«Si queremos que haya barco, si queremos ir a la playa, si queremos ver el mar.... ¡tenemos que hundir Portugal! ¡tenemos que hundir Portugal!». ... La letra más guerrera del concurso de murgas, la que valió el primer premio del certamen a La Caidita, cumple 18 años. El grupo llevaba ya siete años dando forma a un grupo que vivió aquel Carnaval de 2007 como un Barco Hundido y este febrero lo hará totalmente a flote. Porque La Caidita celebra un cuarto de siglo.
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La murga ya no concursa, uno de ellos se sube a las tablas con Al Maridi, otro con los Muraniños y un tercero, Antonio García Valenzuela, preside el jurado del concurso. Pero los que un día tocaron el cielo con el barco se reúnen cada Carnaval. Este sábado daban los últimos toques a su artefacto en el polígono El Nevero recordando cada fiesta, cada traje y cada letra.
En todos está presente Pablo Julio Martínez Miranda, que fue letrista de aquella copla sobre Portugal y cuyo carisma dio forma a este grupo de amigos. Solo cuatro años después de la victoria, en 2011, una enfermedad se llevó por delante a Pablo Julio con 30 años. Una calle junto al Museo del Carnaval le recuerda para siempre y sus amigos no lo dejan atrás. Tan presente lo llevan, que son sus manos las que salen en la imagen del logo que han creado para el 25 cumpleaños del grupo.
Era un gesto característico suyo crear una máscara con las manos. Y en el camión, encima de la puerta por la que pasará todo aquel que suba, han puesto un banderín con la foto de Pablo Julio recreando esa máscara.
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«El Carnaval le daba la vida a Pablo Julio, tenía una mente privilegiada, fue un líder nato y ese eje no lo hemos perdido. Gracias a él, aunque vinimos de distintos sitios, estamos aquí. Él nos unió», dice su primo Jesús Díaz.
Fue a Pablo Julio al que se le metió entre ceja y ceja crear una murga. Fue tirando de conocidos: muchos de ellos compañeros del colegio Nuestra Señora del Carmen de Los Maristas, otros procedentes de otros círculos de su vida. Entre los amigos faltaba algunos que supiera realmente de música, que tocaran la guitarra. Encontraron en el grupo Mosebey, en el hermano Pepe, la calidad musical que necesitaban. Y de ahí, explican, fueron creciendo y encontrando gente que les fue ayudando.
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Todos recuerdan la mano tan grande que les echaron en la asociación de vecinos de San Fernando, que les donó un local durante años para sus ensayos. También tuvieron suerte con los locales de Blas Alonso de la carretera de Valverde, con los vecinos de Pardaleras y con la empresa Pines. Todos les dejaron espacio para poder componer y preparar sus espectáculos. Se acuerdan de Pepa Casado, que le diseñó sus mejores disfraces; de Paco, que les atendió en el bar Feria; de la ilusión que les hacía salir «en el cuadernillo del Carnaval de HOY» cuando tenían 20 años. Alguno saca la foto de la página guardada en su móvil, donde se ve su nombre y su edad como integrante de la murga hace dos décadas.
En realidad, dieron sus primeros cantes en el recinto que hoy acoge el centro de salud de Los Pinos, que a finales de los 90 era aún la sede de Sanidad y Consumo. Pablo Julio residía allí porque sus padres eran los conserjes y, cuando las oficinas habían cerrado y no molestaban, los amigos iban a cantar letras y buscar rimas.
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Pero Pablo Julio se murió, se hicieron mayores, algunos tuvieron que irse fuera de la ciudad a trabajar, llegaron las complicaciones para cuadrar ensayos, y participar en el concurso de murgas se les hizo imposible. Así que se convirtieron en un grupo menor y participaron en el gran desfile igual que este año acudirán como artefacto.
