![El cortejo fúnebre de la sardina,](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202203/01/media/cortadas/SanRoque1-RhcVPdJHsuHJzmH3JAgfMEL-984x608@Hoy.jpg)
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Durante cinco días en Badajoz no ha habido pandemia. El Carnaval ha sido una catarsis para la ciudad tras dos años muy complicados. Aunque había muchas dudas, la fiesta se ha podido celebrar con casi total normalidad y los eventos han sido multitudinarios. Eso sí, en las aglomeraciones apenas ha habido vecinos con mascarilla, aunque era obligatorio. Los pacenses se han entregado a Don Carnal con ganas.
El alcalde de Badajoz, Ignacio Gragera valoró ayer de forma muy positiva el Carnaval. «Creo que había ganas y ha habido ambiente. Los que hacen el Carnaval, desde la fiesta de calle a las comparsas o los artefactos, se han implicado mucho. Estoy muy feliz».
Gragera señala que esta edición, a falta de los datos exactos, casi ha recibido tanta afluencia de público como 2020. También destaca que ha sido especial por estrenar el título de Interés Turístico Internacional y por tener lugar tras dos años de pandemia. «Fue la última fiesta que se pudo celebrar y la primera que se ha recuperado y tenía que ser así. Tenía que ser el Carnaval el que diese el pistoletazo de salida de la nueva normalidad y esperamos que sea una normalidad definitiva», concluye el alcalde pacense.
Ayer fue la culminación en San Roque con un Entierro de la Sardina que abarrotó la avenida Ricardo Carapeto desde las diez de la mañana. Moracantana remató un año brillante imponiendose en la categoría de comparsas con su traje basado en Inglaterra. Este disfraz ya les había valido un quinto premio en el pasacalles del domingo.
El segundo puesto del Entierro de la Sardina fue para Lancelot y su cabaret y el tercero para los zombis de Caribe. El mejor estandarte también fue para Moracantana y Pues anda que tú hizo doblete al ganar al mejor artefacto en San Roque con su barco atacado por un kraken. Ya habían ganado el domingo.
Como es tradicional en San Roque, el ambiente comenzó sobre las nueve de la mañana. Fueron llegando los grupos de jóvenes que llevaban toda la noche de fiesta y que buscaban unas migas y un café para revivir. Poco después fueron poniendo color a la avenida los componentes de comparsas que, en grupos, se fueron colocando por distintas zonas para esperar el desfile.
Un cuarto de hora antes de las once ya era imposible conseguir sitio en primera fila para ver el pasacalles. La sardina llegó precedida del grupo de percusión Batala y con su tradicional cortijo, incluido el conocido personaje San Pancracio.
Tras ellos desfilaron una docena de comparsas inscritas en la competición de San Roque y dos más que se apuntaron de forma improvisada, Infectos Acelerados y Cambalada.
La Kochera abrió el pasacalles de comparsas con su atuendo inspirado en la movida madrileña. El público bailó y aplaudió a los de Puebla de la Calzada, que fueron la única representación de grupos de fuera en San Roque. Esto es habitual, ya que el martes de Carnaval es festivo en la capital pacense, pero no en otros municipios. Les siguieron Caretos Salvavidas con su estandarte de calavera y su disfraz lleno de piezas metálicas al estilo punk. Los terceros fueron Moracantana, muy aplaudidos por el público, con su traje inspirado en la familia real británica.
Los guardianes de Balumba desfilaron detrás y después otra de las comparsas favoritas del público este 2022, Caribe, y sus zombis del videoclip Thriller. Además de su impresionante maquillaje, los componentes de este grupo interpretan muy bien a los muertos vivientes. Los Desertores participaron con su colorido traje árabe y Vaivén con su disfraz futurista. De noche luce más su propuesta porque llevan luces en el pecho y en el farol que usan de complemento de baile.
Los Pío Pío roqueros también estuvieron en San Roque seguidos de Wailuku, en su 30 aniversario, con su propuesta africana. Una de sus componentes protagonizó una anécdota que resume muy bien el esfuerzo que hacen las comparsas para llegar al martes de Carnaval. «No puedo más», dijo una de las bailarinas a otra en una parada de la coreografía. Inmediatamente después miró al público, sonrió y siguió bailando. Le hizo una gracia a una niña vestida de abeja que aplaudió encantada. Tras cinco días sin parar, la fuerza del Carnaval les sostiene.
Tras Wailuku desfilaron las bailarinas de cabaret de Lancelot y la manifestación del orgullo organizada por La Bullanguera. Los soldados de Umsuka Imbali cerraron la representación de comparsas en San Roque seguidos de los cazafantasmas de Infectos y el homenaje de Cambalada a los Village People. El desfile se alargó hasta las dos de la tarde. A las comparsas se sumaron tres grupos menores y 15 artefactos.
La afluencia de público en el Entierro de la Sardina fue similar a la de 2020, a pesar de la pandemia. Hubo barras de las instaladas en la avenida Ricardo Carapeto que se quedaron sin algunos productos, como panceta. En general, los asistentes tuvieron que aguantar colas pacientemente para comprar tickets y poder consumir las tradicionales sardinas o los pinchitos.
Dos de ellos fueron Joao Rola y su amigo Víctor, ambos portugueses y comiendo sardinas a las doce de la mañana regadas con cerveza. No se creían el ambiente. «Esperábamos menos gente, ha sido una noche...», decía Joao y se quedaba sin palabras para describirlo.
Cerca de ellos, y mucho más frescas, comieron sardinas Isabel Roldán y Cristina Miengo. La primera es pacense y la segunda de Ciudad Real. Es la cuarta vez que viene al Carnaval con su amiga, «y me encanta». «Estuve en 2020 y no he notado diferencia. Se te olvida que estamos en pandemia, la verdad, que puede ser peligroso, pero se entiende que la gente tenía muchas ganas», explicó esta visitante. «Seguro que repite el año que viene, ya la he invitado para 2023», dijo su amiga Isabel. Quedan 355 días para el próximo Carnaval de Badajoz si la pandemia y el mundo en general lo permite. Por lo que pueda pasar, el de 2022 ha sido a lo grande.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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