Sin recursos, con un equipo reducido, sin publicidad y sin visitas oficiales. La última campaña del equipo Primeros Pobladores de Extremadura en la cueva de Santa Ana se ha desarrollado, como en las últimas ediciones, de forma discreta. Ayer se clausuraron diez jornadas de trabajo dedicadas a continuar desentrañando los datos que guarda esta cavidad del Achelense (Pleistoceno Inferior Medio) que ofrece muestras de la evolución tecnológica de los homínidos de al menos 600.000 años. Ha llovido lo suyo esta semana y cualquiera podría imaginar la cueva inundada y de barro hasta arriba. Pero no, dentro se trabaja a una temperatura constante y todo está seco. Sin duda, el hombre de la prehistoria sabía elegir bien su morada.
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Además de Eudald Carbonell y Antoni Canals, codirectores de Primeros Pobladores y unidos estrechamente a proyectos emblemáticos como el de Atapuerca, otros siete doctores o doctorandos han participado en los trabajos de este año. Lo más destacable de esta campaña es que se han recogido restos de animales, dientes, que servirán para realizar un nuevo test cronológico que pueda afinar más en la edad real de esta cueva. El objetivo de estos días de trabajo era, tal y como explica Antoni Canals, tomar muestras para poder hacer dataciones radiométricas. «El dato de la antigüedad de Santa Ana todavía no está suficientemente consolidado, se habla de 500.000 o 600.000 años, pero hay que ver dónde se sitúa la cueva de Santa Ana en el último millón de años». Las pruebas se realizarán en un laboratorio especializado en París en donde ya en otras ocasiones se han entregado restos geológicos de la cueva para ir aproximándose a su edad. Los resultados, una vez obtenidos, ayudarán a contextualizar mejor todos los hallazgos hechos a lo largo de estos años. Este resultado va a hacer que se confirme «la importancia de lo que estudiamos aquí, podremos empezar a discutir y ver qué significa realmente Santa Ana, y hasta hoy cómo lo hemos interpretado».
Canals reconoce que en esta ocasión no ha dado tiempo a extraer restos destacables. Según explica el investigador Antonio Rodríguez-Hidalgo se ha encontrado un cráneo de oso pardo completo con toda la dentición. También se ha hallado una mandíbula completa de un caballo infantil. Un fémur y un húmero de oso completan los hallazgos de una de las partes excavadas. En el segundo de los cortes que se han analizado se ha encontrado una mandíbula de cérvido. A lo largo del tiempo que se han venido haciendo campañas en esta cueva no se han hallado restos humanos en los sedimentos pleistocenos, aunque sí en la superficie en donde se han encontrado unos 14-15 elementos de Homo Sapiens Sapiens probablemente de las ocupaciones desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce. Antonio Rodríguez-Hidalgo, firmante de un reciente artículo que fue portada en la revista de Science Advance, indica que la datación de Santa Ana «es una franja temporal de la que se saben muy pocas cosas, encontrar restos humanos aquí rellenaría un hueco en el árbol filogenético de la evolución humana».
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Santa Ana, ubicada en el interior del recinto militar Cefot (Centro de Formación de Tropa) es una cavidad con una particularidad que complica la investigación y que tiene que ver con que los restos están removidos por el freático, un proceso geológico natural que hace que se desordenen los vestigios. Tanto Canals como Carbonell destacan el trabajo hecho en esta cueva en todo este tiempo, un avance que se aprecia visualmente, con una mayor superficie excavada. El acceso también ha mejorado ostensiblemente, con una escalera de caracol con la que se puede bajar sin peligro.
El grupo Primeros Pobladores surgió en el año 1999 con miembros de la Universidad de Extremadura y la Universidad Rovira i Virgili, de Tarragona. Actualmente forma parte del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES). Son fondos propios los que han sustentado este año estos trabajos.
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Entre los siete investigadores que han estado trabajando estos días están Dolores Mejías, doctora y especialista en industria lítica y Lucía Bermejo Albarrán, que está acabando sus tesis doctoral y se encarga de hacer prospecciones geofísicas aplicadas a cuevas. Ambas destacan la pasión que le ponen a esta investigación, a la que acuden desde hace años «por cabezonería, porque no hay apoyos».
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