Sete Álvarez | Lavadero de lanas
Sete Álvarez | Lavadero de lanas
Irene Toribio
Domingo, 28 de julio 2024
El Lavadero de Lanas de la Concepción, situado a los pies de la antigua Presa Romana de Proserpina y conectado directamente con la Cañada Real de Santa María de Araya, constituye un testimonio vivo de la rica historia manufacturera emeritense. Este enclave, fundado sobre un ... pequeño lavadero anterior, se transformó en el primer gran exportador de la industria manufacturera de Mérida, uniendo sus rutas comerciales con la Cañada Real Soriana.
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Entre 1819 y 1873, la familia Pacheco emprendió una actividad comercial internacional sin precedentes, centrada en el lavado, secado, empacado y comercio de vellones de lana merina. Esta apuesta por la exportación de lana dejó una huella profunda en la época, atrayendo a numerosos operarios, escribanos, pastores, mayorales, esquiladores, carreteros y administradores. Además, esta actividad dio lugar a la construcción de valiosas arquitecturas patrimoniales, tales como la capilla bajo la advocación mariana de la Inmaculada Concepción, inmensos almacenes para la lana recién esquilada, una sofisticada zona de lavadero que aprovechaba antiguos sistemas hidráulicos del embalse romano de Proserpina y un apartadero en la colina para el secado al sol de los vellones limpios.
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El proyecto de intervención tuvo como objetivo recuperar un lugar abandonado durante casi dos siglos y adaptarlo para un uso público contemporáneo. La diversidad tipológica de las edificaciones y los diferentes grados de conservación desaconsejaban una arquitectura impuesta. En su lugar, la intervención se centró en recuperar las espacialidades originales, estableciendo un diálogo material entre las arquitecturas del siglo XVIII y las contemporáneas.
Una prioridad fue mantener la organización interior del antiguo complejo ganadero en torno a un patio de labores, ahora convertido en un jardín que actúa como conector entre las diferentes partes del conjunto. Este patio articula la secuencia espacial del recorrido desde el ingreso hasta la zona de esquileo, los almacenes de lana y la zona de cubas para lavado.
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En la zona de esquileo, también conocida como sudadero, se creó una nueva sala de reuniones. Se recuperó la cota original del suelo mediante un plano continuo de hormigón pulido que bordea los soportes de piedra, ahora enmarcados con acero y con iluminación. Estos soportes, ejecutados con sillares de piedra en la parte inferior y parcialmente ocultos por enfoscados posteriores, se desvelaron, diferenciando la estructura vertical de los planos continuos abovedados.
Las zonas de almacenaje de lana se organizaron en dos crujías porticadas con soportes de piedra, arquerías de ladrillo y tapiales de tierra apisonada que sostenían coberturas de madera y teja. Para 1945, las coberturas de madera habían desaparecido, lo que provocó erosión y daños en las arquerías. La intervención no buscó añadir elementos ortopédicos, sino recuperar la carga estructural mediante una nueva fábrica reticular que se superpone a la estructura original, devolviendo el peso histórico a sus estructuras.
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Se niveló el terreno con jabre compactado y se instaló una iluminación puntual en las cuatro caras de cada soporte. La zona de lavadero y cubas se musealizó, explicando el proceso de lavado y permitiendo un recorrido interior que guía al visitante a través del proceso de esquileo y lavado de lana.
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