Los Minifolk son la primera murga de la cantera que se lanza a participar en el concurso de adultos y la agrupación más joven que pisará las tablas este año del López de Ayala. La suerte ha querido que sean ellos quienes hagan volver a sonar los pasodobles y cuplés en Badajoz después de un año sin Carnaval por culpa de la pandemia.
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Este grupo nació en la asociación de Coros y Danzas de Badajoz y se incorporó hace seis años al programa 'Aulas de Carnaval', que forma a la cantera de las murgas. Su primera participación en la fiesta fue en la categoría de infantil y lo hicieron disfrazados con los trajes regionales. Los cuatro años siguientes compitieron en el certamen juvenil de murgas como tribu masai, inventores locos, inspectores y androides, consechando muy buenas posiciones en el concurso.
El grupo ha aprendido Carnaval de la mano de tres murgueros veteranos, que han sido sus monitores en estos años: Fani y Cristina de Las Chimixurris y Álex de Al Maridi. Estas dos agrupaciones de largo recorrido son sus referencias más cercanas en el Carnaval, si bien quieren subir al escenario con un estilo propio aunque, reconocen, que aún lo están perfilando.
«Estos cinco años de experiencia nos han servido para saber qué se nos da bien. Nos gusta la musicalidad, queremos ser alegres y sobre todo, aportar mucha frescura», cuenta Gonzalo Borrego, uno de sus integrantes.
Con esto último se refiere a que serán la voz de los adolescentes y la juventud en el concurso y sus inquietudes serán las que trasladen a sus letras. Parece lógico teniendo en cuenta que sus 17 componentes (once chicas y seis chicos) tienen entre los 15 (cumplen los 16, que es la edad mínima para participar, justo antes del concurso) y los 21 años. Juntos forman un núcleo que viene íntegramente de la cantera «sin ninguna incorporación de fuera», especifica Borrego.
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Las mayores exigencias del concurso de adultos no son un problema para ellos, que en los últimos años de su participación en juveniles han presentado un repertorio idéntico al del Comba. Su verdadero desafío, reconocen, es que están afrontando su proyecto por primera vez en solitario. «Es la primera vez que no tenemos ayuda ni de los monitores ni de nuestras familias para hacer las letras, la música y el disfraz. Contamos con sus consejos, pero lo estamos haciendo todo nosotros solos», explica.
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