quién era El Caballero Audaz, que el ignorante del chispacero seguro que no lo sabe – le pidió al difunto Manuel Caridad, que aún andaba algo enfadado con el fotógrafo.
–El Caballero Audaz era el seudónimo del periodista y escritor José María Carretero Novillo, un cordobés que medía bastante para la época: un metro noventa. Un buen espadachín, que se batió en varios duelos, en aquella época en la que los periodistas había veces que defendían lo que escribían, con una espada o una pistola en la mano. Sus entrevistas eran muy buenas, tenías que leer alguna para aprender algo Juntaletras. Entrevistó a León Trotski, a Valle-Inclán, Rubén Darío, Pablo Iglesias, Mussolini, Adolf Hitler... Tuvo mucho éxito con novelas eróticas y de actualidad política. Entre las de actualidad, de la época, en mayo de 1934, publicó '¿Alfonso XIII fue buen rey?'. Aquí es donde uso la foto para hacer una curiosa campaña publicitaria. Por lo visto hizo octavillas con la foto tapando las vergüenzas reales con una banda en la que indicaba que era la ilustración número 12 del libro. El libro se vendió como rosquillas; pero al llegar a la página de la ilustración, había una nota en la que el escritor indicaba que había decidido no publicarla, para que no dijeran de él que era un sensacionalista; pero, no obstante, si alguien quería la foto podía escribir a una dirección pidiéndola, pero tenía que meter en el sobre un sello de 30 céntimos, si quería recibir la foto en correo normal, o 60 céntimos si la quería en correo certificado. El libro costaba 6 pesetas.
–Vaya historia. La verdad es que lo último suena un poco a estafa. ¿Y cómo pudo conseguir la foto? – pregunté a Sanjosé.
–Yo creó que Campúa padre hizo una copia y se la pasó a El Caballero Audaz, que era su íntimo amigo, al que le hacía las fotos de sus entrevistas.
–Y pienso yo... – dijo entonces Guinea –. Si hay una foto del Rey desnudo en Las Hurdes... ¿no habrá otra foto del obispo Segura desnudo? ¿Qué dices a eso Caridad?
Caridad no dijo nada. Quien sí dijo fue el difunto que cogiendo carrerilla, le dio tal patada en el trasero a Guinea, que no exagero si digo que lo levantó del suelo, cayendo a tres metros de distancia. Ahí anda ahora el fotógrafo en la Redacción, muy callado, sentado sobre un cojín inflable redondo.
La verdad es que el difunto avisar... sí que le avisó.
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