![Un día en la vida de tres MIR en Cáceres](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/201912/01/media/cortadas/144573441--1248x830.jpg)
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No es fácil que un Médico Interno Residente (MIR) conteste al teléfono. Suelen responder horas después y lo hacen a través de la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp. La respuesta suele ser la misma: «Estaba trabajando y no podía atenderte». En centros de salud, en hospitales, en Puntos de Atención Continuada y en Urgencias. La mayor parte de su día lo pasan especializándose en esos lugares. Antes han hecho una carrera de seis años para dedicarse, en la mayoría de los casos, a lo que han querido siempre. Irene Rodríguez, Alba Barquero y Carmen Cabello son tres de esas MIR.
Son de fuera de Cáceres y se están formando en el Complejo Hospitalario de esta ciudad. Sin embargo, desde el miércoles pasado, al igual que el resto de sus compañeros, están en huelga en el servicio de Urgencias. Dicen que han llegado a esa decisión porque la «situación es inadmisible». Quieren una formación digna y 24 horas con ellas es suficiente para darse cuenta de que lo que buscan es más supervisión. En definitiva, ser buenos profesionales. «El día de mañana vamos a ser médicos especialistas y estos cuatro años los tenemos que aprovechar al máximo. Somos conscientes de que la calidad asistencial que daremos es directamente proporcional a lo que estamos aprendiendo», afirman.
Irene (febrero de 1991, Córdoba) estudió Medicina en la Universidad de Cádiz y ahora vive con su pareja en un piso en Cáceres. Es R4 (residente de cuarto año) y en mayo terminará la especialidad de Familia. También estuvo durante dos meses en el hospital Puerta del Mar de Cádiz. «Elegí rotar allí, en Urgencias, porque tiene muy buena fama en docencia y quería cubrir ciertas carencias que estaba teniendo», reconoce esta médico que cada día se levanta a las 6.30 de la mañana para entrar a las ocho a trabajar al centro de salud Manuel Encinas.
Nada más llegar, enciende el ordenador, ve el listado de pacientes, las citas, las pruebas y las derivaciones. Todo junto a su tutora. «Ella está pendiente de la labor que hago», recalca. Luego, junto a otros compañeros residentes y adjuntos, suelen recibir a representantes que les muestran productos médicos. Tras una breve reunión con ellos, empiezan las consultas.
«En un día llegamos a ver hasta 40 pacientes. Hay muchas jornadas en las que no me levanto de la silla», dice Irene, que asegura que en el centro de salud ve cubierta perfectamente su formación. «Cuando eres R1 (primer año) tienes menos responsabilidad asistencial que cuando eres R4 (cuarto año). Básicamente se te exige estar aprendiendo y ver cómo se asiste a los pacientes. En este último año, como mucho he estado sola tres días en la consulta, pero supervisada continuamente por un médico», explica.
Irene Rodríguez R4 de Familia
Alba Barquero R2 de Familia
Carmen Cabello R2 de Pediatría
Dice que hasta ahí todo perfecto. «El problema llega cuando no hay personal para dar formación en el servicio de Urgencias». Hace guardias los días de diario desde las 15.30 hasta las ocho de la mañana. En total, 16,5 horas. Ascienden a 24 (de 9.00 a 9.00) si es festivo o fin de semana. En ocasiones, empalma su labor en el centro de salud con la guardia. En otras, dedica sus tardes a seguir estudiando un máster de Paliativos.
«En Urgencias desde que entramos nos van asignado pacientes tanto a los R1 como a los R4. Estamos solos en la consulta y tenemos la posibilidad de salir a preguntar», detalla Irene, que pide que se cumpla la normativa nacional de la especialidad. Esta determina que junto al residente de primer año tiene que haber un adjunto en la consulta. Eso significa presencia de un facultativo en las mismas cuatro paredes.
«Eso no se está cumpliendo», asevera mientras Carmen y Alba asienten con la cabeza. Todas han sido R1 y afirman lo mismo: «Hemos estado solas en consulta».
En una urgencia suelen ver entre 12 y 20 personas. «Eso es lo normal», matizan. «No se trata del número, son las dudas que se nos presentan», destacan. Coinciden en que un médico tiene mucha teoría aprendida, pero le falta formación para enfrentarse a un paciente cuando sale de la carrera.
Alba (noviembre de 1992, Badajoz) terminó sus estudios hace dos años. Hoy es R2 de Familia y acaba de rotar en Reumatología. Suele estar unos 30 días en diferentes servicios. Los próximos tres meses estará en el consultorio de la localidad cacereña de Valdefuentes.
Su jornada también empieza temprano. A la siete y cuarto ya está en pie y llega al San Pedro de Alcántara en torno a las ocho y media. Hay días que hasta las nueve asiste a sesiones de formación con casos clínicos en el propio hospital. A ellas acuden adjuntos y varios MIR. Luego empieza las consultas y ve junto a otro profesional a unos doce pacientes. Cuando finalizan atienden a los representantes de las farmacéuticas. «De ocho y media a dos siempre tengo un adjunto a mi lado», comenta.
