Sucedió el 11 de abril de 2012. «Escuchamos un estruendo y salimos a la calle a la carrera», contaba Fátima. «Fue como una explosión», decía ... Joaquina. Los vecinos del edificio Alcoresa, en la avenida de Alemania, no se olvidan de una experiencia que les han marcado para siempre. Aquella tarde se hundió el techo del restaurante Wok, un negocio de mucha popularidad entonces y que era frecuentado por familias completas. El local tenía capacidad para 400 personas, pero aquel día, un miércoles, apenas había 30 clientes. Dos de ellos resultaron heridos, Francisca, de 44 años, y Tarek, de 34. Los dos acabaron en el hospital y varios más fueron atendidos por un ataque de nervios.
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La desgracia pudo ser mayúscula de haberse producido el derrumbe de la cubierta en fin de semana y con el restaurante repleto. Ahora Alcoresa contiene la respiración. Un gran cartel preside la fachada del local en el que se produjo aquel accidente. «Próxima apertura, sushi buffet», se lee en grandes caracteres. El futuro salón de comidas asiáticas se promociona con una oferta de 1.200 metros. Ya no se ve el anuncio de la inmobiliaria que alquilaba el local. Los vecinos se temen lo peor. Reviven su peor pesadilla, cuando bomberos, vehículos de emergencia y Policía Local coparon la confluencia entre la avenida y la prolongación de Sanguino Michel. Aunque no hubo que lamentar daños graves, Alcoresa no olvida.
En una asamblea convocada por el administrador del bloque han pedido explicaciones al dueño del local y al arquitecto que se ocupa del nuevo proyecto. De momento, no les convencen y exigen máximas garantías antes de dar el visto bueno a una actividad que les hace retroceder 13 años en el tiempo.
«Tenemos la mosca tras la oreja. Cuando hemos visto el cartel nos hemos quedado de piedra. Es volver otra vez atrás. Hemos celebrado una reunión en asamblea con el administrador y el técnico pero no nos han aclarado las dudas que tenemos», detalla Clara Orozco. La presidenta del bloque del 52 de Alcoresa asegura que solo permitirán que salga adelante ese proyecto si se les dan todas las garantías y certezas. No quieren que se repita lo de 2012.
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«Hemos preguntado por la chimeneas y salidas de humo, la estructura y los elementos que ese negocio necesita, pero no tenemos las respuestas aún», explica Clara Orozco. La representante de los propietarios del inmueble cree que tienen razones para preocuparse y pedir explicaciones. Las reformas que se les exigieron desde la administración y que pasaron incluso por el juzgado les obligan a seguir pagando más de una década después. «Son 120 euros por propietario aparte de los 50 que ya pagamos por comunidad. Y todavía nos faltan 21.000 euros para terminar con esto», concluye. El número 52 de la avenida de Alemania es un bloque de siete alturas y un ático cuyos primeros pisos se pusieron a la venta en 1969 por apenas 6.000 euros. Son cerca de una treintena de familias. La odisea que iniciaron con aquel accidente aún continúa.
El responsable del negocio les reclamó en los juzgados más de 700.000 euros. El juez falló que fue el sobrepeso del patio y no las obras que hizo el restaurante la causa del hundimiento. La comunidad y el seguro fueron condenados a pagar 124.000 euros.
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«Nos están crucificando», clamó el entonces presidente, Javier Flecha. Los vecinos tuvieron que hacer obras de refuerzo y sufrieron un embargo de 50.00 euros en su cuenta. Su abogado, Alfonso Encinas, lo resumió en la vista oral: estaban abocados a un infierno por un accidente que no provocaron. De hecho, aún siguen pagando por ello como ha recordado Clara Orozco. «Pueden ser 8.000 euros por familia. Refuerzos, abogados, arquitectos... No he echado la cuenta exacta, pero es una barbaridad», señala.
«Nos obligaron a reforzar todo el patio y nos ha salido muy caro aquello. Ahora mismo este debe ser el edificio más seguro de todo Cáceres», ironiza esta mujer que tiene grabado el suceso de abril de 2012. «Vi a los chinos salir por la puerta de la cocina corriendo y llenos de polvo», rememora.
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De momento, la idea de tener un macrorestaurante en el bloque no convence a los vecinos. Quieren garantías pero también información. Sobre los extractores, su peso, los añadidos de la instalación....
«La propiedad del local estuvo en la reunión que mantuvimos con el arquitecto del proyecto. Se han comprometido a informarnos de todo», admite Luis Regañas. El administrador del bloque trata de mediar entre las partes. Reconoce que «no es del agrado» revivir lo que pasó entonces, pero también asume que si el promotor cumple los requisitos será difícil decir que no a la apertura del nuevo restaurante. «Se han comprometido a dar respuestas a las dudas que tienen los vecinos. Hablamos de posibles sobrepesos, chimeneas necesarias... Si cumplen, no podremos negarnos. Vamos a estar vigilantes para que los técnicos revisen cada detalle», insiste. «Exigimos al Ayuntamiento que tenga muy presente todo lo que va sobre el forjado antes de dar la licencia. Si se hace, que se haga con todas las garantías», reclama Alcoresa, por boca de su administrador.
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