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La procesión avanza hacia Fuente Concejo por San Roque, con los paraguas en primer plano y la imagen protegida de la lluvia. JORGE REY

Los cacereños desafían a la lluvia para escoltar a la patrona en su vuelta al Santuario

El agua obligó a proteger la imagen de la Virgen de la Montaña, que regresa a casa, aunque en este centenario de la coronación vendrá de nuevo a la ciudad para visitar las parroquias más modestas

Domingo, 5 de mayo 2024, 13:26

La tradición se cumple. La Virgen de la Montaña regresa a casa. Lo hace acompañada por cientos de cacereños que no han querido dejar de despedirla en un rito que se repite cada primer domingo de mayo y que convierte el trayecto entre la concatedral de San María y Fuente Concejo en una sucesión de recuerdos. «No faltamos nunca. A la bajada y ahora a la subida, hasta Fuente Concejo. Es un día especial», cuenta Pepe Gil, que se coloca junto a a Carmina, su mujer, en una de los portales de Fuente Nueva cuando la procesión lleva ya más de una hora en la calle. Son las 10.15 horas. La patrona había salido puntual de Santa María a las nueve.

Cinco minutos después doblaba la esquina entre la plaza y la calle hacia el Arco de la Estrella. En el séquito, por primera vez el alcalde, Rafael Mateos, y buena parte de la Corporación, aunque miembros de su equipo de Gobierno, como Víctor Bazo o Jacobi Ceballos, lucían sus túnicas azul celeste, como miembros de la Cofradía de la Montaña que son.

Los cacereños desafiaron a la lluvia para escoltar a la patrona en su recorrido. «Esto no es nada. Hubo un año que cayó una tromba justo a la salida. No habrá problemas», vaticinaba Juan Cambero. El veterano voluntario de ARA no falta a la subida desde 1992. Admitían él y otros colaboradores que ha habido menos participación que en años anteriores, posiblemente por ese mal tiempo, que se hizo patente cuando hacia las 10.30 horas y ya en San Francisco comenzó a llover con fuerza y hubo que recubrir la imagen de la Virgen con un plástico protector. Fueron algo más de dos horas de escolta a la patrona hasta su llegada a Fuente Concejo.

Aplausos

El ritmo fue lento, pausado, al principio. Tanto que los apenas 200 metros que hay entre la plaza de Santa María y la Plaza Mayor tardaron en recorrerse un cuarto de hora. Allí se escucharon los primeros aplausos y actuó el grupo de folclore Trébol. Las ventanas del edificio consistorial permanecieron abiertas y las luces del salón de plenos, encendidas. Una gran bandera de España presidía desde el balcón municipal la escena. Media hora después, ya en San Juan, sonido de saetas y repique de campanas.

Había empezado a llover levemente, pero no tanto como para afectar a la procesión. Eso sí, se agilizó el ritmo y en pocos minutos volaban los pétalos por Fuente Nueva. «Es verdad que somos menos por el agua, pero siempre es emocionante», contaba uno de los vecinos del barrio que lo seguía desde la puerta.

«Esto lo hizo mi abuela, lo hizo mi madre y yo sigo la tradición de la Virgen de la Montaña»

Guadalupe Galeano

Participa en la suelta de palomas con Felisa Gutiérrez (centro) y Paula Quiñones (a la derecha)

Se echaron en falta dos escenas tradicionales, la recepción de las monjas clarisas y la actuación de Felisa Rodríguez. Las primeras se han venido ausentando por razones de edad en los últimos años. Felisa siempre cantaba a la altura del puente de San Francisco. Este año no ha podido ser, también por motivos de salud. No falló a pocos metros de allí la suelta de palomas de la parte alta de Miralrío. Fueron tres, de color blanco. Las sostenían en sus manos Felisa, Guadalupe y Paula. «Esto es una tradición de años que no se pierde. Lo hizo mi abuela, lo continuó mi madre y ahora soy yo», relata Guadalupe Cortijo Galeano, de 72 años. «Lo hacemos entre los vecinos del barrio. Nunca faltamos», apuntaba poco antes de soltar las palomas al viento al paso de la Virgen Felisa Gutiérrez. Paula Quiñones, la más joven de las tres, mencionaba que tras algún tiempo ha podido por fin regresar a la casa que tiene en Miralrío y que el paso de la Virgen es a la vez un motivo de unión para el vecindario.

