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«Una mejora inspira a la otra y al final el que tiene una fachada que está en peores condiciones se siente incómodo». Cecilia Calderón, gerente de la inmobiliaria Rústicas y Urbanas, describe así cómo las rehabilitaciones van generando un especie de movimiento inspirador. Se contagian las ganas por que el lugar esté bonito, viene a decir esta experta en el negocio inmobiliario. Este proceso, que se está llevando a cabo de forma particular, es decir, a través de iniciativas privadas y no por un proceso incentivado desde lo público como sí ha sucedido en otras ciudades, ha logrado cambiar lentamente el color de este entorno.
La Plaza Mayor está más limpia, más blanca y con menos desconchones, algo que ha sido fruto, probablemente, de un largo proceso en el que mucho tuvo que ver la reforma que se completó en el año 2011 a través del Consorcio 2016, y que hizo cambiar el concepto de una plaza dejada y muy lejos de la vida real de la ciudad, que el cacereño no disfrutaba. Las fachadas principales de este recinto, las situadas sobre los soportales, presentan una imagen muy distinta a la de hace unas décadas. «La recuperación de la plaza ha cambiado el sentido de la zona centro, su arreglo y peatonalización han logrado mejorar el nivel de los negocios, todo eso le ha devuelto a la plaza un sentido de recreo y de punto de encuentro de los turistas», estima Calderón, que apunta también que a pesar de lo positivo cree que en la plaza faltan elementos verdes, frescor contra el asfalto.
Varias obras se desarrollan actualmente en la Plaza Mayor que darán brío al sector inmobiliario. Se proyecta la construcción de nuevos apartamentos turísticos en el edificio de los arcos inferiores de la plaza, mientras que la fundación Valhondo Calaff está llevando a cabo la construcción de cinco viviendas que serán destinadas al alquiler residencial. Otros proyectos, como los nueve apartamentos que construyó la promotora Novaprosa también en la parte baja de la Plaza Mayor, o la reconstrucción y apertura del hotel Don Fernando, abrieron brecha en un proceso que aún no se ha completado, ya que hay edificios vacíos, como el que está en venta a través de la inmobiliaria de Cecilia Calderón. Se trata de un recinto de 1.200 metros cuadrados que da a la Plaza Mayor y a la calle Ríos Verdes. Tiene un precio de 650.000 euros.
El edificio bajo el que se encuentra la Multitienda, un establecimiento de chucherías y productos extremeños, surgido también al calor de la reactivación de la plaza, llevó a cabo hace dos años la restauración de su fachada. Cuesta encontrar a algún vecino tanto en ese edificio como el de al lado, que cuenta con alojamiento turísticos.
Para Antonio Campesino, catedrático de Geografía Urbana y Regional en la Universidad de Extremadura, es evidente que tras su reforma la Plaza Mayor mejoró, pero el rumbo que está tomando este punto de la ciudad apunta a un vaciamiento de población autóctona, como se está viendo. Cuesta encontrar vecinos que no sean turistas. Como muestra un botón: en la plaza del Duque número 1, edificio que cuenta con ocho viviendas, solamente hay dos habitadas de forma permanente. El resto, o están vacías y en venta u ocupadas temporalmente por gente que vive fuera. Al mismo tiempo, con una imagen mucho más blanca y limpia, también siguen estando presentes muchos carteles de 'Se vende'.
Para Campesino, «todavía no se ha encontrado una solución al espacio formal de la plaza, el problema es que una plaza mediterránea tiene que tener sol, sombra, agua». Él considera que la actual plaza se asemeja a la de 1986, que era «dura, de hormigón, que no era habitable como espacio estancial». Apunta el problema de que la gente no tiene donde sentarse excepto en las terrazas o que te tires en las escaleras, para lo que hay que tener 20 años». Él pone el acento en la privatización que supone ese uso de la Plaza Mayor. «Yo, como asesor urbanístico, en 2016 tenía una idea de plaza, pero era un asesor, pagó la Consejería y la plaza fue la que quería la consejera», indica. «Hay más vida, efectivamente, pero no estoy de acuerdo con el modelo de plaza».
En su crítica indica que ese entorno «no ha sido rehabilitado para recibir personas, falta vida, cuando hicimos el estudio de Cáceres 2016 había 12 personas viviendo, ahora no hay muchas más».
La sobreabundancia de bares y terrazas crea «un monocultivo que resta vida en las plantas superiores de los edificios», indica Campesino.
Juan Manuel Honrado, el activo presidente de la asociación de vecinos de la Ciudad Monumental, también pone el acento en el equilibrio que han de tener los entornos urbanísticos. «La gente se está animando a rehabilitar, pero la gran mayoría de esas rehabilitaciones están dirigidas a los apartamentos turísticos, y muy pocas a viviendas». Él reconoce que son procesos que se dan y que tiene su doble vertiente. «Es positivo que la plaza esté mejor, la gente agradece eso, pero también entendemos que se está dando un desequilibrio, y que es un proceso que se va a ver dentro de unos años, son acciones que no son de hoy para mañana». Un debate que sin duda está muy vivo y que es de difícil resolución: las tendencias económicas se mezclan con los nuevos hábitos que pintan el paisaje urbano.
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