Desde hace 22 años el club de senderismo Michaelus de Cáceres cumple en Navidad con una tradición: subir al Puerto de Honduras y colocar a una altitud de 1.440 metros, en el Monumento a los Montañeros que está entre los valles del Ambroz y ... del Jerte, un belén que tiene la peculiaridad de ser temático, dedicado normalmente a un colectivo de trabajadores.
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«Ha habido belenes muy curiosos –recuerda el artista Emilio González, uno de los fundadores del club–. Hubo uno dedicado a los panaderos hecho con pan, otro a los fruteros que estaba elaborado con fruta, en el dedicado a los carboneros las figuras estaban en una carbonería, el de los pastores en un chozo, el de los mieleros se hizo con corcho, el dedicado a los camioneros se montó encima de un camión de juguete. También hubo uno que era una farmacia, y el año pasado fue del Museo de Cáceres. Uno que fue muy emotivo fue el del año de la pandemia en 2020, que un enfermero hizo a sanitarios con ganchillo y lo subimos unos pocos con las mascarillas».
Este año el belén navideño del Puerto de Honduras ha estadodedicado a los cristaleros artesanales, y lo ha hecho José Cordero Pajares, un cristalero de Cáceres de toda la vida aunque nació en Fráncfort. «Nací en Alemania porque mis padres eran emigrantes –señala José Cordero–. Mi madre era de Arroyo de la Luz y mi padre de Aldea del Cano y se conocieron en la Casa de España. Trabajaron en una fábrica de penicilina. Mi madre falleció al darme a luz y mi padre se vino a España con mi hermano mayor y conmigo». Su padre encontró trabajo en la Universidad Laboral y se casó por segunda vez teniendo José otro hermano. «Yo me hice cristalero –recuerda–, porque con 16 años empecé a cobrar facturas de la Cristalería Ibiza y luego aprendí el oficio. De aquella había cinco cristalerías en Cáceres: Ibiza, La Veneciana, Cobos, Alvarado y Cristaleros Cacereños. Todas han desaparecido menos Ibiza y Alvarado».
Cordero estuvo 22 años aprendiendo y trabajando en el oficio de cristalero en Cristalería Ibiza, hasta que se independizó y con su compañero Miguel Ángel Jiménez abrieron Cristalería Crismar, que está en la calle Londres. Allí llevan 18 años atendiendo a los cacereños.
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José Cordero confiesa que el belén le ha llevado su tiempo, «es un trabajo delicado, artesanal, como se hacia antes, porque ahora se trabaja mucho con máquinas». Ha utilizado vidrio decorativo. La base es decocristal negro pulido, sobre el que están pegados con silicona neutra los elementos que componen el belén. La pared del pesebre es vidrio decorativo, tiene dos columnas forrada de espejo. El tejado está sostenido con cristal verde sobre el que se han colocado tiras de color naranja a modo de tejas. La valla que delimita el belén es decocristal color moka, cortada y pulida a mano. La base del buey y mula es de color verde simulando la hierba, y la estrella es un espejo cortado y pulido también a mano.
Unos 100 miembros del Club lo colocaron el domingo 17 de diciembre durante una excursion abierta a la participación. Salieron a las nueve de la mañana en autobús desde la avenida Rodríguez de Ledesma, subieron caminando siete kilómetros para colocar el belén, en la cimna brindaron con sidra, comieron dulces y turrón, y luego bajaron a Gargantilla para tomar chocolate con churros. «El belén nos lo trajimos –explica el autor– porque no es biodegradable, y si se deja allí en verano podría provocar algún incendio».
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