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Fermín Apezteguia
Lunes, 15 de noviembre 2021
Hospitales y clínicas privadas del País Vasco han comenzado a utilizar con muy buenos resultados plasma rico en plaquetas para usos que hasta hasta hace poco tiempo resultaban inimaginables, como el tratamiento del dolor y la reproducción asistida. Una sencilla intervención, que incluye cirugía menor, ... permite superar el dolor de espalda, incluso en casos muy rebeldes. La técnica, que sólo se practica en el hospital IMQ Zorrotzaurre de Bizkaia y la clínica BTI de Vitoria, requiere luego intervenciones periódicas para la renovación continua de esta sustancia, que acaba siendo absorbida por el organismo. Pero, a cambio, «garantiza muy buenos resultados», según los expertos que la practican. El centro IVI Bilbao también ha introducido la técnica en su cartera de servicios, tras lograr con éxito el nacimiento de cuatro bebés sanos en mujeres que, salvo por adopción, nunca hubieran podido ser madres.
El plasma rico en factores de crecimiento (Prgf), que es lo que se utiliza en este tipo de intervenciones, es un producto fabricado en el laboratorio a partir de una muestra de sangre del paciente que va a someterse a la infiltración. El preparado es, en realidad, una porción de sangre con abundantes plaquetas, una 'fórmula' que se obtiene mediante la retirada previa de los leucocitos y los hematíes. Las plaquetas son las células encargadas de restaurar los tejidos dañados, las que cicatrizan las heridas. De ahí el alto poder regenerador del producto.
La técnica, desarrollada por el estomatólogo Eduardo Anitua, comenzó a utilizarse en el campo de la odontología y, con posterioridad, dio el salto a otros ámbitos de la medicina, fundamentalmente la traumatología y la oftalmología, pero también en reproducción asistida. Su uso ha abierto una puerta inesperada para la consecución de un embarazo en mujeres que presentan lo que los especialistas denominan endometrio refractario o con insuficiente respuesta ovárica. «Son dos perfiles que a los profesionales de la fertilización nos desesperaban. Hace ya cinco años decidimos buscar para ellas una respuesta en un campo que no sabíamos lo que nos iba a dar de sí», recuerda el director médico de IVI Euskadi, Marcos Ferrando, responsable también de las clínicas de Cantabria y La Rioja.
El endometrio es la capa que cubre el interior del útero y tiene como principal misión recibir al óvulo fecundado cuando se produce el embarazo. La refracción del útero es una complicación provocada por causas que no son del todo conocidas, pero que dificulta enormemente el embarazo, porque impide la implantación del embrión.
El fallo ovárico precoz, originado unas veces por insuficiencia de óvulos o, simplemente, por una baja respuesta ovárica, constituye una complicación que afecta a una de cada 200 mujeres. El plasma rico en factores de crecimiento ayuda al endometrio a alcanzar las dimensiones necesarias para facilitar la gestación. «Supone un gran avance respecto a las posibilidades de éxito en reproducción asistida para pacientes de difícil pronóstico», destaca Marcos Ferrando.
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El perfil de mujeres que pueden beneficiarse de esta nueva técnica se corresponde, según explica el especialista de IVI Bilbao, con el más frecuente en las consultas de reproducción asistida. «Uno de los factores que más incide en la calidad y cantidad ovocitaria –subraya– es la edad». Según el Instituto Nacional de Estadística, las mujeres españolas buscan su primer hijo después de haber cumplido los 32 años. «Hay pocas soluciones para este tipo de pacientes, pero los factores plaquetarios tienen un enorme poder de regeneración para conseguir que se tengan más óvulos o que ovarios que habían cesado su función vuelvan a reactivarse», confirma.
Mari Carmen quiso ser madre cuando comenzaba a no tener edad para serlo. «Mi andadura con la fertilidad comenzó a los 37 años», relata esta mujer de origen vasco que prefiere el anonimato para una historia como la que se dispone a contar. «Me quedé embarazada de manera natural dos veces, pero las dos terminaron en aborto. Comencé a sospechar que algo no iba bien, pero mi deseo de ser madre era tan grande como el miedo a no conseguirlo». Buscó entonces ayuda profesional.
Acompañada por su esposo, Mari Carmen comenzó un tratamiento de fertilización que fracasó, quizás por las dimensiones limitadas de su endometrio. «Hicimos varias transferencias sin resultado, hasta que el doctor Ferrando me habló de un tratamiento en estudio con factores de crecimiento obtenidos de mi propia sangre». La terapia estaba en fase de pruebas. «Mis miedos y mis dudas crecían, pero el tiempo pasaba causando estragos en mi estabilidad emocional, alejándome de lo que más deseaba».
Decidió intentarlo y nació su primer bebé. Antes de conseguir el segundo embarazo, llegó el divorcio, que complicó la situación, aunque no tanto como para reanudar «la aventura en solitario». Sus dos hijos tienen ya 6 y 2 años. «Fueron cinco años de aventuras, desventuras, risas, luchas», un camino duro, que recuerda «acompañada y con una sonrisa».
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