La fotografía nos la enseñó en la Redacción el compañero Salvador Guinea, al que siempre le gusta bucear en fotos antiguas:
Publicidad
–Mirad. Aquí tenéis ... a vuestro Antonio Floriano Cumbreño dando una conferencia en el Ayuntamiento de Cáceres el 4 de noviembre de 1972. Está a tope de gente. La foto es del Archivo Histórico Municipal de Cáceres...
–A ver, a ver. –Dijo Caridad levantándose de su mesa para mirar mejor la imagen que el fotógrafo nos enseñaba en su ordenador–. Sí que está lleno de gente, y creo que es el salón de plenos. ¡Madre mía! Sentados en la primera fila, de izquierda a derecha están: el escritor Valeriano Gutiérrez Macías; Ricardo Senabre, que entonces era el decano de la Facultad de Filosofía y Letras; el investigador Carlos Callejo y nuestro compañero Fernando García Morales.
–¡Qué curioso! –Dije–. Parece que tiene una pizarra detrás, y está hablando sin leer papel alguno.
–Pues si esa conferencia fue en 1972, Antonio Floriano Cumbreño que nació en 1892 tenía...– Caridad calculó mentalmente–, nada más y nada menos que... ¡80 años! ¿De qué estaría hablando? Porque tiene a la gente embelesada.
Publicidad
¿De qué estaría hablando? Durante varios días busqué alguna reseña de esa conferencia en periódicos antiguos. No encontré nada, aunque di con un curioso artículo de Antonio Floriano, publicado en 'El Noticiero. Diario de Cáceres' el 23 de abril de 1929. Hablaba del séptimo centenario de la reconquista de Cáceres. Contaba cosas curiosas de la ciudad, como que dejó de existir en el siglo VI, y en las ruinas los musulmanes hicieron una fortaleza, una guarida de bandas de guerra. Y así estuvo cuatro siglos hasta que a mediados del XII los monarcas cristianos vieron la necesidad de apoderarse de la inexpugnable fortaleza.
Galería de imágenes
Una madrugada estaba enfrascado en mi estudio en casa, buscando en el ordenador alguna noticia de la famosa conferencia de 1972, cuando sentí detrás el frío del difunto Sanjosé. Sin mediar palabra sacó de la estantería que tenía justo al lado, la de la biblioteca heredada de él, un libro naranja con el que me dio un golpe algo fuerte en la cabeza para luego dejarlo en la mesa. «Toma, Juntaletras –indicó–. ¡Aquí está la conferencia! Tanto buscar por internet... y resulta que la solución la tenías al lado. Eres un caso». Me puse rojo como un tomate, mientras el difunto se desvanecía meneando la cabeza.
Publicidad
El libro se titula 'La villa de Cáceres', fue editado por la Diputación en 1987, y sí, viene la famosa conferencia que se tituló: 'Puntualizaciones sobre la historia de Cáceres', indicando que había sido pronunciada y no leída. La conferencia es una excelente pieza de oratoria, mostrando a un entretenido investigador que señalaba que en 1962 la Administración le había mandado para casa a descansar, jubilado; «pero ahora –dijo–, no es ya la Administración la que me manda a descansar, sino Dios Nuestro Señor, y ello en forma tan imperativa, que no me resta otra cosa que obedecer, lo que hago con toda sumisión y reverencia. Vengo, pues, en plan de despedida a dar mi última lección pública en mi pueblo y en este Ayuntamiento, en el lugar en que ya hace sesenta años di mi lección primera».
De esa manera empieza una disertación amena, en la que dice que esperaba no pasarse en el tiempo, «tengo la experiencia de 15 años de estudiante y de más de medio siglo de profesor, y sé que no hay lección, por grata que sea, que se aguante arriba de los 65 minutos». Habló de lo poco adecuado de haber unido en una región a Cáceres y Badajoz, cuando son dos cosas distintas: «Nuestros hombrecitos del Casar, de Malpartida, de Aliseda o Garrovillas, típicos leoneses, con escasa cantidad de glóbulos de estirpe mozárabe, tienen muy poco que ver etnográficamente con los hombretones recios y cenceños que pueblan la Tierra de Barros y la Serena. Nuestra tierra fue desde su principio tierra de pastores. Badajoz lo fue, acaso por tradición morisca, tierra de labradores». Explicó que incluso el idioma de Gabriel y Galán presenta hondas diferencias con el de Luis Chamizo. No obstante, señaló: «El que seamos distintos no quiere decir, necesariamente, que tengamos que ser rivales. Somos hermanos». Explicó que les une ocho siglos de historia común y el reconocer una misma madre: la Virgen de Guadalupe.
Publicidad
Habló del gran término municipal de Cáceres, comentado el pequeño que tuvo Casar de Cáceres: «Ni siquiera se les dotó de término, y los primitivos casareños, cuando salían a hacer 'pis' a las puertas de sus casas, lo hacían sobre el término de Cáceres».
En su última lección habló de las hachas de piedra y un buril eneolítico que encontró en la sierra de La Montaña, y señaló que el monumento ibérico de mayor entidad en esta comarca es el Castro de Sansueña, «que con sus murallas casi íntegras, sus parapetos y sus accesos, está esperando una metódica exploración». El castro prerromano está a 4 kilómetros al norte de Aliseda.
Publicidad
También recalcó que si en el Museo de Sevilla está el Tesoro de El Carambolo, y en el Museo de Pontevedra joyas antiguas halladas en su provincia, es un sinsentido que en el Museo de Cáceres no esté el Tesoro de Aliseda, que se sigue mostrando en Madrid. Insistió en que el origen de Cáceres era la Colonia Norba Caesarina y no Castra Caecilia. A la vez que sostuvo que el Bimilenario de Cáceres, celebrado en 1967 a bombo y platillo se adelantó 28 años, porque se debía celebrar en 1995.
Sobre el origen del nombre de Cáceres, afirmó que los árabes le dieron a las ruinas de la abandonada Norba, el nombre de 'Qasr i's'. «Arabistas y filólogos –dijo–, se desvelan por averiguar lo que tal nombre, del que evidentemente derivo el romanceado 'Cáceres', pudiera significar. Sé incluso que el amigo Callejo ha prometido regalar un jamón de Montánchez al especialista que le resuelva el problema, ofrecimiento al que yo he añadido una torta del Casar, una docena de rosquillas de alfajor de la misma procedencia, y otra de perrunillas cacereñas, más una garrafa de vino de Cañamero, para quien nos aclare esta cuestión». Indicó que el que podía ganar era el arabista Oliver Asín, que quería demostrar que 'Qasris' significaba 'el palacio o residencia de un tal As o Is'.
Noticia Patrocinada
Disfruté bastante leyendo la amena última lección de Antonio Floriano Cumbreño, al que su apreciado Dios jubiló en 1979, con 87 años.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.