Los Infectos Acelerados cumplen cuatro décadas en el Carnaval de Badajoz

Se consideran una comparsa familiar dentro del Carnaval de Badajoz. Hace 40 años, el grupo de Julio Lozano y Lorenzo Benavides Martín se animaron a crear una comparsa. Se unieron a otros amigos y así nacieron los Infectos Acelerados.

Los dos recuerdan cómo eligieron el nombre. Estaban en el mítico bar el Mosquito, de Talavera, un día cualquiera de 1984 cuando vieron un cuadro de la peña 'Infectos'. Les hizo gracia y lo tomaron para ellos. En recuerdo de ese momento tienen aquel cuadro colgado de su local, una nave del polígono industrial El Nevero, donde van todos los viernes a cenar y ensayan los domingos antes de disfrutar todos juntos de una comida.

Julio y Lorenzo son los componentes que quedan en la comparsa de aquel primer carnaval. Conservan al menos un traje de cada año, desde el primero con el que salieron de Egipcios, el de Tailandeses que les valió su primera victoria en 1988, el de samuráis de 2001 y el de pollos infectos de 2003, entre muchos otros. Ahora los dos rozan los 60. Así que ha habido años que se han juntado con cuatro trajes de su propia familia. Julio los llevaba al pueblo, a casa de su suegra. Lorenzo alquiló un trastero y también ha vendido algunos por Internet. «60 euros me han dado por algunos, y han venido de Madrid por ellos».

Su experiencia les dice que cada traje cuesta, nuevo, 300 euros. Solo la mitad de ese dinero se va en comprar material. La otra mitad es el cálculo en horas de esfuerzo y empeño. En alguna ocasión buscan a un costurero profesional que dé forma al traje, pero después ellos cuidan cada detalle. Como hacen estos días con los trajes inspirados en Nueva Orleans con los que desfilarán en febrero.

En todos estos años han tenido satisfacciones. Como los siete primeros premios de su palmarés (1988, 1991, 1993, 2001, 2003 y 2004), los viajes a Niza con su «espectáculo» y a las Fallas de Valencia con la agrupación.

Pero, quizás, lo que más orgullo les dé es que han podido mantener el «espíritu infecto» a través de los años. «En cuanto se suma uno, al siguiente día ya está integrado. Es uno más», dice Lorenzo Benavides. En estos 40 años, más de 1.500 pacenses han participado de esta comparsa.

Isabel Farias, de 27 años, es hoy la presidenta. Ella entró por dos amigos y, a su vez, ha metido a su hermana, Guadalupe. Esta última hace las funciones de tesorera y gestiona las cuotas, que son de 200 euros anuales. Su trabajo es de lo menos lucido, y no sale en el desfile. Hace tiempo que inscribieron la agrupación como asociación cultural para poner en orden la tributación. Isabel explica que la comparsa absorbe todo su tiempo libre. Entre su trabajo de peluquera y su casa se lleva la mayor parte del día. Y lo que queda es para el Carnaval. En esto cuentan las «cuatro horas de zumba» con los ensayos de los domingos.

Es parte de la savia nueva de esta agrupación, en la que unos miembros van integrando a otros. Como en su día hizo Lorenzo con su hermano Carmelo.

La historia de Infectos Acelerados es la historia del Carnaval. Han vivido los cambios de una fiesta con la que prácticamente nacieron. Los mayores añoran aquellos años en que podían entrar en los bares con los instrumentos, algo hoy impensable porque los carros no caben. O aquellos viernes con un desfile infantil menos profesionalizado y más inocente.

-¿Ha cambiado la fiesta?

–Es difícil de decir porque la edad influye. No es lo mismo un Carnaval con 19 años, como los primeros que vivimos juntos, que este con 59.

Pero sí dicen que una comparsa es una forma distinta de vivir el Carnaval a cualquier edad y que, en cierta manera, hace más sana la fiesta. Aleja el botellón, van todos en grupo y encadenan actuaciones. Después de tantos años no les obsesiona ganar. Quieren seguir disfrutando de una fiesta en la que fueron pioneros hace cuarenta años.