Antonio G. B. apenas supera los 40 años pero los disgustos amenazan con avejentarle a marchas forzadas. La vida de este cacereño, padre de familia ... y con dos hijos, niño y niña, ha dejado atrás la tranquilidad y la rutina para entrar en un carrusel de sobresaltos. «Hay cuatro procesos judiciales abiertos contra mí. Han suplantado mi identidad y me imputan los delitos que están cometiendo otros», relata aún con la preocupación en el cuerpo. Han llegado a abrir seis líneas de teléfono móvil a su nombre para articular varias estafas. Ya ha declarado por videoconferencia ante un juez de León y está a la espera de hacerlo en otros tres casos: en Medina de Rioseco (Valladolid), Melilla y Almunia de Doña Godina (Zaragoza). Los móviles abiertos a su nombre se han vinculado a cuentas en las que se han efectuado las estafas.
Repite con insistencia que no ha tenido nada que ver y así deja constancia de ello en la denuncia que presentó en su día ante la Guardia Civil. Sin embargo, el susto en el cuerpo no hay quien se lo quite. «He tenido que pedir ayuda psicológica», admite, después de recordar el sobresalto con que recibió la primera notificación del Juzgado. O cuando estaba en su trabajo, un sábado por la mañana, y miembros de la Benemérita le requirieron para que fuese a declarar.
Que te llegue una notificación judicial impresiona cuando no estás acostumbrado a ello, reconoce. Pero para este profesional de la hostelería aún es más impactante que su nombre aparezca entre los papeles con la condición de investigado. De hecho, en las diligencias previas que se siguen en León por ese delito de estafa se le citaba para comparecer y se le advertía que, de no hacerlo así, «podrá convertirse esta citación en orden de detención».
Antonio no acaba de asimilarlo. «No sé ni cómo me ha podido pasar esto. Me decían que si ese era mi número, pero no era mío. Alguien había obtenido mis datos para abrir esa línea de prepago. Llamé a la compañía para informarme y pedí la cancelación. Solicité información sobre cómo habían podido abrir a mi nombre una línea. Mi sorpresa fue que no solo tenía una línea sino dos más», cuenta de entrada. «Ponen a mi nombre el teléfono y esa línea se asocia a una cuenta bancaria que se utiliza para estafar. El supuesto autor soy yo. En Valladolid no era ninguna línea de las anteriores. Luego supe que había tres líneas más en otra compañía, Vodafone», resume. En total, seis teléfonos a su nombre, tres en Lebara y tres más en Vodafone.
«He tenido que buscarme un abogado. Ya llevo más de mil euros gastados con esto, pero no es el dinero, es el disgusto»
El afectado ha tenido que contactar con esas empresas de telefonía para pedir que se anulen los contratos. También ha reclamado ante la Oficina nacional de Atención al Usuario de Telecomunicaciones. Insiste en que, de forma fraudulenta, el proceso siempre es el mismo. Las líneas se «asociaban esas cuentas bancarias con los números a mi nombre». A esos teléfonos, continúa, llegan notificaciones. «Utilizan esos números y con esas cuentas estafan o quitan dinero. Pero aparezco yo como uno de los autores. Las cuentas no están a mi nombre, pero sí se utiliza mi identidad con las líneas de móvil». «Esto no lo ha hecho un mindundi, detrás debe haber gente muy preparada», presume.
Mensaje
En el caso que se sigue en los juzgados de León, una mujer presentó denuncia tras recibir un mensaje de wasap en el que desde una empresa le informaban que por error le habían ingresado 500 euros. Le pedían que devolviese el dinero mediante transferencia. La mujer lo hizo y poco después por correo electrónico se le informó de que había sido aprobado un préstamo a su nombre. Ella no lo había solicitado. Cuando contactó con la mercantil que tramitaba el préstamo le reconocieron de que había habido más casos como el suyo.
«En León hay somos dos personas investigadas, yo por el teléfono y otra por la cuenta. En Valladolid a mí me imputan un delito de usurpación de estado civil porque el número de teléfono que está a mi nombre se vincula con la cuenta de otra persona, que es la que ha denunciado. Soy una víctima más. Me están jodiendo la vida. Ya no son dos casos, ya tengo cuatro abiertos. Esto es lo gordo», subraya Antonio. Otros dos procesos se siguen contra él en Melilla y Zaragoza. En todos por aparecer como titular de teléfonos que se utilizan para cometer delitos.
«Pueden salir más casos. No me extrañaría. Me espero cualquier cosa», se resigna antes de insistir en que son «procedimientos judiciales abiertos en fase de instrucción». «Ahora estoy declarando y aportando mis pruebas. Estoy con la incertidumbre de lo que me ocurra».
De momento, ha debido contratar a un abogado, procurador y ha tenido asistencia psicológica. «Que se presente la Guardia Civil en el trabajo fue duro. Dije que no iría a declarar si no era con mi abogado. Como no estaba detenido lo pude aplazar dos días. Fue un sábado y declaré el lunes. Ya llevo más de mil euros gastados en abogado, procurador... Pero no es el dinero, es el disgusto. Los últimos meses –revela– lo he pasado fatal. Me levantaba temblando y deseaba que llegase el fin de semana para que cerrasen los juzgados».
Sobre cómo se ha podido ver envuelto en esta situación, Antonio baraja dos opciones. O que le hayan robado directamente los datos por Internet, ya que suele hacer compras en distintos portales, o bien que fuese durante sus vacaciones. «Estábamos en la playa y pedí que me entregasen el pedido en un locutorio. Tuve que identificarme con el DNI. Si lo grabaron o hicieron una copia del mismo, eso no lo sé», analiza antes de suplicar que todo se aclare. También plantea que si hay más personas afectadas se pongan en contacto con él. «Me siento solo. Yo y mi abogado. No se lo he dicho ni a parte de mi familia», se despide.