«Ha sido un honor acompañar a la patrona como alcalde. Es un día muy emocionante», reconocía Rafael Mateos tras recibir el bastón de mandó

Hubo aplausos, vivas a «esa cacereña tan bonita» y suelta de globos. También hubo lágrimas, con los seres queridos que ya no están muy presentes. Es el caso de Antonia Galeano y Juan Cortijo, los padres de Guadalupe. Era un matrimonio muy querido, ya fallecido hace años. La imagen de la primera estaba en el pequeño altar que se montó.

Muchos vecinos seguían la procesión desde sus balcones. Era un ambiente festivo pero a la vez de recogimiento.

Arriba, la salida de la concatedral. Más abajo, los miembros de la Corporación municipal, con el alcalde. Sobre estas líneas, una mujer sigue emocionada el paso de la Virgen. JORGE REY
Imagen principal - Arriba, la salida de la concatedral. Más abajo, los miembros de la Corporación municipal, con el alcalde. Sobre estas líneas, una mujer sigue emocionada el paso de la Virgen.
Imagen secundaria 1 - Arriba, la salida de la concatedral. Más abajo, los miembros de la Corporación municipal, con el alcalde. Sobre estas líneas, una mujer sigue emocionada el paso de la Virgen.
Imagen secundaria 2 - Arriba, la salida de la concatedral. Más abajo, los miembros de la Corporación municipal, con el alcalde. Sobre estas líneas, una mujer sigue emocionada el paso de la Virgen.

Lucía la patrona su manto número 110, de raso, azulina y flecos en oro para la subida. Solo se usa por su diseño en las procesiones. Lo había llevado por primera vez en 2003, año de su donación por los Hermanos de Carga de la Cofradía de la Montaña.

La imagen llegó a Fuente Concejo a las 11 horas y entonces comenzó a apretar la lluvia. Los paraguas completaban la escena más esperada, cuando la Virgen devuelve al alcalde el bastón de mando. Rafael Mateos lo recogía por primera vez. «Ha sido un orgullo acompañar a la patrona en su regreso y hacerlo como alcalde. Es un día, sin ninguna duda, muy emocionante. A pesar de las inclemencias del tiempo todos los cacereños hemos podido arropar a la Virgen tras 10 días únicos en nuestra ciudad», reflexionaba el primer edil poco después de su estreno en ese momento culminante de la subida. Sonó el himno de España con la Banda Municipal, hubo más vivas y el rezo final de La Salve. Los hermanos de carga enfilaban hacia el Santuario para devolver a la patrona a casa al compás de El Redoble.

Pone así fin a su estancia en la concatedral. Eso sí, este año es especial. El Año Jubilar culminará el próximo 12 de octubre con el centenario de la coronación , una conmemoración que como ha recordado el obispo de la Diócesis Coria-Cáceres, Jesús Pulido, «supera lo estrictamente religioso». Lo dijo en los actos de la apertura de la puerta santa, y esa fiesta, no de la Iglesia sino de toda la ciudad de Cáceres, como puntualizó, se prepara para nuevas celebraciones.

Esta vez la Virgen de la Montaña no vuelve al Santuario para quedarse allí sino que regresará a la ciudad y visitará algunas de las parroquias más modestas, como adelantó el presidente de la Hermandad, Joaquín Floriano. Lo hará de forma excepcional por ese centenario. Volverá el 5 de septiembre y se quedará en Cáceres hasta octubre en un recorrido por ocho de sus templos.

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