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CRISTINA NÚÑEZ
CÁCERES.
Viernes, 22 de enero 2021, 09:46
Mascarillas, periodos de clases on-line, distancia y supresión de excursiones y de actividades extraordinarias en los centros. La vida escolar en colegios e institutos ha quedado profundamente trastocada por culpa de un virus que no solo está segando vidas, sino que también está transformándo la sociedad. La situación ha hecho que se haya multiplicado el número de docentes entre 60 y 64 años que se han prejubilado en la ciudad en el primer trimestre del curso respecto a ese mismo periodo del año pasado.
El miedo a un contagio, pero también lidiar con las nuevas condiciones escolares, están detrás de muchos de estos retiros anticipados, que en la ciudad han subido de los 27 que se produjeron entre septiembre y diciembre de 2019 a los 56 en ese mismo periodo de este año. Más del doble, según los datos que aporta la Consejería de Educación. Son miembros de toda la plantilla docente que ejercían en la capital cacereña: maestros, profesores y profesores técnicos. Aunque es habitual que muchos docentes no lleguen a los 65 años de edad dando clase (pueden retirarse entre los 60 y 64 años si han trabajado al menos 35 años para conservar sus condiciones económicas), en esta ocasión esta cifra se ha disparado. Ese incremento también se ha producido en el resto de la región. En toda Extremadura las prejubilaciones han sido 297 de septiembre a diciembre de 2020. En ese periodo el año pasado fueron 210. Es decir, han crecido un 30%.
El movimiento de los docentes hacia los núcleos de población más grandes genera un fenómeno que se acusa en Cáceres, donde el cuerpo de maestros tiene edades medias elevadas. El sistema de acceso a las plazas, basado en los años de servicio y la permanencia en un centro, hace difícil llegar a los centros de las ciudades antes de los 40.
La maestra de Infantil Magdalena Hoyas se jubiló el último día de clase del primer trimestre, el 22 de diciembre. Cumplió 61 años en el mes de agosto y la pandemia truncó sus planes de continuar al menos hasta el final del curso 2021-22 y terminar ciclo con su clase, que está en segundo de Infantil en el colegio publico Prácticas. «Me hubiera gustado que terminaran el ciclo conmigo, pero la situación se complicó». En su caso lo que más pesó fue tener cerca a su padre, de edad elevada y con una salud precaria. Quería evitar un contagio.
Otra de las cuestiones que le empujó a jubilarse antes de lo que había previsto era enfrentarse a las medidas restrictivas. «Los niños lo han llevado muy bien, y cumplen con todas las normas, pero es complicado estar en una escuela en la que ya no hay salidas, ya no hay excursiones, las familias no pueden venir a participar...», ilustra Magdalena, una querida y respetada maestra, que también dio clase en el colegio Dulce Chacón.
.También se jubiló en diciembre Tomás Niso, profesor de Inglés del colegio Prácticas, que reconoce que la decisión no fue fácil, y que en ella tuvo que ver a parte de los riesgos para la salud las dificultades a la hora de dar clase. "La interacción entre los alumnos se antojaba imposible y la considero fundamental en un área como la que yo impartía. Ese trabajo que tanto me gustaba, se estaba haciendo cada vez más insatisfactorio" señala. "Insuficiente me parece también la enseñanza telemática, que no puede sustituir a la presencial, aunque los medios tecnológicos con los que contamos la hagan viable".
Aunque no todos los directores de instituto de la ciudad coinciden en el mismo diagnóstico, Felipe Fernández, que dirige el Hernández Pacheco asegura que este año se ha notado que «los que han podido, se han ido». Complejo fue el curso pasado para ESO y Bachillerato y también lo está siendo éste. Hasta el próximo lunes, continúan las clases on-line en este nivel.
Fernando Martín ha sido profesor de Dibujo en el Hernández Pacheco hasta el pasado mes de septiembre. Se jubiló con 60 años. «Yo lo tenía previsto, pero con todo lo que pasamos el año pasado con las clases on-line, que fue bastante complicado, decidí jubilarme ya», explica. Además de esto también le temía al virus. «Tengo algún problema físico y no me quería arriesgar». La previsión de empeoramiento de la economía también le hizo optar por el retiro, para evitar perder condiciones ventajosas por aplazar este momento.
También terminó su vida laboral en el Hernández Pacheco la catedrática de Francés Paloma Osorio, que se jubiló el 31 de agosto con 63 años. «Yo pensaba continuar un año más, pero sufro una insuficiencia renal, era un riesgo incorporarme, si hubiera sido on-line hubiera seguido», apunta esta veterana de la enseñanza, que rompe una lanza a favor de sus compañeros y lamenta que las clases presenciales se retomen el lunes.
Y mientras unos se van, otros llegan. Las sustituciones de los docentes que se han jubilado sumadas a las necesidades creadas por los desdobles que se han establecido en algunos niveles han generado 185 llamamientos de docentes para la ciudad de Cáceres, lo cual, ha hecho «correr» considerablemente la lista de docentes interinos.
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