«La situación es preocupante; dependemos de las vocaciones de fuera»

«Las Hermanitas de los Pobres tienen pocas vocaciones y tienen que ir cerrando sus centros», describe Ángel Maya Talavera, vicario episcopal del clero y vida consagrada de la Diócesis de Coria -Cáceres. La falta de vocaciones y la avanzada edad de las religiosas son las dos lacras que arrastran en España la mayoría de las congregaciones religiosas. «La situación es preocupante», admite el delegado diocesano. «Dependemos de las vocaciones de fuera», apostilla.

Muchas órdenes, especialmente las de clausura, cuentan entre sus integrantes con religiosas procedentes, mayoritariamente, de India y África. «Las dos superioras de las Jerónimas, las de Cáceres y las de Garrovillas de Alconétar, son indias», comenta a modo ilustrativo Ángel Maya.

Otro dato. Hace un año que dos kenianas de 30 años profesaron sus votos perpetuos en el convento de San Pablo, que regentan las Clarisas, y en el de las Jerónimas. Ambas se convirtieron en las hermanas más jóvenes de sendas comunidades de clausura. Mientras tanto, en la casa que las religiosas de la congregación Obra de Amor habitan en la Plaza de la Audiencia, solo hay una monja española. «El resto son mexicanas», describe Maya.

Otro caso significativo de la evolución de las congregaciones es el protagonizado por las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl. «Tenían varias casas en la Diócesis y ahora solo se han quedado con una», detalla el delegado episcopal de vida consagrada. Tras cerrar las casas de Coria y Torrejoncillo, centran su actividad en estos momentos en su edificio de la Ciudad Monumental de Cáceres, donde atienden un comedor social.