El día que no tiene guardias, no para de estudiar. Dedica las tardes para conocer más sobre las patologías a las que se enfrentará. «Quiero aprovechar estos cuatro años y con cada paciente puedo aprender algo nuevo», comenta Alba, que también suele asistir a cursos organizados por el Colegio de Médicos. A última hora de la tarde intenta desconectar dando un paseo o tomando algo con alguna amiga.
En su caso, hace cinco guardias al mes: una en el Punto de Atención Continuada ubicado en el Virgen de la Montaña y cuatro en Urgencias del San Pedro de Alcántara. «Vemos a los pacientes en consulta, los valoramos, pedimos las pruebas que consideramos y ponemos el tratamiento. Las dudas que nos surgen se las comentamos a un adjunto y a nuestros residentes mayores. Sin embargo, ha habido guardias sobresaturadas en las que hemos tenido que explicar a pacientes que hay que tardar más para orientarlos. Los adjuntos hacen lo que pueden y más, pero a veces es imposible», señala.
Asegura que antes de dar un alta, un médico especialista siempre la firma. «Si están saturados con las personas que tienen que atender, no nos queda más remedio que esperar. Hay algunos que incluso se van. No hay docencia como en otros servicios. No se sientan con nosotros, no hay formación. Lo único que se hace es salvar la guardia para ver pacientes».
Hay un hecho en el que coinciden las tres. Dicen que esta situación la llevan sufriendo desde hace mucho tiempo. «Al abrir los dos hospitales y desdoblar las urgencias, la calidad docente de los R1 se está viendo más afectada».
Irene pone ejemplos. «El R1 no debería ver a pacientes solo y eso está sucediendo. Simplemente tienen la posibilidad de preguntar dudas. Debe estar acompañado de presencia física todo el tiempo y eso no pasa». Explica que «hay dos adjuntos de guardia hasta las diez de la noche y queda uno en el área de observación pendiente de doce camas y otro de toda la urgencia. Ese adjunto tiene que supervisar y resolver las dudas de todos. Es inviable».
Añade que de ese modo no les están ofreciendo la información necesaria para asistir el día de mañana. «Nos da igual no comer, no cenar, no descansar, lo que nos importa es que no estamos aprendiendo». Aclaran que no es falta de voluntad por parte de los médicos. «Se trata de carga asistencial», matizan.
Carmen Cabello (febrero de 1993, Sevilla) opina los mismo. Lleva haciendo la residencia en Cáceres un año y medio y se está formando en Pediatría. Precisamente son las urgencias pediátricas las que están ocupando gran parte de la polémica.
Su plan formativo se basa en rotar por todos los servicios relacionados con las patologías que puede tener un niño. Actualmente está en Digestivo y ya ha pasado por Neonatología, Neumología, Atención Primaria en Cáceres y por Urgencias Pediátricas del Hospital Materno Infantil de Badajoz.
En la planta de Pediatría se siente tranquila. Entra a las ocho y media y siempre hace su trabajo supervisada por un adjunto. Suele ver a 13 pacientes diariamente. «Hay mucha carga asistencial pero desde el punto de vista docente está bien. Mi adjunta, por ejemplo, me entrega artículos sobre nuevas investigaciones y los comentamos, o me explica temas con presentaciones».
En Urgencias dice que nada de eso pasa. «Cuando hago guardia, todo niño que entra por la puerta pasa por mí». Dice que ha tenido muchas dudas y no le ha quedado más remedio que preguntarlas al adjunto de planta. «El de Urgencias suele ser de Medicina de Familia», detalla.
Va más allá y se atreve a decir que no se cumple el plan formativo. «Nunca he tenido a un pediatra físico en la consulta de Urgencias conmigo. Al final ya estudias por tu cuenta y vas aprendiendo. Ahora estoy más desenvuelta, pero de R1 tienes muchísimas dudas».
Habla de 24 horas sin dormir y sin casi tiempo para comer. «Estando de R1 me eché a llorar en la sala de espera del agobio. Incluso los pacientes me tranquilizaron. He llegado a atender a 57 personas en una guardia», recuerda. «En las urgencias de Pediatría soy yo la que enseño a los R1. Aprendemos de residentes en vez de adjuntos. Estamos supervisados por un adjunto sobrecargado que siempre está dispuesto, pero muchas veces no puede hacer más», explica Carmen.
Apunta a que con la apertura del nuevo hospital ha realizado más guardias de las que debería. «En mi plan formativo pone que tengo que hacer cinco y ningún mes se ha cumplido». Dice que quizás este será el único. El motivo es que la huelga indefinida continúa.
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