Canto a la magia del circo en 'Hércules'

Caras diminutas entre el público que rara vez se dejan ver en una obra del Festival de Teatro programada para el escenario emeritense. Fijo que no por falta de ganas, y más por que las obras no suelen estar dirigidas a un espectro tan amplio de edades. Pocas veces, por no decir ni una.

Caras, en las más de 2.500 personas que asistieron al estreno, que transmitían un entusiasmo muy particular, con altas dosis de ingenuidad e inocencia, y también impaciencia. No faltaron ni los típicos «¿queda mucho para que empiece la obra?». Porque la del miércoles fue una velada más que especial. Increíble para los más pequeños que disfrutaron como grandes acompañados de sus padres en el graderío del Teatro Romano. Porque ellos, los mayores, también gozaron como niños ante el divertido y entrañable musical de 'Hércules'.

La oscuridad y el humo no faltan. Bailarines en las valvas. Y aparece en escena Paco Arrojo como maestro de ceremonias, entonando una canción que incluso días después uno repite y repite sin cesar. El espectáculo comienza con la apertura de puertas al circo que recrea las peripecias del semidiós y la búsqueda de un amor que se resiste, entre acróbatas con sus piruetas, mortales y danza clásica en su máxima expresión. Toda una ilusión, que sin duda, transporta a los presentes a ese ambiente, lleno de magia y fantasía aparatosa, circense.

Buen montaje, mejor equipo

Aunque en musicales el escenario romano no puede presumir igual que de haber revivido más tragedias y comedias que piedras tiene el graderío, lo cierto es que cuando un montaje de estas características brilla lo hace de una forma especial. Y más el pasado miércoles, acompañado además de tímidas Perseidas.

El montaje de Reguant defendido por Pablo Abraira, Paco Arrojo, Víctor Ullate y Noemí Gallego, no solo muestra el perfil de calidad de cada uno de los actores principales. Bárbaros, sobre todos los extremeños, a los que sin duda suma jugar en casa. En esta representación, los secundarios, Javier Pascual, Clara Alvarado, Nuria Sánchez, Elena Gómez y Jorge Amor, se igualan a las grandes figuras que encabezan el cartel, dejando claro que lo suyo es un futuro prometedor.

Al igual que los bailarines, que además de aportar dinamismo a la escena, 'lo mismo valen para un roto, que para un descosido', como se suele decir. Ellos son los encargados de que los monstruos más simpáticos y surrealistas que hayan pisado la arena del escenario romano cobren vida y compliquen la existencia del semidiós, poniéndolo a prueba. No falta el patoso león de Nemea, tampoco la hidra con fuego invisible de Lerna, ni las temerarias aves del lago Estinfalo, ni el atípico gigante Gerión. Sin duda, una escenografía, la de Palco CB, que invita a soñar y a creer en la máxima de que todo en el circo es posible, incluso invocar a los seres mitológicos más extraños y pintorescos.

Un montaje que funciona, no sólo por contar con una versión, la de Miguel Murillo, entretenida, diferente, irónica y con humor fácil de buen gusto. Funciona porque los pilares fundamentales en los que se sustenta un musical enganchan. Pegadizas y divertidas resultan las canciones de Ferrán González, e inmejorable trabajo el de Nuria García, como coreógrafa, que, con rigor, saca lo mejor de cada bailarín y actor sobre el escenario. Un musical que cumple las expectativas y que más que provocar risa, que las hay, es de esbozar sonrisas. De esas que nacen cuando a uno le mueven sensaciones emborronadas por el polvo de los años. Sensaciones de cuando se es niño, se adentra en el singular mundo del circo y uno no es capaz de diferenciar entre fantasía y realidad.