A la Caidita le va pasando la vida. En su día, cuando empezaron, fueron la segunda murga más joven tras Los Niños. Y ahora son 50 los que salen juntos. A aquellos estudiantes se les han unido las parejas y después han sumado a los niños. Acaban de retirar la estructura que añadieron para llevar los carritos de bebé porque los peques también han crecido.
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Algunos jugaban este sábado a buscarse en las 24 fotos que decoran el camión. Se les puede ver de flores, futbolines, Peter Pan (en realidad eran Pedro el panadero), nadadores olímpicos, circo, boy scout, cine, novias, superpijos ... Falta la imagen del año que se disfrazaron de Locomia. Porque entonces los móviles no ofrecían tanta calidad de imagen como ahora y, reconoce alguno, porque los trajes terminaron destrozados. Tanto, que ni siquiera lo guardan quienes conservan la colección en el trastero. Este 2025 vestirán de aniversario, explica Mar Fernández, con muchas lentejuelas y un gorro repleto de guiños a la historia en común que han fabricado artesanalmente cada uno de ellos. Han empleado mucho tiempo en diseñarlo y fabricarlo, y de coste, más o menos, llevan invertido entre 75 y 100 euros por persona. De momento, han gastado, sin contar con la comida y bebida que queda por comprar, 275 euros cada uno.
Empezaron como murga de concurso, pasaron a murga callejera, han sido grupo menor y desde hace una década desfilan como artefacto. El primer año que decidieron diseñar un carro montaron un de Arca de Noé. Recuerdan que se lo tomaron muy en serio y lo prepararon pensando que iban a arrasar. «Pusimos los maderos y decíamos qué pedazo de arca de Noé que hemos montado... y cuando llegamos y vimos el nivelazo que había... (se ríen) nos dimos cuenta que no habría premio para nosotros», dice uno de los hermanos Maya.
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Antonio García Valenzuela explica que participan en el Carnaval con ilusión, pero sin presión por ganar premios. Que disfrutan viviendo la fiesta juntos y preparándola. Cada año, cuando termina una edición, empiezan a pensar en la siguiente. Aunque no es hasta septiembre u octubre cuando se ponen en serio. A partir de entonces, celebran una reunión al mes, algunas barbacoas y muchas videoconferencias para diseñar disfraces y preparar el camión. «Ahora esto es un punto de encuentro para nosotros. Pero es que ya no se distingue entre familia y no, porque hay muchos que somos hermanos entre nosotros, otros somos compadres...», cuenta uno de ellos. Y, a la vez, algunos participan de otros grupos del Carnaval, pero siguen fieles a su cita. Paco Maya es de Al Maridi y su hermano Luis forma parte de Rimas y Leyendas, pero aun así, el domingo se ponen el disfraz para ir con La Caidita.
En estos 25 años, cuentan, han visto los cambios del Carnaval. Que ha pasado de la noche al día. Y si ellos se lo pasaron bomba actuando en el López de Ayala y en muchos bares, también disfrutan ahora del mediodía. Cuentan que fueron de los primeros en guisar un arroz en San Francisco cuando empezaron a tener más niños que motivos para salir de madrugada. Así les ha pasado un cuarto de siglo. Y lo que les queda.
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2001: Romanos.
2002: Boy Scouts.
2003: Circo.
2004: Peter Pan.
2005: Flores.
2006: Futbolín.
2007: Tripulación del Barco Hundido.
2008: Actores de Hollywood.
2009: Brujas.
2010: Novias.
2011: Súperpijos.
2012: Popurrí de trajes, Pablo Julio había fallecido dos meses antes.
2013: Natación sincronizada.
2014: Locomía.
2015: Arca de Noé. Primer año de artefacto.
2016: Peter Panaderos.
2017: Personajes del antiguo Oeste.
2018: Independentistas de Badajoz (murga callejera)
2019: Bandoleros.
2020: Vikingos.
2021: (pandemia del coronavirus).
2022: Años 80.
2023: Samurais.
2024: Aladdín.
2025: Aniversario 25 años.
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